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¡vais A Morir!

En el transcurso de los próximos 30 años, el rápido avance de la tecnología será la causante de una explosión de inteligencia, otra guerra mundial y nuevas variantes de la especie humana. Según Hugo de Garis, profesor en la universidad de Xiamen en...

ENTREVISTA DE BRUNO BAYLEY

Foto de Thomas Hooper (extraída de su libro Book of Skulls)

En el transcurso de los próximos 30 años, el rápido avance de la tecnología será la causante de una explosión de inteligencia, otra guerra mundial y nuevas variantes de la especie humana. Según Hugo de Garis, profesor en la universidad de Xiamen en China e investigador puntero en el campo de la inteligencia artificial, esto nos va a aniquilar a nosotros, a vosotros, a sus nietos y a prácticamente cualquier bípedo sobre la faz de la Tierra.

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Vice: ¿Qué va a suceder en las próximas décadas?

Hugo de Garis:

Una explosión de la capacidad electrónica. Vamos a presenciar una unión cada vez más estrecha entre la neurociencia y la neuroingeniería. Averiguaremos cómo funciona el cerebro biológico, pondremos esos conocimientos en una máquina y lograremos así acelerar su potencia un millón de veces y sin límites de memoria.

Suena ominoso.

Dejará de haber una diferencia de inteligencia entre los robots y los humanos. Puedo ver una futura guerra en relación con esto. Imagina un grano de arena: si pudiera “nano-tecnologizarse” por completo sería posible introducir un bit de información en un solo átomo. Y ese bit podría activarse un trillón de veces por segundo. Ahora imagina todos los átomos que componen ese grano, activándose. Habría más capacidad de computación en ese grano de arena que en el cerebro humano. Mil millones de veces más, o algo así. Imagina incorporar ese grano nanotecnológico al cerebro de un recién nacido. Ya no sería humano, sería un “artilecto” [contracción de “intelecto artificial”]. Es aterrador.

Vale, ¿y cómo van a provocar los artilectos una guerra?

Veo a la Humanidad dividiéndose en dos, quizá tres grandes campos ideológicos. A la gente opuesta a la creación de artilectos los he bautizado como “terranos”. Son aquellos que creen que los seres humanos deben ser lo primero, lo prioritario. El segundo grupo, los “cosmistas”, son los que están a favor de la creación de artilectos. Creen que la vida humana normal es patética y que el destino del ser humano es progresar hasta ese siguiente nivel. Si ahora tenemos que padecer el racismo, espera a que se nos venga encima el “especismo”. Estas dos, como mínimo, feroces ideologías opuestas vendrán a representar en el siglo XXI la pugna entre capitalismo y comunismo.

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Por tanto, la amenaza procede del modo en que la tecnología divide a las personas…

Yo rechazo el panorama que plantea

Terminator

, el de los humanos contra las máquinas. Ese es un problema que se podría anticipar fácilmente, cundiría la alarma antes de que las máquinas se volvieran demasiado inteligentes. Intuyo la formación de distintos partidos políticos a un lado y el otro del debate, y a los grupos e individuos más radicales de ambos bandos iniciando acciones por su cuenta: se cometerán actos de sabotaje y asesinatos y todo culminará probablemente en una guerra a nivel mundial. Una guerra mundial a finales del siglo XXI arrojaría no millones, sino miles de millones de muertes. Ten en cuenta los avances armamentísticos del siglo XXI y la pasión que puede suscitar una lucha por la supervivencia del ser humano como especie. Es un tétrico escenario que he dado en llamar “Gigamuerte”.

Pero oiga, espere, ¿usted no está trabajando en un cerebro artificial?

Sí. La decisión de crear a estos artilectos es binaria: o lo hacemos o no lo hacemos. Personalmente opino que sería trágico para la Humanidad detener su evolución en el penoso estado actual.

Pero, por otra parte, si creamos a los artilectos, la Humanidad corre el peligro de entrar en extinción; ya por una guerra, ya por la posibilidad de que los mismos artilectos piensen, “vaya, este oxígeno que nos rodea es malo para nuestros circuitos, vamos a librarnos de él”. Podrían eliminarnos a todos sin siquiera darse cuenta. Cuando camino por una alfombra, probablemente estoy matando billones de bacterias con cada paso, pero no es algo que me importe lo más mínimo.