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Hussein Chalayan

Al contrario que otros diseñadores que caen en la vanguardia, por llamarla de algún modo, del arcoiris de la moda, Hussein Chalayan no es el típico tío deliberadamente rarito. Es educado y conversador, no les propone a las j...

HUSSEIN CHALAYAN

ENTREVISTA DE CONNIE WANG

RETRATO DE JIMMY DANGER

Fotos de archivo por cortesía de Hussein Chalayan

Al contrario que otros diseñadores que caen en la vanguardia, por llamarla de algún modo, del arcoiris de la moda, Hussein Chalayan no es el típico tío deliberadamente rarito. Es educado y conversador, no les propone a las jóvenes entrevistadoras ver unas estatuas de él desnudo ni hace referencia a su chakra cada vez que se le pregunta de dónde saca la inspiración. Sus colecciones y colaboraciones (esa especie de largo taparrabos de plástico amarillo que llevó Lady Gaga en la ceremonia de los Grammy, por ejemplo) están increíblemente bien hechas y acabadas y han sido elogiadas prácticamente en todo el mundo. En consecuencia, buena parte de su catálogo ha sido imitado o plagiado sin rubor en cada escuela de diseño de moda del planeta.

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Pero lo que hace a Hussein especial de verdad es su insistencia en hacer hincapié en los más recientes medios de convertir las materias primas en ropa. Hussein lleva tiempo al frente de aquellos diseñadores que explotan los avances tecnológicos para crear sus líneas: vestidos congelados en movimiento perpetuo, túnicas que disparan lásers, prendas que encogen y mutan solas y hacen parecer a quien las lleva una mariposa espacial revoloteando a través del tiempo… y cosas así. A pesar de ser uno de los diseñadores hoy en día más atareados, y estar metido hasta el cuello—en el momento de hacer esta entrevista—en los preparativos de la Semana de la Moda, también es la persona que más atención presta de todas las que yo conozca. Aquí va lo que dijo sobre cómo hacer moda sin acabar pobre, loco o muerto.

Vice: ¿Eres de ese tipo de diseñadores que pasan mucho tiempo pensando en soledad y silencio, o para ti diseñar es algo más que un proceso de prueba y error?

Hussein Chalayan:

De hecho, es un poco de todo lo que acabas de decir. Puedo tener una idea que me ronde en la cabeza un tiempo, pero podría ser que lo de una temporada me lleve a la siguiente. Tienes épocas de trabajo que están conectadas. Y luego, por supuesto, desarrollamos ideas y en mitad de ese marco ocurren hechos accidentales que creemos que son válidos para la casa. Se trata de un marco de trabajo que permite la experimentación.

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¿Forma parte de ese marco el buscar por tu cuenta y con detenimiento un contexto y unas conexiones?

También trabajo con equipos. Inicialmente se me ocurre una idea y hago un boceto. Después trabajo con mis patronistas, que cortan y arreglan el diseño. Yo lo miro y, a partir de ahí, lo rediseño.

En términos de diseño, tu trabajo se valora por su integridad, y eso a pesar de tener que adaptarte a las reglas del calendario, de los compradores, los editores y el banco. ¿Cómo logras conciliar todo eso?

Bueno, las demandas y ciclos del mercado son muy difíciles. Por otro lado, a veces creo que las restricciones te permiten plantear alternativas y, en un sentido práctico, te ayudan a crecer. Pero tampoco puedes trabajar siempre así porque te hunde. Depende de cómo juegues con las restricciones y cuánto puedes hacer para convertirlas en algo positivo.

Trabajas con materiales poco convencionales, como madera o espuma de acetato. ¿Hay algo con lo que fantasees pero sea sencillamente imposible de crear?

Bueno, existen varias cosas, pero creo que las verás cuando aparezcan. Pienso en todo lo que hago como en un experimento. Estoy intentando que mis prototipos se hagan realidad.

¿Es tu estudio un laberinto de tecnología estrafalaria y moderna? Supongo que eso es lo que espera la gente, dado que siempre has empleado técnicas extrañas.

Me interesa la tecnología cuando se aplica a mi trabajo, pero ya de joven decidí que no quería poseer demasiadas cosas. No me refiero sólo a la tecnología. Tampoco tengo mucha ropa ni muchos muebles. Me gusta así. De lo contrario me siento como atrapado y no puedo pensar.

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Es algo muy corriente entre los diseñadores de hoy, por lo que parece. La gente cree que si trabajas en el mundo del arte o de la moda todo lo que te rodea está también súper estilizado.

También ocurre al revés. Es como ser cocinero. Cuando cocinas no acostumbras a querer la comida que tú mismo preparas, porque estás demasiado implicado.

Esto, obviamente, no reduce tu interés en la tecnología. ¿Qué es, exactamente, lo que te impulsa a incorporar esa tecnología, a pesar de que no te guste que se amontone en tu sala de estar?

La razón por la que me interesa la tecnología es que es el único medio de hacer cosas nuevas en el mundo. Todo está hecho ya. Todo. Pero la tecnología te permite explorar lugares que no se han visto nunca. Por eso la incorporo a mi trabajo.

¿Crees que otros diseñadores emplean mal la tecnología?

Mucha gente de la moda repite ciclos y todo termina pareciéndose al pasado—simplemente regurgitado a través del diseño. También me interesa estudiar el pasado para hacer moda, pero creo que las novedades las posibilita la tecnología.

También se te conoce por hacer presentaciones poco convencionales en la pasarela. Cuando comienzas el proceso de diseño, ¿tienes en cuenta la experiencia que para la gente suponen tus prendas, o son cosas totalmente separadas?

Tiene que ver con las cosas que hacemos, decididamente. Entiendo que la colección siempre es lo primero, y por eso dedico mucho tiempo a los bordados, las telas, el cosido y cosas por el estilo. Cómo la presentaré ante el público no es en lo primero que pienso pero, sí, para mí es importante. Siempre me ha gustado la idea de que el público, mientras ve mis prendas, reciba una experiencia de tipo cultural.

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Tus diseños también sugieren una obsesión por el cuerpo humano—cómo se mueve, cómo reacciona, cosas así. ¿Tienes algún tipo de musa del cuerpo?

Me inspiro en el cuerpo como idea, pero no en el de una persona en particular. Me interesa la mujer poderosa. Fui criado por mujeres, así que imagino que mi propósito es fortalecer a la mujer, hacer a través de la ropa que gane confianza. Encuentro a las mujeres mucho más complejas que a los hombres, y en cierto sentido más interesantes. Siempre deseo verlas pareciendo fuertes.

¿Lees alguna vez las crónicas de tus colecciones?

No. Lo hice alguna que otra vez y me quedé atrapado.

¿Qué quieres decir?

Te quedas obsesionado con cosas que la gente dice o malinterpreta. Tengo demasiadas cosas que hacer como para dejarme atrapar por eso. No quiero escribir réplicas. Prefiero estar ocupado intentando hacer mi trabajo lo mejor posible. Resulta divertido; por un lado, deberías saber lo que dice la gente, pero por otro, te impide hacer cosas porque te pasas todo el tiempo delante del ordenador.

Es interesante, porque definitivamente pareces uno de los diseñadores más ocupados en la actualidad. Eres director creativo de Puma y de tus propias líneas, pero además haces todo tipo de instalaciones y proyectos artísticos.

Principalmente soy diseñador, pero trabajo con una galería en Estambul y hace poco completé dos proyectos en Londres con Lisson Gallery y Spring Projects. Además hemos tenido un museo itinerante y dos presentaciones artísticas de un sólo día, y vendemos mis películas y mis instalaciones a coleccionistas. Gracias a ellos mantenemos mi negocio de diseño.

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¿Todas esas actividades son independientes unas de otras?

Parecen muy distintas, pero están conectadas en un sentido: todas son parte de mi mundo. Puedo hacer una colección y, después, un film basado en la colección, crear una narrativa a partir de ella. O al revés, puedo hacer un film en el que posteriormente se base una colección. Soy muy selectivo con lo que hago porque me gusta hacer las cosas bien. Y procuro hacerlas de forma ordenada para que no haya conflictos en mi calendario. Parecen muchas cosas, pero las hago siguiendo un orden lógico.

Debes sentirte como una máquina.

A veces, pero creo que lo que de verdad hace las cosas difíciles es la falta de presupuesto y las fechas límite. Si en el mundo no hubiesen limitaciones, éste sería el mejor trabajo de todos. Pero esas limitaciones existen, obviamente, y a veces crean estrés.

¿Y cómo bregas con el estrés?

Bueno, soy yo el que elige hacer cosas, así que procuro sacar fuerzas de ellas. Mis proyectos artísticos me inspiran a ir más allá. En cierto sentido, son el combustible para las colecciones. Creo que en mi trabajo hay una dualidad interesante, donde las cosas se retroalimentan mutuamente.

Creciste entre Chipre y Londres. ¿Hay alguna conexión con tu educación? La idea de tener una vida dual, quiero decir.

Bueno, nací en Chipre y me mudé a Londres a los cinco años, y después volví a Chipre para ir a la escuela primaria. Creo que son estas idas y venidas en mi vida, en las que me he tenido que readaptar constantemente a entornos extraños, las que me han hecho ser muy abierto pero a la vez desarraigado. Tengo un lado turco en mi cerebro y me siento muy afortunado, porque es una cultura enormemente rica. Hay en ella una sabiduría que no veo en muchas culturas occidentales. Siento como si hubiera sido bendecido por tener ese lado en mí.

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¿Hay algún lugar que consideres tu hogar?

Definitivamente soy londinense, porque aquí es donde he pasado la mayor parte de mi vida. Eso no te convierte en inglés. Significa sólo que eres londinense. Es un poco como decir que eres neoyorquino, que no significa que seas americano.

¿Qué es lo que te atrae de Londres?

Londres es una ciudad en la que hay una especialidad para cada cosa. Puedes ser especialista en cualquier campo que puedas imaginar. Y, en cierto modo, vivir aquí ha hecho que me haya interesado más en mi cultura nativa, porque puedo verla desde cierta distancia. Provengo de una isla y resido en otra isla. Soy una mezcolanza de cosas.

Eres originario de Turquía, lo cual te incluye en ese pequeño reducto de diseñadores de Oriente Próximo con reconocimiento internacional. ¿Conlleva eso alguna presión?

No, porque no soy de Turquía. Soy de la parte turca de Chipre. Y, aun así, Turquía no forma parte de Oriente Próximo, sino que es mitad europea y mitad asiática. Está en una categoría propia. Creo que tenemos más en común con el sur de Italia y el sur de Grecia que con Oriente Próximo. Somos musulmanes, pero tan seculares que apenas se aprecia. Es simplemente una tradición. Nuestras mujeres no van cubiertas ni nada por el estilo, ¿sabes?

¿Qué papel desempeña la religión, pues?

La verdad es que nadie va a la mezquita. Pero está ahí, y eso está bien. Así es como debe ser.

Entonces, ¿con qué gente te identificas más?

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Me siento más identificado con la gente con la que fui al Saint Martins. Siento que formo parte de una cultura amplia, pero establecida en Londres. He pasado casi toda mi vida aquí. Me llevo bien con los diseñadores turcos en Estambul, pero no soy parte de esa comunidad, porque no soy de allí. Creo que hay empatía o algún tipo de conexión a nivel cultural, pero no como diseñador.

Dedicaste tu pase Otoño 2010 a Alexander McQueen, a quien considerabas tu igual. Ambos teníais estéticas y enfoques bien distintos. ¿Puedes hablarnos un poco de la relación que tenías con él?

McQueen y yo éramos de la misma generación. Empezamos más o menos a la vez, y hacíamos presentaciones en Londres a mediados de los 90 hasta que los dos nos fuimos a París. No le conocí en profundidad, pero sí lo suficiente como para charlar con él cuando coincidíamos. Creo que llegó a formar parte del grupo Gucci a principios del 2000, y su trabajo tomó una dirección distinta a la mía. Tuvo que crecer más rápido a causa de las inversiones que había allí y del ámbito en el que estaba metido.

¿Admirabais mutuamente vuestro trabajo?

Sí. Siempre le oí decir cosas buenas de mi trabajo. Nunca me lo dijo a la cara [

risas

], pero siempre fue muy respetuoso conmigo. Generacionalmente hablando éramos muy distintos, pero desde mi punto de vista los dos hacíamos colecciones muy interesantes y espectáculos muy novedosos. Creo que hicimos una gran contribución al panorama de la moda de Londres.

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¿Cómo te afectó su muerte?

Me destrozó. Fue deprimente. Cuando me enteré incluí una alocución en su honor en la banda sonora de mi último verano/invierno. Es tremendamente triste. Una enorme, enorme pérdida. Tal vez debería haberle arropado más gente cuando se hundió por la muerte de su madre. Aún me cuesta creerlo, la verdad. Tengo que pasar cada día delante del estudio de McQueen para llegar al mío, y aún me parece irreal. Es trágico.

En el otro extremo tenemos a Lady Gaga. Obviamente la conoces.

[

risas

] Sí, claro. Nos hemos visto un par de veces. Hemos trabajado con ella, en cierta manera. Es encantadora, de verdad. Una chica muy, muy dulce y de espíritu abierto. Es tan franca y cariñosa que no hay forma de que te caiga mal.

¿A qué crees que se debe?

Creo que tiene mucho que ver con sus raíces italianas. Yo creo que la estructura familiar influye mucho en las personas. Sé que Madonna también es italiana, o al menos en parte, pero Gaga parece mucho más cálida que ella.

Tus últimas dos colecciones están inspiradas en cosas bastante extrañas: tu propia prueba de ADN, el teatro de marionetas japonés Bunraku… ¿Qué haces en tu tiempo libre? ¿Te pasas el día dándole al botón “artículo aleatorio” en la wikipedia?

No, no… Mi vida personal y laboral están integradas. Mis intereses se entrelazan. Voy al cine, quedo con amigos, voy a cenar, voy a conciertos… Ya sabes, cosas muy normales. Hago vida cultural, supongo. Me gusta ver cosas. Me gusta estar con mi familia cuando vienen o cuando nos vemos en París. Yo diría que mis intereses y mi trabajo están fusionados. A veces no sé qué hacer cuando no tengo nada que hacer. Me aburro con facilidad.