Fotos de una fiesta 'de chicas' en uno de los barrios más lujosos de Tokio

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Fotos de una fiesta 'de chicas' en uno de los barrios más lujosos de Tokio

La fiesta la organizaba una mujer con mucho dinero y son bastante habituales en ciertos círculos de la ciudad. Los invitados masculinos son hombres poderosos, guapos y ricos.

La fotógrafa Elisa González-Miralles lleva algunos años dando forma a un proyecto que tiene su base en Japón. Su objetivo es uno muy concreto: las chicas japonesas que pretenden convertirse en el reflejo de las real dolls. Esas muñecas que se hacen por encargo y que se convierten en compañeras sexuales. " Mi idea es invitar a reflexionar sobre los comportamientos humanos y sobre cómo una sociedad y unas costumbres pueden limitar el desarrollo de la identidad de un individuo. La presión social y las tradiciones son limitadores de la capacidad de decisión y de la voluntad de las personas, y no es fácil desprenderse de lo que has mamado".

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Este verano ha continuado dando forma a Wannabe (que así se llama el trabajo) y durante sus estancia en Japón tuvo la oportunidad de asistir a una fiesta 'de chicas'. Querían que hiciera fotografías, desde su punto de vista occidental, en un apartamento situado en uno de los barrios más lujosos de Tokio. La fiesta la organizaba una mujer con mucho dinero y son bastante habituales en ciertos círculos de la ciudad. Los invitados masculinos son hombres poderosos, guapos y ricos. " Yo estaba allí, de espectadora, observando su comportamiento y fotografiando. Estaba viendo a mujeres adultas actuando como adolescentes seduciendo a esos "hombres importantes".

VICE: Hola, Elisa, cuéntanos un poco, ¿cómo llegas a esta fiesta?
Elisa González-Miralles: Todo comienza cuando me hago amiga de la chica que me alquila la habitación en Tokio. Es la segunda vez que me quedo en su casa, ella sabe inglés y puedo hablarle de mi trabajo. Quiere que le haga fotos con sus amigas y me lleva a la fiesta.

¿Qué celebraban? Y, ¿son muy habituales?
Era una fiesta de chicas, organizada por una mujer con mucho dinero, en un loft planta 29, de vistas alucinantes, alquilado para esa noche en uno de los barrios más lujosos de Tokio. Son habituales en este círculo, su forma de divertirse es muy particular, al menos, para mis ojos de mujer occidental con una cultura completamente distinta.

¿Qué es lo que te atrajo a ti como fotógrafa?
Estoy trabajando sobre el rol social de la mujer. No me podía perder una fiesta así. Los hombres que vinieron eran elegidos por su relevancia en la sociedad, dueños de empresas, con poder y físicamente atractivos. "No entra cualquiera, no vienen hombres viejos, son guapos e importantes" me dijo mi amiga. Pensé que presenciar en directo el comportamiento de esas mujeres con esos hombres sería un acercamiento "desde dentro" a la cultura japonesa. De hecho me ha ayudado a entender muchas cosas, y ha sido conceptualmente muy enriquecedor para mi trabajo.

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¿Fue fácil interactuar con ellos?
No, yo no hablo japonés, y ellos se defienden mal en inglés. Se me acercaban de vez en cuando, sobre todo ellas, decían alguna frase amable, me pedían una foto, posaban conmigo, y me lo agradecían mil veces. Después volvían a su rollo. Ellas se hacían selfies abrazadas a sus peluches, bebían champan, sacaban de sus bolsos distintos accesorios que se ponían y quitaban, revoloteaban alrededor de los hombres, y todos parecían divertirse mucho. Yo estaba allí, de espectadora, observando su comportamiento y fotografiando.

Estaba viendo a mujeres adultas actuando como adolescentes seduciendo a esos "hombres importantes". En un momento de la noche, me llevaron al dormitorio y sacaron una colección de vestidos tradicionales chinos. Querían que me pusiera uno. Todas ellas se cambiaron de ropa, se retocaron el maquillaje, y se disfrazaron. Los hombres esperaban abajo.

¿Cómo acabó la cosa?
A las 5 de la mañana apagaron las luces, algunos subieron al dormitorio, otros se tumbaron en la alfombra, susurros, risitas ahogadas y luego silencio, me quedé dormida.

Como artista, Japón es uno de los lugares que aparece como constante en tu trabajo, ¿por qué?
Porque me interesa el comportamiento de las personas, cómo se adaptan, se transforman, se defienden y reaccionan a la presión social. La sociedad japonesa está extremadamente jerarquizada, es opresora, el individuo sólo tiene sentido dentro de un grupo, los japoneses están educados en la aceptación y la resignación. Frente al la evolución tecnológica, y la bastante reciente apertura al exterior, las tradiciones se mantienen tan firmes que en muchos casos se generan situaciones contradictorias. Mi interés se centra en la mujer, y en ella se percibe más aún esta presión y el peso de las tradiciones.

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Me dijiste que esta serie forma parte de un proyecto mayor, ¿qué nos puedes contar?
Llevo tres años trabajando en 'Wannabe', un proyecto que habla de cómo los estándares sociales, la educación y la cultura determinan el rol de la mujer. Lo hago en Japón, pero es extrapolable a otras sociedades. Hago retratos descontextualizados de mujeres y de muñecas sexuales, planteando una duda al espectador sobre qué es lo que está viendo. Utilizo otros elementos metafóricos, como el pez, para llevarme el proyecto a un terreno psicológico, introduciendo conceptos como el cautiverio, la voluntad y la resignación.