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Durante las siguientes décadas, varias otras películas europeas siguieron a esta: en Dinamarca ( Gift, 1966), Alemania Occidental (Hotel by the Hour , 1970) y Suecia (They Call Us Misfits, 1968). Misfits estuvo a punto de ser censurada hasta que el ministro de educación intervino. Escandinavia tuvo realmente acaparado el mercado durante un tiempo con muchas de estas películas (sobre todo la serie del Zodiaco de siete partes) que, en esencia, recibieron un trato normal: reseñas en periódicos nacionales y solo en algunos casos censura o la prohibición. Jens Jørgen Thorsen, cuya adaptación (1970) de Días tranquilos en Clichy, de Henry Miller, cumplió con las expectativas del material original al contar con escenas de sexo explícito, casi recibió apoyo oficial del Instituto de Cine Danés para su próximo proyecto hasta que el Papa Pablo VI protestó diciendo que la película tenía contenido blasfemo.Sin embargo, en este lado del continente nos ha costado trabajo recibir estas películas con los brazos abiertos. Como con muchas otras cosas, tenemos que agradecer a John Waters por traer escenas de una felación no simulada a las pantallas de EUA. Pink Flamingos, además de hacer a Divine (la protagonista) un héroe de culto durante generaciones, también estuvo prohibida en lugares que por lo general son de mente abierta como Australia, Noruega y Canadá. Cuando se estrenó en Estados Unidos en 1997 para celebrar su 25 aniversario, la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos le dio la clasificación C como sello de desaprobación. Aparte de la escena en la que se comen la mierda de perro, no estaban demasiado contentos con el primer plano de una mamada real.
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Ninguno de estos directores tomó una decisión tan cuestionable como Vincent Gallo, cuya controvertida películaThe Brown Bunnyculmina con una escena en la que al personaje principal le hace una felación Chloë Sevigny (quien resulta ser la exnovia de Gallo en la vida real). La película fue ridiculizada en su estreno mundial en Cannes en 2003, lo que llevó a un rifirrafe entre Gallo y Roger Ebert, quien consideró que el proyecto del cineasta era la peor película jamás presentada en Cannes. Gallo respondió llamándolo gordo; Ebert contraatacó parafraseando a Churchill; Gallo maldijo el colon de Ebert; y Ebert afirmó que era más entretenido ver un vídeo de su propia colonoscopia queThe Brown Bunny. Punto para Ebert.[daily_motion src='//www.dailymotion.com/embed/video/x2wonb5' width='480' height='270']No todo el mundo fue tan cruel (e incluso Ebert respondió favorablemente a una versión reeditada y más corta), pero la película no ha dejado de definirse por esta escena —la cual puede ser el mayor argumento en contra del sexo explícito en las películas—. Puede convertirse en una distracción, una forma de encasillar algo. El verdadero desafío, entonces, puede estar en no dejar que este aspecto por sí solo dé forma al legado de una película.En cuanto a si el sexo explícito realza el cine, es como cualquier otra cosa: depende de la película en sí. Starlet es la mejor entre los ejemplos recientes; la discreta historia de Sean Baker sobre una actriz porno que vive y trabaja en el Valle de San Fernando se benefició de la majestuosa edición de la estrella epónima en el acto. (Al igual que Lars von Trier en Ninfomanía, Baker optó por dobles de cuerpo en estas secuencias.) Cuando funciona, parece un elemento secundario más de la trama, aunque esencial para el tono general de esta. Nunca hay un tema de provocación o explotación, lo que quiere decir que: el sexo sirve a la historia, no al director.Sigue a Michael en Twitter.