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Cultură

¡He encontrado piso en Londres! ¿Quién no ha soñado con tener una ducha en la cocina?

Cuesta 472 euros al mes, una cantidad razonable hasta que tienes que darte una ducha en la cocina.

(Captura de pantalla vía Rightmove)

Más o menos cada semana, aparece un anuncio de alquiler de vivienda en Londres que logra alcanzar nuevas cotas de mezquindad absoluta. Como ese que anuncia que se alquila una cama montada sobre un armario. Paga 1.500 libras (2.000 euros) al mes para dormir en el cobertizo de alguien. La mayoría resultan tan difícil de asimilar que hemos decidido empezar a catalogarlos.

¿Qué es? Pues un piso que tiene la ducha en la cocina.

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¿Dónde está? Da igual dónde esté, tío. ¡Tiene una ducha en la cocina!

¿Qué se puede hacer por allí? Estamos esposados al radiador de este formato y creo, realmente, que estas preguntas están eludiendo un poco el tema y pretenden hacernos olvidar que en este mismo instante existe un lugar que tiene una puta ducha en la cocina.

Vale, y ¿cuánto piden? Cuesta 347 libras (472 euros) al mes, una cantidad razonable hasta que tienes que darte una ducha en la cocina.

No sé tú, pero yo tengo la manía -llámalo un tic, una excentricidad- de ducharme en el baño. Un fetiche, si me apuras. Yo, desnudo bajo un chorro de agua templada, no demasiado caliente, en un ataúd de vidrio situado sobre un desagüe, en el baño. Así es como empiezo la mayoría de las mañanas y termino algunas noches. Es mi spa, mi refugio seguro, mi santuario. Solos yo, mi gel Dove para hombre, mis manos enjabonadas y mis pensamientos. Un paraíso, una vía de escape, una fuente de alivio.

No me imagino llevando a cabo este ritual de limpieza en la cocina, por lo que es muy poco probable que me mude a este estudio sorprendentemente barato –hasta que caes en la cuenta de que hay una ducha en la cocina- de West Kensington, disponible actualmente por 347 libras al mes.

Porque 80 libras a la semana –al menos en Londres- es una cuota aceptable. Además, West Kensington no está mal y está bastante cerca del centro de la ciudad. Si no fuera porque tienes que lavar los platos a pocos centímetros de un microondas conectado a la toma eléctrica, este piso, bien conectado por transporte público y en una zona agradable, sería estupendo. Pero, una vez más, y a riesgo de ser pesado: hay una ducha en la cocina. Una ducha especialmente pequeña.

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«Habitación individual muy limpia», reza la descripción –porque eso es lo que todo el mundo busca de una vivienda, cierto grado de limpieza-, «con ducha en cocina totalmente equipada para compartir con 3 personas, amplio espacio habitable, armario, y suelo de parqué. A 2 minutos de West Kensington y Barons Court, múltiples conexiones de transporte hacia el centro de Londres y muchos bares y tiendas en la zona. Para 1 persona».

El que busca piso en Londres debe desarrollar una especie de sexto sentido, cierta capacidad precognitiva, un poder mutante a lo X-Men que le permita saber, a partir de una foto poco nítida, si un piso vale o no la pena. Yo también lo he desarrollado, pero este piso me ha descolocado, sobre todo porque es la única foto que existe de la habitación. ¿Esa es la mejor foto que podían hacer? ¿Qué acecharía justo en los márgenes de la imagen?

La respuesta es «algo peor que una ducha en la cocina». Imagínate qué puede haber tan terrible que un agente de la propiedad inmobiliaria no se atreve a fotografiar. Imagínate el cadáver de un zorro enganchado a la pared, y que de algún modo, ese cadáver de zorro forma parte de la estructura, por lo que su retirada supondría el derrumbe del edificio. Imagina un espeluznante camposanto solo para agresores sexuales. Imagina que te das la vuelta y, sentado en postura seductora, ves a Pablo Motos. «Hola», te dice. «Voy a ser tu compañero de habitación por contrato. Para siempre».

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Eso era peor que la ducha en la cocina. Pablo Motos se inclina hacia ti, con su rostro y su cabello del color de la avena, como un perro al que han cortado el pelo hasta que parezca un humano y al que han forzado con horribles torturas a actuar para nosotros. «¿Quieres saber lo que tenemos preparado para la nueva temporada del Hormiguero?». Solo puedes meterte en la ducha para escapar de esto. «¿Pensabas que no podía ser peor?», lo oyes preguntar. Abres el grifo del agua caliente, quieres que salga muy, muy caliente, esperando que el agua cayendo sobre ti te ayude a olvidarlo todo.

También puedes no pagarle a una agencia que se llama «Easylet» 347 libras al mes por vivir en un infierno en West Kensington. Tú decides.

(Gracias a @DuffyWho)

@joelgolby

Traducción por Mario Abad.