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Fibemos con J&B

Los ‘momentazos’ de los 20 años del FIB

Son 20 años de FIB y muchos momentazos. Hablamos con periodistas, músicos y otros profesionales de la música para que cuenten los suyos.

El primer recinto del festival.

El cantante de los Pogues a punto de tirarse vestido a la piscina del backstage, unos mocosos Mogwai tocando en la hora de la siesta, Morrisey dando órdenes estrictas para que nadie (ni los jefazos) le vean… Son 20 años de FIB y muchos momentazos.

Hablamos con periodistas, músicos y otros profesionales de la música para que cuenten los suyos.

El que más conciertos ha visto en el FIB

Nadie ha visto tantos conciertos en el FIB como Julio Ruíz, el mítico presentador de Disco Grande, en Radio 3. Saquemos la calculadora: a una media de 14 retransmitidos por jornada, durante tres días de festival y a lo largo de 20 ediciones sale un total de… 840 directos. ¿Y de todos estos con cuáles se queda? "Radiohead en 2002 fue muy bueno porque el grupo estaba en su esplendor. También fue un gran momento cuando salió Raimundo Amador con Björk. Y cuando tocaron Belle & Sebastian no cabía la gente en la carpa". Aunque muchos momentazos se esconden en la letra pequeña del cartel: "Disfruto igual con Love que con el último grupo maquetero", asegura este veterano que revela su gran secreto para las macro maratones: "Una fideuà, litros de agua y nada de estimulantes externos. Me retroalimento con ilusión", explica.

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Julio Ruiz, con pantalon rojo, junto a Evan Dando a mediados de los 90.

La mítica piscina del 'backstage'

Durante años, la piscina del backstage ha sido el epicentro del FIB. Por ahí han pasado los Horrors, Madness, Elastica… Normalmente, los músicos olvidan meter el bañador en la maleta y lo de darse un chapuzón se lo dejan a los periodistas, menos habituados a los lujos. Con Shane MacGowan, sin embargo, fue diferente. "El tío amenazó con tirarse al agua vestido", recuerda Fernando Delgado, de la promotora Heart of Gold, sobre el líder de los Pogues. La gente salió por patas aunque afortunadamente no se cumplió el temido aviso: solo dios sabe qué podría haber sucedido de entrar en contacto con agua. "Su aspecto era de no haberse duchado desde 1976", remata Fernando.

El rock del cangrejo gigante

Comerse una paella con la playa delante es una tradición en el FIB. Al menos, lo era en la pandilla de Gema del Valle, del sello Subterfuge. Para hacer la típica gracia de sobremesa, en una ocasión un colega se llevó del restaurante una langosta gigante disecada. Y precisamente cuando B-52's tocaba su himno Rock lobster ( el bogavante rockero) los amigos se pusieron a bailar como locos con su nuevo amigo marino. "Hicimos una conga y todo", recuerda la madrileña. Ver para creer.

Morrisey, como ET

Morrisey puso una condición tajante de cara a su concierto en el FIB, en 2006: no quería hablar con nadie, ni siquiera con los jefazos del festival. Para evitar cualquier posible contacto humano no deseado, se construyó un túnel de tela que iba de su camerino directo al escenario (un poco como en ET, cuando llegan los científicos). El gesto poco caballeroso no sentó demasiado bien a los demás músicos. "Los de Franz Ferdinand hicieron un montón de bromas", recuerda Fernando Delgado, que trabajó con el grupo escocés durante el festival.

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Pavement y el Cola Cao

Antes de tocar en el mejor grupo madrileño de punk, Marta Fernández, de R.O.B.O., fue una adolescente forofa de Pavement. Y eso la llevó a la tercera edición del festival (en 1997), en la que una intensa tormenta obligó a cancelar varias actuaciones (también la del grupo de Stephen Malkmus). Después de calarse hasta los huesos, perder a sus amigos, dar mil vueltas, dormir en un colegio habilitado… al fin, regresó a su tienda de campaña. Aunque el verdadero drama fue por culpa de un bote de Cola Cao que se había quedado abierto: un chapapote dulce pringó todas sus pertenencias. Marta tuvo que volverse a casa con lo puesto.

La tienda de Marta R.O.B.O antes de la catástrofe.

Sudor y vatios escoceses

José Manuel Sebastián, del programa Hoy empieza todo en Radio 3, insistió todo lo que pudo pero no logró convencer a ninguno de sus colegas para que le acompañase a ver a unos escoceses barbilampiños que tocaban en una carpa, a media tarde el último día. A pesar del señor peludo y sudado que tuvo delante, fue un concierto de post rock apabullante. Con los años, el grupo, Mogwai, se hizo enorme y aquel concierto mítico. Seguro que más de un amigo ahora se tira de los pelos por no haberle hecho caso…

Casi se pierde su propio concierto

Lo de Anni B Sweet en el FIB fue como los chavales que se matan por ver a Kiss en la peli Cero en conducta. Sólo que en su caso fue para llegar a su propio concierto. "El guitarrista se retrasó, salimos tarde y pillamos un atasco tremendo de Castellón al recinto", recuerda la cantante. La organización llamó advirtiendo que o llegaba en cinco minutos o no actuaba. ¿Solución? Correr los tres kilómetros que quedaban hasta la entrada. En tacones y con la guitarra. "Salí sola a tocar y el grupo llegó más tarde", cuenta. El concierto fue un gran éxito (al día siguiente salió en portada en diarios nacionales) y Anni lo celebró sacándose una foto con Josele Santiago.

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En la carpa del FIB.

Como estar en el estadio del Manchester City

Ver a Stone Roses era una asignatura pendiente para Paco Fernández, de la promotora y tienda Holy Cuervo. El momento al fin llegó y los estribillos fueron incluso más masivos de lo esperado. Pero lo que no había imaginado, aún sabiendo que al FIB van muchos ingleses, era que fuera a sentirse como en el estadio del Manchester City. "Estaba rodeado de banderas y pieles rojas por el sol", recuerda. Como ver a Burning en La Elipa o a Taburete en Fuente del Fresno…

El cigarrito con Josh Homme

Cuando Toundra tocó en el FIB (en 2013), su guitarrista Esteban J. Girón sudó la gota gorda. Al grupo le tocó pelear en las difíciles y calurosas horas de la tarde, pero un montón de guiris, que muy posiblemente no conocían la banda, menearon sus cuellos con su rock totémico e instrumental (eso sí: en 35 minutos sólo les dio tiempo a tocar unos cuatro temas). "Cuando terminamos, se me acercó Josh Homme para pedirme un cigarro. Le pregunté si le habían pagado tan mal que no tenía ni para tabaco", bromea Esteban. Y así fue cómo compartió el cigarrito de después con el líder de Queens of the Stone Age.