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¿Hasta cuándo van a seguir las salvajadas con los toros?

El pasado mes de junio mataron, como es tradición, a un toro de un tiro en Coria. Ahora la localidad extremeña se enfrenta a 30.000 euros de multa. Parece poco dinero.

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Los hechos tuvieron lugar el pasado 26 de junio. El toro 'Guapetón' fue sacrificado de un tiro en pleno centro de Coria, durante la fiesta de los Sanjuanes. Se trata de una tradición que se remonta varias décadas en el tiempo, y que está recogida en el las normas municipales. "Como es tradicional, los toros lidiados en el recinto de la ciudad amurallada serán abatidos de un disparo de escopeta a corta distancia". PACMA, el partido animalista, denunció los hechos el 17 de julio ante la Guardia Civil y ahora la localidad extremeña se enfrenta a una multa de 30.000 euros por semejante salvajada contra el animal.

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En la nota de prensa de PACMA se dan algunos detalles sobre cómo fueron los hechos. Explican que el animal fue asesinado "sin ninguna medida de seguridad, delante de la Policía Local y con conocimiento del gobierno municipal". El autor fue un vecino del municipio y se hizo a la vista de todo el mundo. "Tras una hora y media de agonía, Guapetónfue abatido de un disparo en plena calle, a ojos de decenas de vecinos allí presentes y de forma ilegal".

La denuncia de PACMA llegó hasta la Guardia Civil. No es la primera vez que este partido se fija en las fiestas de Coria, hace unos años hizo pública la utilización de una especie de dardos con los que se ataca a los toros que recorren las calles durante las fiestas. Ahora, en el caso de Guapetón, la Intervención Central de Armas y Explosivos de la Guardia Civil considera que puede constituir "una infracción grave" de la Ley de Seguridad Ciudadana. Por lo menos, la nueva legislación tiene cosas beneficiosas para los ciudadanos, que hasta ahora no habíamos descubierto muchas.

A todo esto, se ha sumado la aparición de un vídeo grabado por Alexis Pérez y difundido por El País. Este asturiano pertenece a Vox Ánima y fue uno de los encargados de registrar la brutalidad que se cometió en Coria con Guapetón. Se infiltró entre los vecinos y tuvo que soportar (aguantando las lágrimas, según su testimonio) cómo sacrificaban públicamente al animal. Grabó hasta que la propia Policía Local, una vez el toro había muerto, le impidió seguir haciéndolo. Es decir, la autoridad municipal estaba presente, al corriente de todo y observando los hechos.

Desde este colectivo ya se han denunciado, a través de vídeos, otras fiestas populares. Algunas incluso cuentan con permisos oficiales, como la del Toro Jubilo de Medinaceli (Soria), que tiene la aprobación de la Junta de Castilla y León. Ellos grabaron el año pasado este vídeo sobre esta censurable tradición, que forma parte de su campaña "No a la violencia". En la que también están incluidas otras costumbres como el Toro de Padrón o el Toro de La Vega en Tordesillas, espectáculo taurino nacional, según se denomina.

Todos estas fiestas populares configuran el mapa sangriento de cada verano en nuestro país. Rituales que terminan con el sacrificio de un toro y que cuentan con el apoyo, incondicional, de la mayoría de las localidades en las que se celebran. Por ejemplo, en el caso de Guapetón y Coria se ve como algo natural e incluso los miembros del Ayuntamiento han salido en defensa de la tradición, indignados por la intervención de la Guardia Civil.

Aseguran que en Coria, el toro lo llevan en su ADN, y el alcalde de la localidad, José Manuel García (del Partido Popular), se ha quedado a gusto con la siguiente declaración: "El cazador tenía todos los permisos. Nosotros estamos muy tranquilos porque esto no va a llegar a ningún sitio". Lo de llamarle el cazador no deja de resultar curioso, porque efectivamente, es eso: un cazador. A la vista de todo el mundo y sin ningún tipo de reparo para llevar a cabo su cometido.

¿Quién es el cazador? Pues desde hace seis años el papel corresponde a Unai Simón, que según recoge El País en su artículo es un aficionado a la caza, que no ve, igual que muchos de sus paisanos, ningún problema en mantener esta tradición. Es más, asegura que lo hace de una manera segura, que espera a que no haya nadie cerca, ni a los lados, y que luego se coloca enfrente, "a unos metros", y dispara. Solo lleva una bala en su arma. Esto como medida de precaución. Todo un verdadero esperpento que por lo menos esta vez ha salido a la luz pública y puede llevarse su correspondiente multa. Un paso para acabar con las barbaridades cometidas contra los toros.