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Identidad

Hablamos con un franquista gay reconvertido y casado (con una mujer)

Dos ejemplares únicos, dos diamantes en bruto del catolicismo más extremo, dos residuos de la más mísera confusión vital y doble moral que ha parido nuestra podrida patria.

Imagen modificada.

Un tumulto de gente se apelotona frente a la iglesia de San Fermín de los Navarros, en el número 10 del Paseo de Eduardo Dato, en Madrid. Octogenarios de traje militar condecorado, señoras con perlas como puños de mono de Gibraltar y peinado alicatado con laca, sesentones de peinado Agag -raya a un lado, brillo gominero, bucles detrás- y demás viejas reliquias humanas han sido desempolvadas para la ocasión. El bullicio, calmo pero constante, no llega al nivel de entrada de concierto de Justin Bieber, pero hay una emoción flotando en el ambiente, un brillo en los ojos, que lo supera. Son los huérfanos de Franco, que vienen a llorarle.

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El 20 de noviembre tuvieron lugar en España 16 misas en honor del Caudillo. Es el 40 cumpleaños de un cadáver que sigue sin descomponerse del todo. Clara y Gregorio, pareja de treinta y pocos años, asisten a la misa de la iglesia de San Fermín de los Navarros, y acceden a contestarnos a unas preguntas.

VICE: ¿Cómo es vuestra relación con la Iglesia? ¿Habéis crecido en un ambiente católico?

Gregorio: Yo sí, Clara no. En mi casa hemos sido toda la vida franquistas, religiosos y del Madrid, y casi todos mis hermanos hemos sido monaguillos de nuestra parroquia, así que es algo que he mamado, que siempre he sentido cerca. La familia de Clara no es católica. Ella no se bautizó ni comulgó hasta hace seis años. Su familia, que vive en Perú, es atea.

¿Cuánto tiempo lleváis juntos?

Gregorio: Seis años.

¿Clara, descubriste entonces el catolicismo a través de Gregorio?

Gregorio: No, nos conocimos en un grupo ecuménico, en la iglesia ecuménica.

Clara: Cuando empezamos a salir yo ya había descubierto el cristianismo, pero fue Gregorio quien, por decirlo de alguna manera, me educó en el catolicismo, en el de verdad. Y también políticamente me descubrió muchas cosas en las que yo antes no pensaba, o estaba equivocada.

¿Qué es la iglesia ecuménica?

Gregorio: Es una iglesia que dejamos porque están en un error. Ellos piensan que todos los tipos de cristianismo se pueden unir en uno solo, y son permisivos con cosas que no están bien. Al principio creí que era el camino, pero luego nos dimos cuenta de la equivocación, y retorné con Clara a mi parroquia de siempre.

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Si hay una figura política que admiro, es Franco. Cuando veo sus logros, siento que está años luz de los políticos de ahora. Ya no hay políticos así.

¿Qué cosas exactamente acepta el ecumenismo que crees que no están bien? [Titubean. Hay un silencio tenso, hasta que Clara, dudosa, recibe un gesto de aprobación por parte de Gregorio.]

Clara: Por ejemplo, en el grupo en el que nosotros estábamos había bastantes homosexuales. Era un grupo ecuménico homosexual, mayormente.

¿Por qué formabais parte de ese grupo?

Gregorio: Yo, y no me avergüenza decirlo, porque es una lección de Dios que he recibido, tuve tendencia a las prácticas homosexuales. En un momento llegué a pensar que ese era mi camino, pero no lo era. Fue un error.

Clara: Llegué al grupo ecuménico porque tenía amigas que iban, me invitaron, y como no conocía aún a mucha gente en España, pues fui. Yo ayudé a Gregorio a darse cuenta de que ese no era su camino. Y él me mostró todo lo que sabía, porque yo no sabía nada de política cuando llegué a España.

Supongo que sabéis que durante el franquismo se condenaba la homosexualidad…

Gregorio: Yo creo que si Franco viviese ahora tendría una percepción distinta de la homosexualidad. No digo que tenga que estar permitida, pero tampoco condenada, aunque ahora la veo como algo que no es del todo sano. Es difícil ser feliz siendo homosexual.

Clara: Cuando lo conocí, estaba muy deprimido. Salir de su fase homosexual fue como empezar una nueva vida, y recordar todo lo que le importaba antes.

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Gregorio: "Tuve tendencia a las prácticas homosexuales. En un momento llegué a pensar que ese era mi camino, pero no lo era. Fue un error."

Pero eres consciente de que, de haber nacido durante la dictadura de Franco, habrías sido perseguido durante tu -como la ha llamado Clara- fase homosexual.

Gregorio: No creo que eso hubiese tenido lugar en mi vida habiendo vivido en otra época. La caída en periodos de confusión y la depresión son estados más comunes en esta época, porque los valores son más laxos y hay estímulos bombardeándonos por todos lados. Porque yo estaba clínicamente deprimido, y eso me llevó hasta ese punto. Estaba clínicamente deprimido, tengo los papeles del médico especialista que lo dicen. En esos estados, uno cae en confusión.

¿Cómo os definiríais políticamente?

Gregorio: Mi familia, como te he dicho, es muy franquista de siempre. Muchos miembros de mi familia votaban o votan a Falange. Yo estoy bastante de acuerdo con ellos en casi todo. Si hay una figura política que admiro, es Franco. Cuando veo sus logros, siento que está años luz de los políticos de ahora. Ya no hay políticos así.

Clara: Yo hace poco que he empezado a votar en España, pero soy más de derechas que de izquierdas, eso seguro.

¿Saben las personas de vuestro entorno que vais a acudir a esta misa?

Gregorio: En el más cercano sí. En círculos más amplios hay que tener cuidado con lo que se dice. A la gente le han lavado el cerebro. Ahora mismo ser de ultraderecha es algo que no puedes contar, como si estuviese mal visto. Para estar bien visto hay que votar al de la coleta. Si no, eres como antisistema.

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¿Qué opináis de la iniciativas que se están llevando a cabo para convertir el Valle de los Caídos en un centro de memoria laico, con el consiguiente traslado de los restos de Franco y Primo de Rivera a otro lugar?

Gregorio: Me parece que sería una gran pérdida para el país. Es un monumento a la memoria de grandes personas que cayeron luchando. Yo he sido voluntario de la Fundación Nacional Francisco Franco, que está peleando por mantener el lugar tal y como debe estar. Hacen una gran labor.

¿Y qué pensáis de los desaparecidos durante la Dictadura, que no se sabe ni dónde están enterrados?

Gregorio: Es muy fácil inflar las cifras. Muertos ha habido en todas las guerras, y es normal que no se pudiesen enterrar todos en lugares dignos.

¿Qué le diríais a Franco si os pudieseis tomar un café con él?

Gregorio: Que España está perdida, pero que aún queda esperanza. Le agradecería también el haber sido para mí como un mito, un ejemplo de ideología. Ojalá Dios nos enviase a alguien con la firmeza de valores de Franco. También le diría que hoy voy a asistir a su misa porque lo amo con todo mi corazón.

Durante toda la entrevista, ha planeado sobre nosotros la sombra del enfrentamiento: yo intentaba mantenerme neutral, ellos parecían permanentemente a la defensiva. Llegados a un punto, ellos seguían tensos, y yo, en cambio, estaba casi conmovida por tener el honor de ver ese portento frente a frente: mientras apago la grabadora, siento que he dado con dos ejemplares únicos, dos diamantes en bruto del catolicismo más raro, dos residuos de la más mísera confusión vital y doble moral que ha parido nuestra podrida patria.