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Cultură

Hablamos con el guitarrista de Charles Manson sobre su obra artística mientras cumple condena por asesinato

Bobby Beausoleil era socio de Manson y el asesino de Gary Hinman. Entre los trabajos realizados entre rejas está la banda sonora de la "Lucifer Rising", de Kenneth Anger.

Bobby Beausoleil era socio de Charles Manson y el asesino de Gary Hinman, crimen por el cual fue condenado a muerte. Sin embargo, Beausoleil sigue vivito y coleando y está cumpliendo una condena conmutada a cadena perpetua en la penitenciaría del estado de Oregón.

Hace poco hablé por teléfono con Beausoleil en un par de ocasiones. Pero esta entrevista no se centra en Manson o el asesinato, sino en su vida antes y después de la muerte de Hinman. Antes del asesinato, Beausoleil era un guitarrista prometedor en el panorama musical de Los Ángeles, y había tocado con rockeros de los 60, como Arthur Lee de Love, y sí, trabajó en el álbum de Manson, Lie: The Love and Terror Cult.

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También ha publicado varios discos, que grabó durante su tiempo en prisión con otros reclusos músicos. Entre los trabajos realizados entre rejas está la banda sonora de la legendaria película underground Lucifer Rising, de Kenneth Anger, un proyecto en el que también participaron Mick Jagger y Jimmy Page. Muchos de esos discos se grabaron con instrumentos que él mismo había fabricado en prisión, como una especie de sintetizador de sonido con forma de guitarra al que bautizó como syntar.

Su talento también se extiende al ámbito artístico: Beausoleil vende su prolífica obra a través de su web y ha aprendido animación digital de forma autodidacta. El año pasado publicó el primer segmento de una animación titulada Professor Proponderus, creada con la idea de ayudar a niños cuyos familiares están cumpliendo condenas a sobrellevar la situación.

Esto es lo que me contó Beausoleil sobre su trayectoria musical tras los barrotes, la creación de instrumentos y la animación digital.

VICE: Has publicado seis álbumes muy distintos durante estos años en prisión. ¿Por qué decidiste continuar haciendo música después de que te encerraran?

Bobby Beausoleil: No creo que tuviera que tomar ninguna decisión porque es algo que llevo dentro. Nací para eso. Era solo cuestión de ponerme en situación para poder volver a hacer música. Cuando entré en la cárcel, estuve dos años en el corredor de la muerte. Allí no se permiten los instrumentos, así que no podía tocar. La verdad es que fueron tres años, si contamos con el periodo del juicio.

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Luego me trasladaron a San Quentin e inmediatamente conseguí una guitarra, una pequeña Harmony acústica, muy barata. Poco a poco llegamos a montar un pequeño espectáculo y nos lo pasábamos muy bien. A partir de ese punto fui buscando mi lugar para poder dedicarme a hacer música en serio, cosa que no sucedió hasta que me trasladaron a la Prisión de Tracey, en California, donde empecé a trabajar para establecer un programa musical.

En el centro de Tracey no había habido ningún programa musical desde la década de 1950, cuando los presos formaron una especie de charanga. Encontré unos cuantos instrumentos de los que habían estado utilizando entonces, como un par de clarinetes, un saxo y un par de trompetas. El resto lo vendimos. Con el dinero que sacamos, compramos un par de amplis y otras cosas. También conseguimos algo de dinero del departamento comercial para unos altavoces y una batería, y ya estábamos listos. Fue entonces cuando me puse a tocar en serio. Formé una banda llamada Freedom Orchestra.

¿Cómo encontraste a los otros miembros?

No había mucha gente en la prisión, por lo que no me fue difícil averiguar quién podría estar interesado en tocar. Aunque al principio n había ningún programa musical en Tracey, sí que había un grupo de tíos que se reunían para tocar. Uno de los oficiales del correccional, un lugarteniente, les dejaba tocar en el comedor fuera de las horas de comida. Unos cuantos tocaban la guitarra acústica y otro usaba una sartén como batería o algo así. Eso era todo lo que había cuando yo entré.

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Cuéntame cómo es tu rutina. ¿Os dejan tocar cuando queréis?

Al principio estaba programado, todo muy riguroso. Para poner en marcha el programa tuve que negociar mucho con la administración y con los reclusos, mis compañeros. Odio la palabra "recluso", por cierto. Lo más fácil fue tratar con los que estaban interesados en tocar, pero el resto era todo negociar: para obtener financiación y para que nos dejaran un sitio donde tocar, una sala apropiada para una banda. Y conseguimos una. Tuve la suerte de encontrar una antigua barbería que ya no se usaba. las ventanas daban al centro de control, así que los funcionarios podían vigilarnos mientras estábamos allí. El tema de la supervisión es muy importante. Tienes que dejar que te vigilen, si no, no puedes reunirte.

Una vez tuvimos la sala, empezamos a programar las horas. Teníamos varios grupos, porque había que tener en cuenta el equilibrio étnico en el programa musical de cualquier prisión; si no, podía haber conflictos. Así que teníamos un grupo de soul, uno de rock, uno de country y una banda mexicana.

¿Tú tocabas en todos?

Toqué en un par de ellos. Mi grupo era el de rock, la Freedom Orchestra. No tocaba mucho en la banda de country, me mantuve al margen. De vez en cuando me dejaba caer en los ensayos del grupo de soul y tocaba blues y R&B. Me gusta tocar esos estilos.

Es curioso que tocaras en la banda de soul. Leí una de las transcripciones de una de las audiencias sobre tu libertad condicional en las que te preguntaban si eras racista. ¿A qué vino eso?

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[Risas] Pues mira, muy buena pregunta. No tengo nada de racista, tío, nada. Desde que empecé con la música, he tocado música étnica, por lo que no sé a qué venía esa pregunta.

Bueno, de hecho, creo que sí sé a qué venía, pero no es cierto. Todo se debe a una idea preconcebida sobre mí. Cuando tenía 17 años y había empezado a dedicarme a la música de forma profesional, toqué con Arthur Lee y Johnny Echols en un grupo llamado Grass Roots, que luego pasaría a llamarse Love. Era una banda con variedad racial. A mí me encantaba el R&B. Sería absurdo que me gustara tanto ese género y por otro lado, tuviera una actitud racista hacia los negros. No tiene sentido.

Hubo un incidente en San Quentin en el que me vi involucrado por defender a un amigo mío. Fue un altercado entre internos del que luego se dijo que había implicado un grupo de blancos racistas. A partir de aquel incidente hicieron esa asociación de ideas.

También influye el hecho de que estuviera con Manson, de quien se ha dicho que quería iniciar una guerra racial, lo cual es totalmente incierto o, al menos, una interpretación errónea de la verdad, en parte perpetuada por Manson mismo, por cierto. En cualquier caso, nada en mi historial indica que tenga una actitud racista.

¿Cuándo empezaste a trabajar con Kenneth Anger y cuándo retomaste la colaboración?

Lo conocí en primavera de 1967, cuando él trabajaba en Lucifer Rising. Estaba entusiasmado con un proyecto que tenía para grabar una película que fuera secuela y antítesis de su cinta anterior y la más popular, Scorpio Rising . Era muy ambicioso. Para ser una película underground, iba a tener dimensiones épicas. Quería que yo interpretara el papel de Lucifer, y le dije que lo haría con la condición de que me dejara hacer la banda sonora. Fue en el año 1967 y estuvimos trabajando un tiempo en el proyecto. Dejé la banda con la que estaba, la Orchestra, y formé una nueva, llamada Magick Powerhouse of Oz. Con ellos empecé a componer la banda sonora, con un estilo muy libre.

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Luego surgieron problemas entre Kenneth y yo. Es difícil decir qué pasó, porque, sinceramente, ni yo mismo lo sé. Sufrió una especie de crisis psicológica. No sé qué la motivó, pero causó una ruptura entre nosotros. Aquello marcó el fin de una etapa en el proyecto Lucifer Rising. Después de unos años, a mí me metieron en prisión y él retomó el proyecto con un nuevo enfoque. Había conseguido financiación y tenía a Jimmy Page trabajando con él en la banda sonora. Pero creo que a Kenneth no le gustó demasiado lo que le presentó Page. Era algo amorfo pero a mí me gustaba, la verdad. Era como música ambient. Era muy distinto a lo que yo habría hecho, que sería algo mucho más melódico. Yo quería que fuera temático, con un componente muy melódico. Creo que iba más en consonancia con lo que quería Kenneth para el proyecto. Lo estuvimos hablando en 1975 y en 1976 empecé a trabajar en la banda sonora.

Lo hiciste tú solo y en la cárcel. Un proyecto ambicioso. ¿Cómo conseguiste tanta calidad de sonido trabajando con tan pocos medios?

Gran parte del material surgió a base de experimentar, estudiar y leer. Todo era por instinto. Pero esto me apasiona. Quería conseguir buena calidad de sonido y tenía un presupuesto muy limitado. Kenneth aportó 3.000 euros, con los que también tenía que comprar el equipo de grabación. Me hice con un buen micrófono y dos grabadoras, una de ellas para masterizar dos pistas a partir de la principal. Tenía un cuatro pistas y un dos pistas. Casi todo el dinero se me fue en la compra del equipo y no quedó nada para los instrumentos, con lo que tuve que fabricar unos cuantos improvisados. Ken me ayudó un poco, pero en general casi todo lo conseguí trapicheando piezas para montar guitarras, amplificadores y teclados. Muchos de los instrumentos de la banda sonora estaban hechos a mano.

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¿Consideras Lucifer Rising tu legado musical?

Diría que mucha gente piensa que lo es, a estas alturas. Desde luego fue un proyecto extremadamente ambicioso, en el buen sentido, pero no es eso lo que quiero decir. Es un milagro que saliera adelante en aquellas circunstancias. Llegó a convertirse en una declaración de intenciones muy personal y creo que es mi obra publicada más destacada hasta ahora. Tiene un aspecto autobiográfico, es la historia de mi vida; sufrí una caída, una grave caída, como le pasó a Lucifer. Extrapolé la historia de Lucifer a la mía y la narré musicalmente desde el punto de vista de mi sensación de pérdida y derrota, así como de mis deseos y esperanzas de recuperación. La mejor forma de expresarlo es que deseaba recobrar mi integridad y reconciliarme con mis seres queridos.

¿Crees que has cumplido tu objetivo, que has llegado a ese punto de recuperación?

Sí. No se ha traducido en libertad condicional, lo cual no es un requisito indispensable. Hombre, ¡estaría muy bien! [Risas] Mi lugar no está en prisión. No soy un peligro ni una amenaza para nadie, por lo que no tiene sentido que siga aquí. Pero sí, creo que he recuperado mi integridad y se ha cumplido la historia que contaba en Lucifer Rising.

¿Dónde tienes la cabeza cuando trabajas en nuevo material, como el LP Dancing Hearts of Fire? ¿Cómo ha cambiado tu fuente de inspiración respecto a Lucifer Rising?

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Dancing Hearts of Fire es una pieza única. Lo compuse en una época en la que lloraba la reciente muerte de mi mujer. Era bailarina y tenía un grupo de danza tribal inspirada en Oriente Próximo. Estuve colaborando con ella componiendo material para su grupo. Hacía poco que le había enviado unos ritmos de percusión que compuesto para ella. Pero murió y me quedé solo con aquellos ritmos. Quería hacer algo con ellos y sentía la necesidad de expresar mis sentimientos a través de mi trabajo. No solo era pena, era sobre todo un sentimiento de verme despojado de alguien querido y muy cercano a mí que jamás podría expresar en palabras. Necesitaba canalizar toda esa energía, y el mejor recipiente fue Dancing Hearts of Fire. Tomé como base aquellos ritmos que había compuesto para ella y les dediqué 35 minutos del álbum. En ese aspecto, no estoy tan seguro de que pueda considerarse una extensión de Lucifer Rising . Fue algo atípico para el momento en que me encontraba.

Acabo de terminar un nuevo álbum llamado Voodoo Shivaya. Es un disco doble del que estoy perfilando el último tema. La idea es publicarlo este año. Voodoo Shivaya sí que es una extensión del proyecto Lucifer Rising. He compuesto mucha música, gran parte de ella orientada al misticismo, y eso responde a mi evolución espiritual a lo largo de los años. Así, puedes encontrar elementos del paganismo, manifestaciones religiosas más elevadas, aspectos relativos al chamanismo, etc. Esa progresión espiritual se manifiesta también en mi música instrumental, aunque quizá mi faceta instrumental sea más un reflejo de mis experimentos con la electrónica.

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¿Cómo accedes a esos instrumentos electrónicos? ¿Los consigues de fuera?

La verdad es que ahora tengo unos muy buenos, comprados en tienda. Antes me fabricaba la mayoría de los instrumentos yo mismo.

O sea, que no solo fabricabas instrumentos acústicos, sino también electrónicos.

Sí, estaba bastante puesto en circuitos de sintetizadores, de pedales de efectos y cosas por el estilo. Tenía un aparato llamado Ebow que usé en la banda sonora y me encantaba. Estuve pensando la forma de integrarlo en una guitarra y al final lo conseguí. Por algún sitio tengo una foto en la que salgo sosteniendo una guitarra de dos cuerdas con un Ebow acoplado. Fabriqué ese instrumento porque me encantaba cómo sonaba la guitarra rítmica usando aquel aparato. Experimenté mucho con varios aparatos: los compraba, los desmontaba, los volvía a montar, les añadía cosas o los modificaba de diversas formas. Lo mismo hacía con sintetizadores baratos. Era mi hobby, me encantaba experimentar y me ayudaba con mi proyecto de fabricar una guitarra electrónica que bauticé como "syntar".

Diseñé la "syntar" partiendo de cero. Era un controlador electrónico pero modificado para que produjera un sonido como el de la guitarra o el de un instrumento de cuerda. La idea era imitar la forma de tocar un instrumento de cuerda y aplicarla al sintetizador, coger la técnica de la guitarra y crear la posibilidad de controlar cualquier sonido, que es lo que en teoría hace un sintetizador. Me apasionaba y pasé años y años experimentando en ese sentido. La necesidad me obligó a meterme en la electrónica para tener instrumentos que poder usar en la banda sonora.

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Lo que me flipa es lo lejos que has llegado en esto.

Sí, estuve en la vanguardia en muchas de esas cosas. Buscaba una forma más directa de controlar los sintetizadores que los quisquillosos y falibles sistemas que trasladan el tono de las cuerdas de la guitarra a los controles del sintetizador. Prefiero un sistema más directo: coges un teclado, le das la forma de una guitarra y tocas con eso, en lugar de intentar adaptar la guitarra a un sintetizador, proceso que siempre va a ser imperfecto.

Le di un enfoque distinto. Ahora ya hay productos que sintetizan la guitarra mucho mejor que los sistemas anteriores similares. Hay un tío que también hace este tipo de experimentos. Su diseño es algo distinto al mío pero usa el mismo principio, la electrónica de estado sólido, para controlar un sintetizador mediante una guitarra. Se llama Harvey Starr y lleva trabajando en ello casi tanto tiempo como yo. Su guitarra se llama Zeytar y la comercializa en su página web, Starrlabs, cosa que yo nunca he podido hacer, estando en la cárcel.

¿Te molesta no haber podido comercializar tu tecnología o no haber recibido el reconocimiento por ser un pionero?

Bueno, supongo que ha habido veces en que he sentido rabia o frustración por ello. Pero tampoco tengo mucho derecho a sentirme así porque la culpa es mía, al fin y al cabo. Lo único que me impide comercializar mis diseños es el hecho de estar en prisión. Y de eso no puedo culpar a nadie, así que lo mejor es seguir adelante y aceptar que Harvey estaba en mejor situación que yo para hacerlo. Él no me ha robado nada, son ideas similares. Es un caso de pensamiento paralelo, diríamos. Así que le estoy agradecido por haber traído al mundo un instrumento de esa clase. No le guardo rencor en absoluto. Las cosas son así, he aprendido de esto y la experiencia me ha enriquecido. Es verdad que no he recibido el reconocimiento, pero ¿qué más da? Está sobrevalorado. [Risas]

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Pero siempre gusta.

Sí, pero bueno, no pasa nada. Es agua pasada. Ya he dejado de experimentar en ese sentido. Ya no monto circuitos. Quizá vuelva a hacerlo algún día, pero ahora estoy disfrutando de los instrumentos perfectamente diseñados y fabricados que están a la venta.

¿Y trabajas con ordenadores?

No tengo acceso a un ordenador para trabajar con mi música. No me permiten usarlo.

¿Y con qué grabas? ¿Con grabadoras de casete?

Tengo una grabadora personal, una de mano, de ocho pistas y 24 bits, así que no está nada mal… Lo que tengo ahora es mucho mejor que lo que tenía en los 70. Tengo todo eso más efectos digitales integrados y muchas más cosas. Eso es lo que uso para grabar, además de un sintetizador increíble, un Nova que emula el estilo analógico. Es un aparato genial. También tengo un dispositivo de control de percusión fantástico, un sampler llamado Beat Thing. Tengo buenos instrumentos que me permiten hacer lo que quiero. Soy tan bueno programando que puedo conseguir el sonido que quiera. A base de tanta experimentación, he aprendido a desarrollar sonidos a partir de mi imaginación.

¿Echas de menos tocar en directo?

De vez en cuando lo hago. He estado trabajando en un disco titulado Ghost Highway, grabado a partir de un directo. Ocasionalmente tengo la oportunidad de subirme a un escenario y tocar frente a un público. Es un público pequeño, pero es divertido igualmente. Me encanta tocar en directo. No hay sustituto para eso. Yo no programo mi música, sino que la toco.

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Sustituiste a Jimmy Page en Lucifer Rising y durante un tiempo tocaste con los chicos de Love, quienes a su vez quedaban a veces para tocar con Jimi Hendrix…

No llegué a tocar con Jimi. Toqué con Johnny Echols. No era Jimi, pero era genial. Muy buen guitarrista.

¿Crees que no has tenido el lugar que mereces en la historia de la música? Tus contemporáneos llegaron a ser leyendas.

Pues genial para ellos. No puedo pasarme la vida lamentándome y diciendo, "Oh, si no hubiera sido tan idiota de matar a un tío no me habrían metido en la cárcel y podría haber llegado lejos". Sería absurdo y un malgasto de energía. Es inútil hacerse mala sangre. Hablas de Jimmy Page. Pues una vez me hicieron una entrevista y él y yo aparecimos en el mismo artículo, creo que fue en la revista Classic Rock, hace años. En la entrevista, Page hablaba de la banda sonora y se le notaba amargado, tío. Me sorprendió mucho, porque yo soñaba con poder hacer un álbum con él con nuestras versiones de la banda sonora. Pensaba que sería genial unir nuestra música en el mismo álbum para que la gente pudiera escuchar nuestro trabajo, pero no con ánimo competitivo, sino para que apreciaran las similitudes y las diferencias entre nuestras versiones. Pero era mi sueño. Él es la superestrella, el dios del rock que tiene envidia de mí, que estoy en prisión.

Es curioso.

[Risas] Sí, lo es. Nunca seré tan famoso como él por mi versión de l banda sonora, pero no me arrepiento. Las cosas son así. Solo espero que mi música cale en la gente que la descubra. ¿Qué más se puede esperar sino poder conectar con la gente a través de mi trabajo y recibir buena crítica. No tengo una gran red de distribución para vender mi disco, así que en cierto modo dependo de que los apasionados de la música me descubran. Como tú, tú me has encontrado, al igual que otras personas. Me basta con que me conozcan a ese nivel.

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Quería preguntarte una última cosa, sobre la animación Professor Proponderus. ¿Cuál fue tu contribución?

Yo la hice.

¿Lo hiciste todo tú? Los dibujos…

Yo creé el entorno, desarrollé los personajes, puse las voces e hice la animación y la música.

¿Cómo hiciste todo eso? Con lo que me cuesta a mí hacer mi sitio web…

[Risas] Bueno, llevo bastantes años trabajando con vídeo. Empecé a trastear con un programa en 1976, cuando estaba en Tracey. Era la época en la que estaba trabajando en la banda sonora. Los federales habían comprado equipo para un programa experimental del estado con el que pretendían poner vídeos educativos en todas las celdas de las prisiones para contribuir a la rehabilitación de los reclusos. Me metí en el mundo del vídeo entonces y ahí sigo.

Me encanta el medio visual y la cinematografía, y el vídeo ha evolucionado hasta convertirse casi en un tipo de cinematografía. He mejorado con los años. Hice varios vídeos formativos para una empresa asociada con la administración penitenciaria. Entre proyecto y proyecto tenía tiempo para trabajar en una serie animada, Ask Professor Proponderous, destinada a los niños que tienen a alguno de sus padres en prisión. La idea es utilizar el gancho de los personajes animados para comunicar algo, en este caso temas complejos, comunicar ideas y conceptos de un modo cercano que ayude a los niños que tienen a un familiar en la cárcel a entender la situación.

¿Qué acogida ha recibido la animación?

Se ha publicado y forma parte de la serie. No se ha promocionado como debería o como se planeó. Está un poco parado hasta que tengamos más episodios. Ahora estoy trabajando en el segundo y después de ese habrá más. La idea es que sea una serie muy exhaustiva y que se promueva con más rigor que hasta ahora, pero bueno, está en YouTube y cualquiera puede verla. También está en el sitio web de la administración penitenciaria.

No paras un momento entre tus trabajos musicales, artísticos y de animación. ¿Te marcas horarios muy estrictos? ¿De dónde sacas el tiempo para hacer todo eso?

Llevo seis años trabajando duro para la rama comercial de la administración penitenciaria. Es un trabajo muy riguroso que me ocupa todo el día y está bien. Trabajo solo, soy una productora con un solo empleado que trabaja en una esquina. Ahora he dejado la empresa, me he tomado unas vacaciones. Van a trasladar mi lugar de trabajo a una zona distinta. Haré lo mismo pero en otro entorno. La semana que viene entra un nuevo proyecto y el 5 de mayo tengo una exposición de arte en Tasmania, así que aprovecho el tiempo libre que tengo para hacer otras cosas.

¿Cómo organizas una exposición en Tasmania desde aquí?

No le he organizado yo. Fue una agrupación cultural de allí la que se puso en contacto conmigo para interesarse por mi obra. Yo también tengo mis fans. He logrado reunir unas cuantas piezas nuevas. No es mucho, pero será suficiente. Para mí es todo un honor participar en algo así.

¿Te sientes frustrado al no poder asistir personalmente a este tipo de acontecimientos?

Por supuesto, sí. No pasa un día sin que no desee estar en un sitio más normal y poder relacionarme con la gente de forma más natural.

Esta entrevista se ha editado por motivos de extensión y para contribuir a su mayor claridad.

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Traducción por Mario Abad.