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El arte en Instagram es una broma que se ríe de ti

Cada vez más artistas utilizan Instagram para reírse de nuestra relación con las nuevas tecnologías.
Image via amaliaulman on Instagram

Imagen vía amaliaulman en Instagram

La cuenta de Instagram de "amaliaulman" es un compendio de la vida de una chica muy guapa pero sorprendentemente joven. Al parecer, sus intereses son el yoga y las compras. Está participando en Instaquest para mejorar y su cuenta está plagada de selfies en los que aparece con ropa deportiva con los hashtags "#entrenamiento", "#agradecida" o "#saludable". También describe la decoración de una cafetería escenario de uno de sus selfies como "#étnica #ecléctica". Su cuenta es lo más banal del mundo y navegar por ella es tranquilizadoramente aburrido / cómodamente estéril.

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Únicamente sus cuatro últimas publicaciones rompen el molde de la foto de espejo de exquisita composición artística o del pretencioso y vacuo mantra ("¡Empieza el día con un corazón agradecido!"). Una de ellas es la foto en blanco y negro de una rosa; el pie de foto reza: "FIN – Excelencias y Perfecciones".

Con eso, la ilusión se hace añicos. Amalia Ulman ha revelado su performance. Excellences and Perfections constituye una obra que se adentra en la tensa relación entre la autenticidad, la identidad y las redes sociales. A través de ella Ulman ha reproducido nuestra obsesión por darnos autobombo con el fin de demostrar que realmente no nos estamos presentando a nosotros mismos en Instagram, sino que creamos yos mediante una serie de marcas de identidad culturales y materiales.

Imagen vía amaliaulman en Instagram

Quise preguntarle qué la llevo a presentar su obra en Instagram en lugar de en otras redes sociales y su respuesta fue que le intrigaba la "falta de información textual" de la plataforma.

"Aunque existe la posibilidad de escribir, Instagram es un medio basado en imágenes, más que Facebook", afirma Ulman. "Se da muy poca información y las historias se siguen por las imágenes previas. Sigo a muy pocas personas en Instagram y no sé nada de ellas aparte de lo que me he imaginado por las fotos que publican. Es como estar en un escenario con público mirándote; en Facebook todo el mundo participa de la historia."

Lo irónico de todo esto es que ahora Ulman tiene más de 70.000 seguidores, que quedaron conmovidos por su composición ¾la entendieran o no¾ y han seguido a su personaje a lo largo de toda la serie de selfies en hoteles de lujo (en los que asegura haberse colado en alguna que otra ocasión).

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Una usuaria, "Helengo", estaba dispuesta a contar "la verdad" a posibles visitantes casuales a través de un comentario en una de las fotos de Ulman, en el que afirmaba que "su cuenta de Instagram es puro arte, una actuación, un personaje que ha creado". Amalia nos demuestra que no hay ninguna "verdad" que sostenga nuestra existencia digital. Incluso la cuenta de Helengo es puro postureo. Ulman pretende probar que lo único que Instagram puede enseñarnos son personajes creados.

Cuando le pregunto acerca de las críticas recibidas por haber engañado a sus seguidores, afirma que "muchas de las reacciones adversas existían antes de que se produjera la revelación. Me acusaron de interpretar roles que, desde un punto de vista feminista, deberían ser criticados. Precisamente por esa razón escogí esos personajes, esos estereotipos manidos, con la intención de hacer la historia más plausible. La idea era usar las tendencias más populares adoptadas por las veinteañeras en Instagram, Tumblr y Facebook para producir una autorrepresentación". Quizá para algunas de sus seguidoras, lo que era claramente una parodia de elevado concepto les había tocado la fibra.

Imagen vía mcginnessworks en Instagram

Amalia es una de los cada vez más numerosos artistas que recurren a Instagram para expresar su obra y desestabilizar nuestra acomodada relación con la tecnología. La biografía de la cuenta de Instagram del artista Ryan McGinness reza: "¡Grams al instante! Entregados gratuitamente a través de Instagram". Las propias imágenes de Instagram muestran texto blanco sobre un círculo negro: "Digital Socialism" (socialismo digital), "Eat Your Feed" (cómete tu feed de noticias) o "Here's an update of my terms" (esto es una actualización de mis condiciones). Todas las composiciones de McGinness en Instagram se publican en este formato tipo meme. Sus casi mil eslóganes constituyen autorreflexiones irónicas sobre la cultura de las redes sociales.

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Aunque no exista una estética unificada, los artistas que utilizan internet como Ulman y McGinness lo hacen a menudo reciben el calificativo de "postinternet". La crítica Karen Archey ha investigado exhaustivamente la evolución de este movimiento artístico. ¿Qué cree que representa? "El término 'postinternet' no hace tanto referencia a una etapa posterior a internet como a un estado mental."

El concepto es que lo digital es tan ubicuo que se ha convertido en un aspecto de gran importancia: la tecnología digital rige nuestras vidas hasta tal punto que ya no es posible separar nuestras existencias virtuales de las de carne y hueso. Sin embargo, mientras que el reino digital que la mayoría de nosotros frecuentamos ¾el que dirige el capitalismo informativo de Google¾ se basa en el progreso homogéneo, el arte postinternet busca los fallos y las irregularidades y explora el extraño potencial artístico del ciberespacio.

¿Qué puede decirnos Instagram sobre nuestro "estado mental en internet"? "Instagram se ha convertido en el hogar de las historias visuales de todo el mundo, desde famosos hasta redacciones o marcas", reza la propia página de información de Instagram. Así queda patente la forma en que Instagram nos transforma a todos en una marca, en una imagen cuidadosamente presentada para dar la sensación de que se ha creado sin esfuerzo alguno. En cierta forma, el arte en Instagram hace visible el proceso de la autopromoción. Se supone que hay que reírse del arte en Instagram y, por lo tanto, al reírte de él también estás riéndote de ti mismo.

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Imagen vía cuenta de Instagram de bessnyc4

Otro artista que encuentra en Instagram su vía de expresión es Doug Abraham. En su cuenta, "bessnyc4", se mofa de la naturaleza aséptica y estéril de las tecnologías digitales. En su obra mezcla el porno con la alta costura, las campañas, el gore y el BDSM con los tropos familiares de la publicidad. Así, reinventa una serie de logos de Apple añadiéndoles unas bocas sangrientas o convirtiéndolos en hombres amordazados y atados. Una estrella del porno con la imagen del rostro de Cara Delevingne superpuesta se abre de piernas revelando la imagen de un búho.

Si Ulman nos enseña cómo Instagram reduce a los usuarios a marcas definidas por una serie de convencionalismos y trivialidades, Abraham crea un humor grotesco intercalando en una marca imágenes de los rincones más oscuros de internet. La obra de Abraham constituye la antítesis de la de Ulman. Ella nos hace tomar conciencia de nuestra obsesión por crear un compendio de nuestras excelencias y perfecciones en las redes sociales, mientras que Abraham se sirve de Instagram para dar a conocer la parte de nuestro yo que las plataformas sociales han reprimido, en una clara crítica a la práctica del autobombo.

Imagen vía amaliaulman en Instagram

Pero Amalia aún fue un paso más allá en su actuación, llegando a someterse a cirugía estética para convertirse en su propio personaje, sacrificando su físico (sobre todo sus pechos) en nombre del arte. Para ella, la cirugía encarna la capacidad de recrearnos a nosotros mismos en las redes sociales. Ambas constituyen formas de alteración del cuerpo. "El cuerpo se aplana y se transforma en una imagen en un entrono muy semejante a la linealidad de un libro. Me interesa mucho el carácter maleable del cuerpo."

El interés de Amalia también se hace extensivo al fenómeno de colonización de la red por parte de gigantes como Amazon y Google. "Lo que se suponía que debía ser una plataforma liberada de las ataduras del capitalismo se ha convertido en un espacio que da acogida al propio capitalismo", afirma. "El control del mercado sobre la sociedad convirtió el "ser" en "tener". Ahora, la economía de la imagen ha transformado el "tener" en "aparecer": para que una posesión tenga valor, debe ser documentada de inmediato."

Para Amalia, Instagram es una especie de fetiche para la generación de la suplantación de identidades. "Todos somos una celebridad en nuestra propia vida, en la que el relato del día a día se convierte en nuestro activo más preciado." El mundo hiperconsciente del arte postinternet utiliza las redes sociales para generar comentarios irónicos y autorreflexivos sobre la propia cultura de dichas redes sociales. Pero surge la inevitable pregunta: ¿pueden considerarse arte?

Sí. Es arte en forma de meme susceptible de ser reproducido eternamente en el espacio no físico de internet. Arte que se burla de la seriedad con la que se reviste el uso de nuestras redes sociales. Con la línea que separa la realidad de la representación artística cada vez más difusa, surge la cuestión de cómo distinguir entre ambas.

@niamh_mcintyre