El fútbol americano se niega a desaparecer en España

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El fútbol americano se niega a desaparecer en España

Los Black Demons juegan en todas las categorías, desde flag a senior, y tienen un equipo femenino campeón de España. Pasamos una noche viendo cómo se entrenan en Las Rozas.

Cuando se estrenó la película Friday Night Lights, Juan Pedretti no había siquiera nacido. Es el más joven de los jugadores que integran el equipo madrileño de football americano Black Demons, y con solo diez años compite en la categoría flag (modalidad sin contacto). Su compañero Carlos Carrasco sí que había nacido, pero prefiere Remember The Titans o Un domingo cualquiera, con Al Pacino diciendo "pulgada a pulgada, saldremos del infierno". Este joven pero veterano jugador, que ha competido en EE.UU. y ha sido capitán de la selección española junior y titular en defensa de la absoluta, juega en las posiciones de línea, donde acaban generalmente los más grandes. Hoy le acompañamos en un entrenamiento con los senior y U19 en el campo de rugby El Cantizal de Las Rozas. Solo faltan los cadetes, junior y la alineación femenina, que además son campeonas de España.

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Está claro que Madrid no es una ciudad de Texas en la que los quarterbacks piden a la jefa del equipo de animadoras que les acompañe al baile de fin de curso, pero habiendo sido los Madrid Panteras los mejores de su época, no sorprende que este deporte minoritario todavía siga pegando fuerte de la mano de los Arganda Black Hawks, los Guadalajara Stings, Jabatos de Tres Cantos, Madrid Capitals, Madrid Templars, Royal Oaks Knights de Alcobendas, Alcorcón Smilodons, Toros Madrid o Wildcats Majadahonda. También con los Osos Rivas y los Camioneros Coslada, principales rivales de los Black Demons. La gran diferencia es que antaño la liga estaba patrocinada, contaba con recursos, exposición pública y resúmenes de las jornadas en televisión. Antes entraban 17.000 aficionados para ver una final en el estadio de La Peineta y hoy es un logro ver a cien personas animando los partidos.

Con todo, a nivel puramente deportivo, el nivel no para de crecer y sus practicantes se consideran una gran familia. Y es normal, porque sin un lazo de unión fuerte con tu compañero no se nos ocurre cómo pueden ponerse delante para recibir los golpes dirigidos a él. Viéndoles queda claro que si un eslabón se rompe la cadena ya no hace su función. Si un jugador no hace su trabajo la jugada no sale, y para que todos lo hagan bien hacen falta muchas horas de entrenamientos como el que hoy presenciamos. Las categorías se solapan y los jugadores con proyección de subir van entrando en la superior y cogiendo sistema de juego y experiencia. Al acabar los partidos gritan "¡Esteban!", fundador del club fallecido hace unos años. Cada victoria (y derrota) se la dedican a él y hasta los uniformes de calle tienen impreso su número (74). La clásica hermandad que aflora entre hostias, sangre y estrategia.

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