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Los gorilas de montaña cada vez lo tienen más difícil en África

La caza furtiva y la guerra civil no son las únicas amenazas a las que se enfrenta la menguante población de estos animales.

​Los cazadores furtivos y las guerras civiles en las que parece estar continuamente sumido el continente africano, fueron percibidos durante mucho tiempo como las grandes amenazas a las que debía hacer frente la última población que queda de gorilas de montaña en el mundo. Actualmente, dicen los conservacionistas, la transmisión de enfermedades de humanos a primates podría suponer un peligro incluso mayor para su existencia.

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"Los Gorilas no están inmunizados contra muchos de los virus que contraemos como seres humanos", explica Eddy Kambale, un veterinario de Gorilla Doctors, un grupo fundado en 1986, dedicado a tratar a gorilas enfermos o heridos en plena naturaleza. "Un virus puede acabar con una población entera de gorilas".

Los gorilas de montaña están en grave peligro, según afirma la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN). Se calcula que, actualmente, quedan menos de 900 ejemplares de gorilas de esta especie en los frondosos bosques de la frontera entre la República Democrática del Congo (RDC), Ruanda y Uganda. Kambale y Gorilla Doctors tienen por objetivo garantizar que la población se mantenga saludable y estable.

Vice estuvo con Kambale en el Parque Nacional de Virunga en RDC. Kambale se encontraba realizando un chequeo rutinario a una familia de gorilas, aunque estaba especialmente preocupado por encontrar a un gorila macho adulto y herido llamado Mawazo, al que había tratado dos semanas antes.

Los gorilas comparten cerca de un 95 por ciento de su material genético con los seres humanos. Precisamente esto hace que la transmisión de enfermedades entre las dos especies sea particularmente fácil. El reciente brote de ébola en África Occidental, que podría haberse originado a partir de carne infectada procedente de animales salvajes, es solo el último ejemplo de hasta qué punto la salud animal y la de los seres humanos están íntimamente conectadas.

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Pero el problema es de doble dirección.

"Las enfermedades más comunes que vemos en los gorilas son las enfermedades respiratorias, como por ejemplo la gripe", nos dijo Kambale. "Los gorilas", añadió, "tienen mayores probabilidades de contraer el virus a causa del contacto con los turistas visitantes". Por este motivo, los amantes de la naturaleza, que van en busca de una mirada poco común de estos primates en su hábitat natural, tienen que usar una máscara que les cubra la boca y la nariz. Hay mucho en juego — las enfermedades infecciosas representan alrededor del 20 por ciento de las muertes de gorilas que viven en estado salvaje.

Kambale ha trabajado con gorilas desde 2004 y está acostumbrado a todo tipo de contratiempos. Ha sido atacado por primates enfurecidos y detenido por los ejércitos rebeldes que patrullan la disputada región oriental de la RDC. Sin embargo, esta vez, otro tipo de problema ha frustrado su búsqueda del malherido gorila en el exuberante Parque Nacional de Virunga — varios elefantes africanos de la sabana han abierto un inmenso sendero a través de la selva, borrando las huellas que permiten seguir el rastro de los gorilas.

"Es difícil seguir el recorrido correcto, el que pertenece al gorila", nos dijo, mientras se escuchaba entre los árboles el rugido de un grupo de elefantes. "Por no mencionar la agresividad que caracteriza a los elefantes. Podrían incluso matarte".

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Los guardas forestales encargados de seguir el rastro de los gorilas acompañan a Kambale en cada una de sus expediciones, proporcionándole asistencia y protección. Van armados por si se encontraran con elefantes enfurecidos o, aún peor, con cazadores furtivos.

Kambale dice que debido a los pocos gorilas de montaña que quedan en estado salvaje, los responsables del parque nacional, comprueban cada día sin falta algún animal. No obstante, la interacción diaria entre los rastreadores de gorilas y estos primates, además de la presencia de turistas, conlleva el riesgo de que los rastreadores puedan contagiar a los gorilas con algún tipo de enfermedad.

Tras varias horas de caminata a través de los imponentes bosques de bambú, evitando ejércitos de hormigas migratorias y zarzas espinosas, Kambale y su equipo localizan a Mawazo y a su familia. El grupo cuenta con ocho gorilas, la mayoría de los cuales son machos. Mawazo y otro "espalda plateada" llamado Kidogo, explica Kambale, están en una lucha constante por las pocas hembras que hay en el grupo. Con Mawazo como ganador habitual hasta el momento, los enfrentamientos están teniendo graves consecuencias. En la última visita de Kambale, a Mawazo le colgaba un trozo de piel del ojo izquierdo, haciéndole así más susceptible al contagio.

Cuando un gorila se pone enfermo, Kambale y su equipo pueden administrar una inyección de antibiótico utilizando una pistola de dardos. No obstante, en los casos más críticos, el equipo a veces separa al gorila del resto del grupo a fin de poder suturar correctamente las heridas. Es un trabajo arriesgado, los miembros de la familia a menudo se enfurecen cuando se aísla a uno de los suyos, a veces se vuelven agresivos y cargan contra los propios veterinarios.

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"Es difícil tomar la decisión de intervenir", nos dijo Kambale. "En la vida el riesgo cero no existe, en ningún lugar".

Kambale toma notas sobre la salud de cada primate. Revisa la frecuencia respiratoria y explora sus ojos y nariz para identificar cualquier líquido que pudiera indicar la aparición de una enfermedad. "Todos parecen estar sanos", dice Kambale, mientras toma algunas fotos del grupo, sobre todo de Mawazo, cuya herida parece estar curándose bien.

Ha pasado una hora desde que hallamos a Mawazo y a su grupo, y el sol empieza a esconderse por detrás de la montaña. Es hora de que Kambale y su equipo inicien el regreso a casa. Los gorilas, por otro lado, también deben empezar a construir los nidos donde van a pasar la noche.

Kambale volverá nuevamente en un par de semanas para realizar un nuevo chequeo a Mawazo. Para entonces, puede que haya perdido su lucha contra Kidogo. De cualquier manera, Kambale asegura que va a estar allí para ayudar a mantener a la familia sana.

En los últimos 25 años, Gorila Doctors ha realizado más de 400 intervenciones médicas. Solo este año han tratado dos brotes de enfermedades respiratorias entre los gorilas de montaña, y ninguna de ellas ha causado víctimas, afortunadamente. Con el enfoque adecuado en la atención veterinaria y un programa de turismo bien gestionado, Kimbale tiene la esperanza de que estos animales continúen habitando en el Parque Nacional de Virunga para las generaciones venideras.

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"Nuestro trabajo es salvar a los gorilas, uno a uno", afirmó.

Elaisha Stokes es miembro de la Fundación Internacional de Mujeres en los Medios en la República Democrática del Congo.

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