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Informe Global

Los hábitos y salud sexual del mundo entero (o casi)

ILUSTRACIONES DE JOHNNY RYAN

No me puedo creer lo que las chicas jóvenes hacen hoy en día”, dice André, un medio francés al que conocemos desde hace años. Su trabajo consiste en viajar de ciudad en ciudad e ir a fiestas, en las que conoce a centenares de personas nuevas cada noche. “Las cosas de las que le he oído a la gente hablar, y las que yo mismo he visto. Es espeluznante”.

“¿A qué te refieres?”, le pregunto. “¿Qué pasa, que salen mucho de fiesta?”

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“¡No, tío!”, replica él, su rostro encendido por una mezcla de guasa, escándalo y asombro. “Hacen de todo. Sexo anal en la primera cita, no hay problema. Gárgaras con corridas, atragantarse con pollas, ¿sabes? Una locura. Todo de forma totalmente voluntaria. ¡Me deja de una pieza! Yo creo que la culpa es de internet”.

“Probablemente”, digo yo. “Oye, tendríamos que contactar con todas las oficinas de Vice y decirles que hagan algún tipo de investigación con la chavalería que conozcan, y quizá también llamar a profesionales y organizaciones de la salud en aquellos países en los que no tenemos oficinas y juntarlo todo en una especie de ‘informe global’ sobre desafueros sexuales en todo el mundo. ¿Qué te parece?”

“Tengo una llamada”, dice él, y se aleja para hablar con no sé qué chica sobre lo que ella tiene previsto hacer más tarde.

ANDY CAPPER

EUROPA

SUECIA

Suecia puede, en apariencia, dar la impresión de ser el hogar de una socialdemocracia clínica y tranquila, pero una incursión en sus archivos sexuales revela un sórdido mundo de dolor personal y traumas vivenciales bullendo bajo su superficie de color gris pizarra. No sorprende que Julian Assange esté siendo procesado por no querer ponerse un condón; francamente, el soltador de bombas rubio debería ser encerrado por meterla sin protección en una nación con una tasa de entre el 50 y el 70 por ciento de herpes oral y genital. En los últimos años, los suecos se han embarcado en un carrusel de enfermedades sexuales: la gonorrea experimentó, sólo en 2010, un fantástico, y alarmante, incremento del 40 por ciento. Sólo el VIH es virtualmente inexistente en el país. Las suecas, cuando no están agregando nuevas capas de pestilencia en sus zonas bajas, se dedican a poner en práctica su célebre pragmatismo antisentimental a las células en mitosis en el interior de sus úteros. Suecia presenta un índice de embarazo juvenil súper bajo, lo cual se explica por el hecho de que también ostenta las más altas tasas de aborto de todo el planeta: un 69,7 por ciento de embarazos termina en interrupción. También muestran el mayor número de violaciones per cápita de Europa occidental, lo cual se explica en parte por la distinta definición que tienen allí de qué representa violación (como atestiguan las actuales tribulaciones de Assange). A pesar, o quizá a causa de tanto trauma uterino, Suecia acoge el mayor número de mujeres bisexuales per cápita de todo el mundo. En el preciso momento en que estés leyendo esto, decenas de miles se lo estarán montando en saunas, algunas vestidas como sirvientas francesas y muchas de ellas empleando bolas bucales y descomunales vibradores de varias velocidades.

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REINO UNIDO

A pesar de las constantes soflamas que aparecen en los tabloides acerca de que los jóvenes ingleses insertan sus colitas en los frufrús de ellas cada siete minutos a partir de los 9 años, la edad media a la que se perfora un himen es en Inglaterra de 16 años. Ha bajado, eso sí, respecto al año 2000, en que estaba en torno a los 18 años. Y en 2008 se reportó que, aunque la media sea de 16, más del 10 por ciento de las encuestadas admitió haber perdido el virgo a los 14 años o antes. Aparte de esto, la tasa de sexo-antes-de-los-20 es la más elevada del mundo con la excepción de Alemania. Vaaale, de acuerdo; quizá tengáis algo de razón, tabloides británicos. Las más recientes historias de horror-estupor-escándalo acerca del sexo adolescente en Inglaterra hablan de un 43 por ciento de jóvenes entre 16 y 24 años que han tenido, al menos, cinco parejas sexuales, y uno de cada cinco admitiendo haber tenido más de diez. Esta es una nación sexualmente dividida: en el lado opuesto de la escala, un 14,4 por ciento de encuestados no ha perdido aún la virginidad a sus 25 años. No obstante, resulta alentador que el número de hombres jóvenes que tienen su primera experiencia sexual con una prostituta bajara del 3,4 por ciento al 0,4 por ciento durante la pasada década. Los embarazos adolescentes no son nada nuevo y siguen declinando. De hecho, han caído en picado desde que tocaran techo en 1971. Al igual que las altas tasas tanto de vírgenes como de zorrupias, en la geografía inglesa se polarizan dramáticamente las estadísticas de preñeces antes de tener edad para votar: Lambeth está en cabeza con cerca de 80 embarazos por cada 1.000 chicas, mientras que Rutland County se queda en 18 por cada 1.000. Y eso que Rutland ni siquiera dispone de mesas de ping-pong decentes en sus centros cívicos para jóvenes.

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PAÍSES BAJOS

Cada vez que los políticos ingleses se ponen a echar espumarajos sobre el deprimente alto número de embarazos juveniles en el país, es habitual que algún subsecretario aparezca en

Newsnight

farfullando acerca de “adoptar el enfoque de Holanda en relación al sexo y la educación sexual”. Esto lo hacen porque las estadísticas son un convincente argumento para el liberalismo. Sólo un 5 por ciento de los holandeses ha fumado marihuana durante el último mes (en comparación con el 12 por ciento de los norteamericanos), y lo mismo se aplica a su hiperliberal actitud respecto al sexo adolescente, lo cual se traduce en una tasa de aborto un 20 por cierto menor que la de EE.UU. Y no sólo tienen menos abortos; los holandeses provocan sólo 12 embarazos adolescentes por cada 1.000 metesacas, cuando la tasa americana es de unos espectaculares 72. En contraste con la incómoda torpeza que demuestran los de Inglaterra y Estados Unidos, los papis holandeses entienden que los adolescentes sientan fuertes urgencias sexuales inflamándoles las zonas follógenas, saben que los jóvenes desean responder a sus impulsos y que, por tanto, posiblemente sea mucho mejor para todos que no los desahoguen en el asiento trasero del Ford Fiesta de Johannes o en la habitación desocupada que tiene el padre de un amigo de Gert en su casa de verano en Delft. Para las hijas que traen a sus novios a casa, el “no bajo mi maldito techo” ha sido remplazado por un casi compulsivo “sí, nena, tienes permiso para tragarte el pene de Sigurd hasta la garganta en tu habitación. Pero acaba antes de la hora de la cena”. En los Países Bajos, los calmos, comprensivos, hipersexualizados papás y mamás hablan sobre “preparación” y actúan como consejeros espirituales hippies durante la fase de “disposición emocional” que conducirá al primer gran revolcón.

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ITALIA

Los italianos. ¿Sementales? Más bien decrépitos pelmazos listos para entrar como materia prima en una fábrica de comida para perros. Los hombres italianos no sólo se empeñan en seguir viviendo con sus padres hasta que se casan, sino que la mayoría admite haber esperado hasta después de los 20 años para introducir sus salamis en unos agujeros de cannoli, lo cual los coloca en la misma categoría que paradigmas de la proeza sexual como los egipcios, los kazajos, los ecuatorianos y los filipinos. Aunque los jóvenes lo esquivan, sus padres, sin embargo, se dedican al sexo de buena gana y con entusiasmo. Entre la población italiana por encima de los 50 años se está dando actualmente un gran auge de las enfermedades de transmisión sexual. Es decir, que si ya odiabas la idea de que tus padres practicaran sexo, ahora tendrás que añadir a tu lista de preocupaciones que sus genitales supuren pus.

FRANCIA

En general, los franceses couchez 130 veces al año—una media que han mantenido con remarcable consistencia a lo largo de los últimos 20 años. Los adolescentes franceses lo hacen más que los de cualquier otro país europeo, pero también tienden a la monogamia mucho más que los ingleses. Cuando preguntamos si era normal para alguien que ha rebasado los 30 años haber tenido más de diez amantes durante sus años de soltería, sólo un 30 por ciento de los franceses respondió de forma afirmativa, comparado con el 59 por ciento de los británicos. El número medio de compañeras sexuales de un varón de entre 25 y 34 años de edad es de ocho; para las mujeres, el número se reduce a cinco. A los franceses, además, les encanta tener sexo mientras miran a otra gente hacerlo, y abundan los sobacos pilosos, incluso entre la población femenina de 20 años.

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ESPAÑA

El cliché de que las mujeres españolas son unas calentorras, inventado para vender paquetes de vacaciones durante los años 70, se está finalmente convirtiendo en una realidad. Hay vibradores en cada bolso, y hacer tríos y tener múltiples parejas son cosas populares entre las chicas que conocemos. En conjunto, los límites los establecen más los corrillos de amigas que los compañeros varones, lo cual significa que ellas pueden mostrarse celosas hasta el absurdo en sus relaciones y, al mismo tiempo, hipócritas en lo que se refiere a su propia promiscuidad. Pese a que las chicas se ríen en la cara de la Iglesia sobre el tema del sexo antes del matrimonio, persiste un rastro del perenne sentimiento de culpa católico en la reluctancia a usar preservativo. Sólo un 59 por ciento de los españoles sin pareja estable se pone gomas, y un 30 por ciento de los adolescentes admite no haberse plastificado jamás el rabo. La mayoría de chicas prefiere la píldora. Por consiguiente, la clamidia es la enfermedad venérea más popular en España, con fuentes católicas elevando nada menos que a un puto 70 POR CIENTO el número de chicas jóvenes que han estado infectadas en un momento u otro de sus vidas. Todo esto desemboca en que el número de fetos y zigotos que han sido extraídos de un útero con un aspirador haya disminuido desde que el año pasado se legalizara la píldora del día después: en 2010 se realizaron 4.000 operaciones menos que en 2009. Noticias acerca de la popularidad entre la población inmigrante latinoamericana de una píldora que provoca un aborto casero apuntan a la continuación de esta tendencia. El de la inmigración es el tema más espinoso que España tiene que abordar en la actualidad, y es alentador que el sexo interracial se esté convirtiendo en la norma antes que en excepción. Con inmigrantes de segunda generación llenando las escuelas secundarias, y ciudades grandes como Barcelona y Madrid batiendo el pasado año récords de visitas de turistas, España se ha convertido en un oloroso, resbaladizo crisol internacional de semen y saliva. Hay sujetadores africanos colgando de las lámparas, bragas colombianas sobre la sartén, calcetines suecos esparcidos por el suelo y cada domicilio parece una fábrica de ropa interior sexy que acabara de ser bombardeada.

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ORIENTE MEDIO

ISRAEL

El problema de las vidas sexuales de los israelíes es que no pueden evitar llevar la política hasta el dormitorio. Más concretamente, la política disfrazada de religión disfrazada de política. La tasa de nacimientos entre las parejas ultraortodoxas—que rechazan el control de natalidad al considerar que tienen el deber divino de poblar las tierras de Canaan de pequeños y buenos

menschen

—sobrepasa con holgura la de los judíos seculares. Así, por ejemplo, la tasa total de fertilidad (TTF) entre los muy religiosos Ashkenazi Haredim ascendió del 6,91 de 1980 hasta el 8,51 de 1996, y las cifras de 2008 se estima que sean aún mayores. Esto, en comparación con una TTF a nivel global del 2,61. Un desglose vendría a arrojar un 2,9 para los judíos, 3,73 para los musulmanes, 2,15 para los cristianos y 1,56 para “otros”. El efecto neto de esto vendría a ser el de una bomba demográfica de relojería; significa que cualquier intento de reconciliación entre israelíes y palestinos deberán negociarlo en los próximos 20 años los bebés de los tipos de semblante adusto y pesado casquete en la cabeza. Ahora, al menos, Israel tiene las leyes más liberales de todo el Medio Oriente en lo tocante a la homosexualidad. Yahweh les ha recompensado por esto con una lluvia de fuego y azufre sexual en forma de la tasa de enfermedades venéreas más alta de Oriente Medio.

IRÁN

Los iraníes son como nosotros, ni más ni menos. Si les pinchas, ¿acaso no sangrarán? Si clavas agujas sucias en sus brazos, ¿no contraerán el VIH? Pues sí, probablemente: 21.000 casos admitidos por el ministerio de salud, a pesar de que el sexo extramarital es ilegal y castigable con… uh, déjame mirarlo… sí, con la muerte. Por supuesto, un 69 por cierto se debe, o así se declara, a las agujas sucias, y un 8,9 por ciento al sexo sin protección, si bien la cifra es de un 18 por ciento para aquellos que han sido diagnosticados en los últimos 12 meses. Un 40 por ciento de los afectados de SIDA tiene entre 25 y 34 años.

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Sin embargo, a pesar de lo que hayáis podido oír por ahí, existe cierto pragmatismo en el núcleo de la vida iraní que explica que los médicos estén autorizados a darle a las chicas jóvenes lecciones sobre la correcta colocación de los condones (con unas cuantas condiciones obvias: en el seno del matrimonio y con las luces ya apagadas).

También aquí el liberalismo se extiende por todas partes. Los homosexuales que se entreguen a la práctica de hacer el amor tienen, tras recibir su sentencia de muerte, el derecho legal de escoger entre cuatro métodos de ejecución: ahorcamiento, lapidación, decapitación o despeñamiento desde un punto elevado. Un consejo: optad por esto último. No hay color. Incluso frotar el pene gay de uno contra los muslos de alguien, sin que haya penetración, se castiga con cien latigazos. Si este acto de frotamiento se ha llevado a cabo tres veces (y los 300 latigazos, inexplicablemente, no te han quitado la idea de la cabeza), entonces ambos varones son condenados a muerte. Pero si un pecador se arrepiente y confiesa su comportamiento gay antes de “ser identificado por cuatro testigos”, aún puede ser perdonado. Los “besos con deseo” entre dos hombres también están prohibidos, ya que las autoridades clericales tienen la firme determinación de erradicar la tradición persa, más antigua, de los lazos íntimos masculinos: en este país, antes de los ayatolah, los besos entre dos hombres eran simplemente una señal de afecto normal entre colegas. El sexo no es sino una puesta al día en el nuevo milenio de esa práctica.

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ARABIA SAUDÍ

Arabia Saudí no es la clase de lugar en el que un pene insertado de forma casual se quede sin protestas. Aquí existe la segregación sexual; es decir, hombres y mujeres apenas se mezclan, a menos que estén casados. Para aquellos que no lo están, el contacto constante con personas del mismo sexo convierte el país en una incubadora de homosexualidad situacional, al igual que sucede en una prisión. Esto, ¡cómo no! se castiga con la muerte, pero parece que uno se acostumbra a tener su propia vida y destino en las manos cuando ha tenido “ese” amigo especial en la boca unas cuantas veces. En agudo contraste con esos rampantes liberales de Irán, el gobierno saudí no hace públicas las estadísticas sobre el SIDA; de esto se deduce que la nación debe ser una especie de país de las maravillas libre de SIDA para los buenos musulmanes. A pesar de toda esa fantástica homosexualidad situacional que están allí viviendo en secreto, los saudíes siguen sin estar satisfechos. El periódico

Al-Madina

revelaba que, en el país, un 45 por ciento de los hombres de mediana edad se sentían insatisfechos con sus vidas sexuales. Un 10 por ciento estaba recibiendo algún tipo de tratamiento médico al respecto, y otro 10 por ciento recurría, al parecer, al “autotratamiento”. ¿Y las mujeres? ¿A quién le importan? A algunas personas. Pero están fuertemente reprimidas.

PAKISTÁN

La sociedad pakistaní es deprimentemente jerárquica y terriblemente pobre; tanto, que muchos varones sin hogar, sin recursos y sin posibilidad de encontrar esposa, recurren a la prostitución. Ídem para las mujeres. Muchas mujeres empobrecidas y sin marido terminan prostituyéndose para ganarse la vida. Tíos, tíos, tíos, tíos… debe haber una solución a todo esto al alcance de la mano, ¿no? Aunque la prostitución está totalmente prohibida debido a lo que los imanes califican como “un comportamiento de mierda que socava los sagrados fundamentos del Islam”, lo cierto es que sólo en Karachi hay, como mínimo, 100.000 trabajadoras sexuales, según informan las organizaciones locales de asistencia social, y una cifra aproximada de 50.000 trabajadores sexuales varones a lo largo del país. Los llamados Malishias, antaño masajistas tradicionales, se han convertido en Pakistán en un recurso habitual para el sexo entre hombres, según parece atrayendo a sus clientes con “masajes en sus partes íntimas y masturbación”. La mayoría de los tratos sexuales se saldan por un precio de entre 1 y 3 dólares, una suma con la que el chico que te limpia los zapatos sólo puede soñar. El precio, por supuesto, determina la cantidad de clientes a los que un Malishia puede atender en un día para llegar a un nivel mínimo de subsistencia. Los datos disponibles más fiables sugieren una media de 2,3 cada 24 horas.

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Al igual que en Tailandia, en el subcontinente indio existe una efervescente población travela. Mientras que en India son pedigüeños y extorsionadores, en Pakistán encuentran trabajo más lucrativo como prostitutas. Los transexuales (

hijras

) consiguen más acción que sus contrapartidas masculinas, y quizá eso explique por qué la tasa de SIDA es más alta entre ellos que entre los trabajadores sexuales tanto masculinos como femeninos. Un transexual le dijo recientemente a unos entrevistadores que no tenía problema en atender a 20 clientes al día. Lo que se dice trabajo, no le faltaba.

ASIA

COREA DEL SUR

A pesar de comerse el desayuno usando sus iPads como bandejas y de emplear diminutos robots para que les aten los cordones de los zapatos, la juventud surcoreana se encuentra entre la más conservadora del mundo en materia de sexo. Un 33 por ciento afirma que nunca mantendría relaciones prematrimoniales, o que el sexo sólo es aceptable si tienes previsto casarte. Corea del Sur presenta la tasa más baja de embarazo adolescente de todo el mundo: tres por cada mil personas. Puede que esto se deba a que los surcoreanos son los mayores pajilleros del mundo. O, como mínimo, los que más dinero gastan en pornografía. Un alemán medio destina unos 5,60 euros anuales a los estímulos visuales, y un japonés, superándole holgadamente, invierte en el tema alrededor de 114 euros. Ambos quedan en ridículo al lado de los coreanos. Cual pavos de ojos desorbitados, esta gente se las arregla para dejar atrás las cifras niponas, de por sí desconcertantes, y elevar el marcador a la estratosfera: la friolera de 383 euros se gasta al año un ciudadano surcoreano medio en material que le subleve las gónadas. Para poner esta cifra en contexto: Corea del Sur copa el 27 por ciento del mercado de la pornografía a nivel mundial.

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Y no es una cuestión de que los surcoreanos estén hipersexualizados siendo, al mismo tiempo, contraceptivamente conservadores. Es que prácticamente no están teniendo sexo. La cifra media de encuentros sexuales es de 4,4 al mes; una cuenta que les convierte en la segunda población menos folladora del mundo, sólo por detrás de la de Taiwán. En conjunto, este letárgico grupo es el equivalente humano de esos pandas vestidos con negligés que tan bien lubricados tienen en el zoo de Taipei.

Por si sus deprimentes vidas sexuales y la constante amenaza de que les invadan un millón de comunistas con uniforme negro venidos de su vecino del norte, la de Corea del Sur es también la población que más elevado grado de insatisfacción reporta, tanto hombres como mujeres, ante “el grado de firmeza alcanzado durante la erección” (85 y 76 por ciento respectivamente). Curiosamente, se trata también del país no islámico y no judío con mayor índice de circuncisiones: por encima del 80 por ciento. ¿Y eso? Bueno, no hay una razón de peso, que aquí sepamos. Tal vez se deba al contacto con el ejército americano durante los años 50, cuando los doctores coreanos consideraban la operación como un ejercicio de alta costura.

AUSTRALIA

Pese a todos los chistes que puedan hacerse acerca de que los australianos se zumban a las ovejas, hay en ello algo verdadero y fundamental que refleja la vida sexual que tienen en nuestras antípodas: allí no les importa nada, lo que se dice nada, a quién se follan.

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El 9 por ciento de los australianos se define como libertino, y otro 3 por ciento dice estar “casado, pero en una relación abierta”. Un 8 por ciento adicional de personas solteras afirma tener relaciones libres, y un 30 por ciento de los australianos dice haber tenido sexo con 21 personas o más. Es resumen, que además de mentirosos son fanfarrones.

Los australianos no sólo gastan en pornografía tres veces más que los ingleses (en total, cerca de dos mil millones de dólares), sino que también se ponen detrás de la cámara más que la mayoría: la cuarta parte de las personas que entrevistamos en 2010 tenían fotos sexuales de alguna pareja suya en el teléfono móvil, y, en conjunto, una tercera parte tanto de hombres como de mujeres había creado su propia pornografía casera. De hecho, más que en ninguna otra parte del mundo la relación que en Australia tienen con la pornografía parece haber codificado sus prácticas sexuales en la vida real. Más del 2,5 por ciento de las mujeres que encuestamos afirmó tener un piercing en el clítoris. El 51 por ciento de las australianas se afeita el pubis, mientras que sólo un 10 por ciento mantiene su vello público a su frondoso natural. Un sólido 37 por ciento de las mujeres australianas dijo disfrutar practicando el sexo anal, por un 30 por ciento que se opone a él. Hasta un 27 por ciento de los hombres hace llamadas obscenas al azar con objeto de concertar un encuentro sexual, y un 29 por ciento de mujeres responden a ellas. “Aguántate, Sheila” parece ser algo del pasado: un 8,5 por ciento de mujeres tienen 5 o más orgasmos durante la práctica del sexo, y un 17 por ciento de hombres tienen al menos dos.

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En realidad, como en toda buena farsa sexual, es de los vecinos de quienes de verdad te tienes que preocupar: el país con las mujeres más promiscuas del mundo no es Oz. Es Nueva Zelanda.

AMÉRICA DEL NORTE

ESTADOS UNIDOS

No es extraño que los americanos estén siempre calentándose la oreja unos a otros acerca del aborto. Estados Unidos presenta, y de largo, la tasa más elevada de embarazos juveniles de todo el mundo desarrollado: 55,6 nacimientos de cada mil corresponden a madres adolescentes, batiendo por paliza tanto a los 33,4 de Nueva Zelanda como a los 29,6 del Reino Unido. Pero, mientras la tasa de embarazos prematuros ha ido en declive desde que alcanzara su punto más alto en 1971, Estados Unidos ha experimentado recientemente un incremento del número de madres muy, muy jóvenes. El aumento de mamis adolescentes ha ido aumentando gradualmente desde 2005, que por casualidad, o no, fue el año en que murió el papa Juan Pablo II. Por supuesto, podría tratarse simplemente de lo que un economista llamaría “exigencia de sustitución”: la tasa de abortos entre adolescentes muestra un ligero declive desde que aumentara un 3 por ciento entre 2005 y 2006.

Los jóvenes americanos no sólo lo hacen ahora más a menudo (lo de follar, queremos decir), también lo hacen

mejor

: en 2007, un 62 por ciento de universitarios afirmaba utilizar condón, una cifra que en 1991 sólo llegaba al 46 por ciento. Lo que no ha cambiado mucho es que allí se siga fornicando dentro de unas fronteras raciales claramente delimitadas. Los afroamericanos copan con un 55 por ciento los diagnósticos de VIH entre personas de entre 13 y 24 años de edad, mientras que un 48 por cierto de chicas afroamericanas padece un tipo u otro de enfermedad de transmisión sexual. Entre mujeres caucásicas y latinas, la cifra se reduce a un 20 por ciento.

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Al igual que sus iguales en los Países Bajos e Italia, los norteamericanos de mediana edad están contrayendo ahora más enfermedades venéreas, algo que podría explicarse por el hecho de que internet haya conseguido que el sexo intergeneracional parezca más divertido que una noche en el bingo con actuación de un humorista. Un estudio reciente revelaba que se daban casi un 50 por ciento más de casos de enfermedades de transmisión sexual entre hombres mayores de 40 años que en 1996. Y que los hombres que utilizan Viagra duplican las posibilidades de contraer alguna enfermedad. Esto tiene sentido. Cuando alcanzas cierta edad, es probable que quieras asegurarte de que la última vez que practicas sexo antes de morir esté libre de forros de látex. Seamos consecuentes: si ya no te queda otra que recurrir a las píldoras para que el ciruelo se te ponga duro, ¿qué importancia tiene una ligera sensación de quemazón al orinar?

JAMAICA

Parece que a los jamaicanos les encanta lo que los investigadores llaman “sexo transaccional”. La prostitución está tan desarrollada en la sociedad y la cultura jamaicana que se ha creado una enorme subeconomía en torno suyo: los hombres ricos y las mujeres pobres intercambian favores sexuales por prácticamente cualquier cosa, entre lo que cabe incluir coches, zapatos, vestidos, alojamiento, comida, drogas, transporte hasta las tiendas, barritas de caramelo, gomas elásticas, montones de arena, extremidades artificiales, pelotas saltarinas y lo que se tercie. De hecho, varios estudios sugieren que cerca del 27 por ciento de la población se dedica a algún tipo de sexo transaccional.

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La baja cotización actual del sexo transaccional es lo que ha hecho de Jamaica un centro neurálgico del turismo sexual femenino a nivel global—mujeres occidentales ricas de vacaciones en compañía de amigas con el objetivo último de dormir con “chicos de la playa” a cambio de la tarifa habitual de dinero o baratijas. Se estima que cerca de 80.000 mujeres viajan cada año a Jamaica en busca no de dub sino de sexo.

De la población jamaicana con SIDA, un 65 por ciento son mujeres. El 9 por ciento de las trabajadoras sexuales tienen SIDA, así como una tercera parte de los hombres gay. En conjunto, sin embargo, sólo un 1,6 por ciento de los jamaicanos tiene SIDA, una cifra bastante por debajo de la media regional, que es del 3 por ciento. Ministros de salud de otros países de la zona visitan Jamaica para ver qué pueden aprender sobre erradicar el virus. Quizá tenga algo que ver con la sabida fobia que sienten los jamaicanos por los hombres gay, y que el gran profiláctico de toda esa región sea la homofobia.

Cuando no están follando con amas de casa menopáusicas de Iowa o negándose a contraer el SIDA, los jamaicanos practican el sexo de forma tan prolífica que refuerza todos los viejos estereotipos: un 76 por ciento de varones de entre 15 y 24 años afirma haber tenido múltiples relaciones en los últimos doce meses. Pero, mientras los hombres jóvenes han tenido una media de cinco compañeras sexuales a lo largo del año, sus contrapartidas femeninas presentan una estadística distinta y desconcertante: 1,4 compañeros. Así pues, los jamaicanos: buenos en el sexo, malos con las matemáticas.

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AMÉRICA CENTRAL

MÉXICO

Puede que los mexicanos estén hasta el cuello de asesinatos a manos de cárteles de la droga, pero, ¿por qué pasarte los días en funerales de niños, abatido, con la cara larga, cuando en la comodidad de tu casa puedes gozar de un sexo fantástico? En conjunto, las mexicanas son las mujeres más satisfechas en el dormitorio que hay en todo el mundo (más del 70 por ciento declaran sentirse totalmente satisfechas), y también los hombres reportan el nivel de satisfacción más elevado del mundo, un 78 por ciento. Esto puede deberse a que unas y otros también declararon que las erecciones que proporcionaron y tuvieron eran más firmes que las de cualquier otro rincón del planeta, poniendo a los mexicanos en el extremo opuesto de los súper fláccidos coreanos. Por supuesto, podría ser la calidad del sexo que mantienen lo que está provocando las más sólidas erecciones conocidas por mujer alguna—científicos y sexólogos encuentran a menudo difícil distinguir entre causa y correlación. A excepción de ciertos sectores de población de alto riesgo (como las prostitutas de Tijuana que se inyectan heroína; el 12 por ciento de ellas tiene VIH), la tasa de SIDA en México es relativamente baja. El problema está en los trabajadores de las provincias al oeste del país que emigran a Estados Unidos en busca de trabajo y se trajinan algún chochito gringo antes de regresar con sus pacientes esposas y contagiarles el VIH. En Zapatecas y Michoacán, uno de cada cinco casos de SIDA es de alguien que estuvo viviendo en EE.UU. No creemos que fuera esto lo que los mexicanos tenían en mente cuando se firmó el Tratado de Libre Comercio con América del Norte.

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AMÉRICA DEL SUR

BRASIL

Los brasileños son los nuevos italianos. No sólo presentan una media de edad baja para el primer encuentro sexual—16 años—, también sus coitos duran más que los de ninguna otra nación (una media de 30 minutos sin sacarla, si hemos de creerles). Comparad esto con Rusia—los segundos más rápidos eyaculadores, 12 minutos—y con los grandes ases de la precocidad, los tailandeses, con 10 minutos. Los brasileños no sólo pasan la mayor parte de su tiempo conjurando imágenes de niños malnutridos y accidentes de coche para retrasar la eyaculación, también son los que más veces follan: suya es la tasa de encuentros más elevada del planeta, con una media de 7,7 polvos por cada cuatro semanas. El uso de condón ha aumentado en los últimos años, lo cual es positivo ya que en Brasil cualquier clase de aborto se considera un crimen y, en consecuencia, el índice de mortalidad entre las mujeres que abortan en clínicas-carnicerías clandestinas es estratosférico. El gobierno brasileño fue el primero en crear tarjetas que podían enviarse por correo a parejas sexuales previas para informarles, al más puro estilo Hallmark, que podrían haber contraído la enfermedad venérea que le acababan de diagnosticar al remitente. A todo esto hay que añadir que los transexuales brasileños son más despampanantes que cualquier mujer, y que la mayoría tienen la piel del pene suavísima como resultado de la constante aplicación de aceite de coco.

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ÁFRICA

NIGERIA

Dado que los nigerianos se encuentran entre los más destacados practicantes de la circuncisión femenina, existe una importante brecha en sus vidas sexuales: hay un abismo enorme entre el caótico “aquí te pillo aquí te follo” de los urbanitas de Lagos y las poco interesantes, cuando no traumáticas, vidas sexuales de las personas que viven en áreas rurales, a día de hoy todavía marcadas por ancestrales tabúes sexuales. La circuncisión femenina es nada menos que del 25 por ciento; elevadísima, pero aun así una cifra mucho mejor que la de su vecina Guinea, que es de un terrorífico 98 por ciento.

En Nigeria, más que en casi cualquier otro lugar, quién eres es lo que determina cómo es el sexo que tienes. Un estudio sobre hábitos sexuales masculinos llevada a cabo por organizaciones religiosas reveló que, con un 30 por ciento, el de “Otros” (principalmente religiones tribales) es el segmento de población con mayoría de pertenecientes al apartado “alto número de parejas sexuales”. Le siguen los protestantes con un 28,9 por ciento y, de forma nada sorprendente dada su afición a coser hendiduras genitales e invocar la Sharia, los musulmanes, cuya tasa es la más baja: 12,5. Entre las mujeres, sólo las católicas (11,8 por ciento) y las protestantes (2,6 por ciento) tienen representantes en la categoría “alto número de parejas sexuales”. Para los nigerianos, el dinero es tan importante como la religión a la hora de determinar quién se zumba a quién—ese mismo estudio desveló que los hombres y las mujeres con un estatus económico elevado tenían más

affaires

. Pues vale.

NÍGER

En cuestión de embarazo adolescente, las mujeres nigerinas hacen que las norteamericanas parezcan coreanas. En Níger tienen la tasa más elevada del mundo, un 233 por cada mil (en comparación con EE.UU, que es de 55 por cada mil). En parte, su éxito en este aspecto tiene que ver con la tradición del país de concertar matrimonios a edades súper cortas. Y a que allí no gustan las tetas caídas.

SUDÁFRICA

Sudáfrica es, básicamente, una excusa perfecta para que el equipo de

Team America

entone su canción “Todo el mundo tiene SIDA”. Tu madre, tu padre, tu hermano, tu prima, el jardinero, el tipo de la tienda de

delicatessen

de la esquina… “SIDA” es la palabra que está en todos los labios, igual que el inmunovirus está en los fluidos genitales de todo quisque. La incidencia del VIH tuvo su punto álgido en 2002, con un asombroso 11,4 por ciento. Ha ido bajando desde entonces, llegando en 2009 al 10,2 por ciento. Al igual que la mayoría de cosas que suceden en el continente africano, las más afectadas son, cómo no, las mujeres: la tasa de VIH entre ellas es del 13,6 por ciento, por un 7,9 por ciento entre los hombres. Cada día se dan 1.400 nuevas infecciones de VIH y 1.000 muertes a causa del SIDA. A pesar de los millones de dólares en ayudas y de los fondos oficiales destinados a concienciar a la población de la necesidad de practicar sexo seguro, predicar con el ejemplo no es algo que se haga mucho. En 2008, cuando el presidente sudafricano Jacob Zuma fue a juicio acusado de haber violado a una mujer de la que se sabía que tenía el VIH, declaró que se había dado una ducha tras el acto para disminuir el riesgo de infección. Zuma, desde entonces, ha sido padre de su vigésimo hijo. Afortunadamente, algunos empresarios privados sí han tomado buena nota de la propaganda oficial. Cuando el productor cinematográfico Tau Morena financió el año pasado la primera película porno sudafricana con plantel actoral enteramente negro, lo hizo a condición de que el talento masculino llevara condones. Al final del rodaje habían agotado una plantación entera de caucho.

Esto es todo, chicos y chicas. ¡Cuidado ahí fuera!