El otoño pasado viajé con mi madre a Arabia Saudí para visitar la Meca durante el Hajj, la gran peregrinación que realizan los musulmanes. Durante el Hajj, una de las mayores concentraciones del planeta, dos millones de personas viajan a la ciudad santa. Constituye uno de los cinco pilares del Islam y todo musulmán debería hacer ese viaje al menos una vez en la vida, siempre que se lo pueda permitir. No quería que mis fotos interfirieran en mi recorrido espiritual, por lo que me propuse sacar la cámara solo cuando hubiera completado los rituales religiosos. Pero las fotos que hago también reflejan mi modo de ver el mundo, así que una parte de mí quería inmortalizar todo lo que veían mis ojos a todas horas.
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Lo que más me ha impresionado es el amor que se profesan los peregrinos, sin importar el color de su piel ni su origen. He conocido a musulmanes de Burkina Faso, Filipinas, China, Italia y España y todos tenían historias muy diferentes. Los que más me conmovieron fueron Ahmed y Fatima, de unos 70 años de edad y nacidos en India. Me contaron que habían estado ahorrando toda la vida para este viaje y que, ahora que por fin lo habían hecho, podían morir en paz.Me he pasado la vida rezando hacia la Meca, pero solo he visto la Kaaba en fotos o vídeos. Verla en persona, justo delante de mí, fue una experiencia inexplicable. No recuerdo la última vez que lloré antes de aquel momento, pero no podía dejar de hacerlo mientras contemplaba la Kaaba.Sigue a Yasin en Instagram.Peregrinos frente a la puerta de la KaabaTraducción por Mario Abad.