YOB llevaban tiempo presionándome desde varios frentes. El año pasado los miembros del consejo de sabios me obligaron a sumergirme sin bombona en su discografía aún a sabiendas de mis escasos chapoteos anteriores en las densas aguas del doom. Y cuando el grupo anunció que visitaba por fin España amenazaron, como no podía ser de otro modo, con comerse todas mis panteras rosas y tigretones si no iba a verlos en directo. Por suerte mi vecino de al lado aceptó acompañarme. Desde que le abandonó su mujer reza porque alguien le saque de casa, especialmente los miércoles, así que le invité a cambio de que me llevara en su taxi y me diera un buen titular para la crónica.
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No podemos decir que Fermín tenga un avezado paladar para el metal pero sé que le gustan Neurosis porque cuando los pongo en casa grita mucho y golpea mi pared como gesto de aprobación. Los suecos Kongh le dejaron frío pero fue salir Dark Castle a escena y no parar de arquear muy alto sus cejas, quizá no tanto por el sludge atronador como por los tatuajes de la guitarrista, que es una cosa que siempre la ha dado mucha impresión a Fermín. Después de tanto aspaviento, el plato gordo se lo comió en silencio. Se dejó aplastar por la hermosa pesadez de los de Oregón y no abrió la boca hasta volver al taxi. Una vez allí me dijo: “Immolation + Melvins + Hendrix + Tu madre en patinete = YOB. Ahí tienes el titular”.
