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Cultură

Ser árabe, gay y prostituto en Israel

Para muchos jóvenes gais árabes de Israel, la prostitución es la única fuente de ingresos a la que pueden acceder y a la vez una de las pocas formas de expresar libremente su sexualidad.

Haifa de noche. Fotografía vía usuario de Flickr Mark Nakasone

Yossi trabaja en los almacenes de unsupermercado en Haifa, en el norte de Israel. Su padre es árabe cristiano y su madre, judía, y él fue criado principalmente en las costumbres judías: celebraba el bar mitzvá , sirvió en el ejército israelí y habla hebreo perfectamente. Sin embargo, la faceta árabe de Yossi sale a flote en internet, donde se convierte en Yusuf, el chapero árabe israelí.

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Para un judío, el sexo con un árabe se reduce a quién tiene el poder, el control

"A los gais israelís [judíos] les gustan los árabes", explica. "A veces quieren dominarme y otras, que los domine, pero en cualquier caso, para un judío, el sexo con un árabe se reduce a quién tiene el poder, el control".

El mes pasado, el gobierno israelí publicó la primera encuesta sobre prostitución que se llevaba a cabo en el país. El estudio, realizado por los ministerios de Asuntos Sociales y de Seguridad Pública, reveló que, en 2004, el dinero que recibieron los trabajadores sociales en Israel ascendió a los 1.200 millones de shekels (273 millones de euros). De los cerca de 12.000 trabajadores del sexo que había en Israel el año pasado, el 5 por ciento —entre 550 y 570 personas— eran hombres. De esos hombres, el 19 por ciento eran árabes, un porcentaje mucho mayor que la proporción de hombres árabes en la población general de Israel, que ronda el 9 por ciento en las ciudades con población mixta. Esta disparidad era incluso mayor en la población de jóvenes de entre 18 y 25 años: en este caso, la cifra de prostitutos árabes triplicaba a la de los judíos.

La cifra de prostitutos árabes triplicaba a la de los judíos

El doctor Yoav Santo, uno de los sociólogos responsables del estudio, atribuyó esta representación desproporcionada de árabes en el mundo de la prostitución en Israel a varios factores: en primer lugar, los árabes tienen más dificultades a la hora de buscar empleo en el mercado laboral judío; asimismo, el escaso nivel de tolerancia de la sociedad árabe con los diversos modelos de sexualidad implica que quienes se identifican como gais o transexuales se vean marginados, más vulnerables y en una situación económica precaria, circunstancias que a menudo los llevan a recurrir al trabajo sexual como única salida posible.

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Obviamente, también está el componente racial: la demanda de árabes sumisos. "Lo que suele llevar a alguien a contratar los servicios de un trabajador o una trabajadora del sexo es el deseo de ejercer dominación sobre ellos", me explicó Santos en nuestra conversación telefónica. "El mismo argumento sirve para explicar por qué tantos árabes exigen a las prostitutas israelís que contratan que vistan con uniformes militares".

El mismo argumento sirve para explicar por qué tantos árabes exigen a las prostitutas israelís que contratan que vistan con uniformes militares

"La sexualidad es el espejo oscuro de la sociedad", añadió. "Los tabús sociales o raciales de la sociedad emergen de forma inevitable en las relaciones entre un trabajador o una trabajadora del sexo y su cliente".

Yusuf se ha convertido en un experto en satisfacer las fantasías de sus clientes judíos. Fantasías que, teniendo en cuenta la compleja dinámica racial que impera en Israel, no son tan convencionales como podría pensarse. "A veces les gusta llevar un uniforme de las FDI y asumir el papel dominante, pero otras veces llevan el uniforme igualmente y me piden que sea yo el que les domine", me contó por teléfono. "A veces me piden que me vista como una mujer árabe, con lencería femenina y un hiyab. Un tipo una vez me pidió que llevara un pañuelo palestino y que, blandiendo una espada de atrezo, le gritara insultos en árabe mientras fingía que lo violaba", recuerda entre risas. "Es como hacer teatro".

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No le importa que le llamen 'sucio árabe'

Yusuf ha asumido el papel del que da y el que recibe en los juegos de bondage, degradación e insultos raciales que suelen adornar estas fantasías nacionalistas. Por el precio adecuado, Yusuf se presta casi a cualquier cosa que no implique dolor extremo, cuchillos o prácticas coprofílicas. No le importa que le llamen "sucio árabe" un calificativo muy común, según nos cuenta, pero no le hace gracias que le cubran la cara durante el sexo. "Como si fuera un detenido palestino o un terrorista… Eso no me gusta. ¿Por qué? Porque quiero que me miren a los ojos. De esta forma les cuesta más olvidar que soy humano".

Los resultados del estudio sobre prostitución en Israel sugieren que los prostitutos árabes ganan lo mismo que los judíos, si bien algunos de los primeros afirman que tienen trabajo gracias a su origen étnico. Salah, un joven beduino musulmán de 19 años que se prostituye en Tel Aviv, explica que por lo general sus clientes se acercan a él en la calle.

"Un coche se para frente a mí y yo le pregunto: '¿Quieres follar?'", explica desde el otro lado de la línea. Si el ocupante del vehículo pregunta si es árabe, Salah sabe que la sesión se centrará en una de dos fantasías: "Eso significa que al hombre le gusta follarse a un tío bueno joven o que es un israelí que quiere follar con un árabe".

Salah nació y se crió, junto con sus nueve hermanos, en un poblado beduino cerca de Nazaret. Antes de darse cuenta de que era gay, era "la oveja negra de la familia". Un hombre mayor que él lo sedujo cuando tenía 17 años. "Yo no quería ser gay", recuerda. "Intentaba convencerme de que no lo era, pero desde aquel día supe sin lugar a dudas que era lo que realmente me gusta".

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Cuando la familia musulmana de Salah descubrió que le gustaban los hombres, lo ataron e intentaron "sacar el gay que tenía dentro. Pero no funcionó. El gay no salió".

Pronto la prostitución fue su principal fuente de ingresos. Suele buscar a sus clientes cerca de una parada de autobús en las inmediaciones del parque Gan Hahashmal, una zona conocida por ser el punto de encuentro de muchos gais. "Vienen los hombres, me invitan a algo, me llevan a una habitación de motel y fin de la historia", explicó. "No tengo hogar, familia ni ayuda. ¿Qué otra cosa puedo hacer?".

Muchos hombres recurren a la prostitución porque no encuentran otra opción.

Sami creció en una familia musulmana tradicional en la zona oriental de Jerusalén. A los 14 años le diagnosticaron esquizofrenia, y a los 17 empezó a mostrar comportamiento suicida. Según él, un mes en un centro psiquiátrico y estar en compañía de "malas influencias" lo llevaron a la prostitución. "Vine a Gan Hahashmal con mis amigos", dijo, recordando su primera vez. "Me dijeron: 'Quédate aquí; vendrá un hombre en coche y te dará 100 o 150 NIS [entre 23 y 35 euros]. Luego métete en el coche con él".

Aquella experiencia le permitió descubrir su verdadera identidad bisexual y que le gustaba complacer a otros hombres y la libertad y el dinero que ello le proporcionaba. Asimismo, su trabajo le permite expresar su identidad sexual.

Cuando está con un cliente, Sami afirma que "hace de todo, porque en casa no puedo hacer nada".

Se han omitido los apellidos de los entrevistados para proteger sus identidades.

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Traducción por Mario Abad.