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Vice Blog

POR ALGO INVENTARON LAS CONSOLAS

¿Alguna vez te has fijado en la cara de dormida que tiene la presentadora de la primera edición del Telediario que sólo sale dos minutos para anunciar de lo que van a hablar en La Mañana de la 1? Me tiene totalmente fascinado. Es la única presentadora de la tele que parece medianamente humana y no es una replicante fabricada con laca y blanqueador de dientes. No sé en qué estarían pensando los de TVE cuando pusieron a una 10, a las 08.30 de la mañana. ¿Creían que no nos daríamos cuenta?
Ah, por cierto. Aquí van las reseñas de videojuegos de este mes.

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Perfect Dark
Plataforma: Xbox 360
Compañía: Microsoft

Los que jugasteis a Perfect Dark en Nintendo 64 hace diez años, dejad de leer. Lo único que tenéis que hacer es encender la consola y buscar por la P en la sección Arcade de Xbox Live, comprar el juego y rememorar aquel año 2000 en el que aún teníamos edad para emocionarnos como quinceañeras por un juego y no parecer nerds sino chavales a los que les gusta algo, porque esta revisión del legendario FPS de Rare es exactamente igual pero con esos gráficos en alta definición que justifican los mil euros de la tele de 32 pulgadas. Los que no jugasteis en su día y aun ahora, cuando los videojuegos han perdido esa emoción casi forajida de ser aficionado a algo que te iba a freír los sesos hasta hacerte apuñalar a tu abuela y es ahora tu abuela la que juega con la Nintendo DS porque se lo ha visto hacer a Amparo Baró en un anuncio, seguís estando interesados por la industria, podéis purgar vuestros pecados probando Perfect Dark en Xbox 360, porque, como ya dije, es exactamente lo mismo
que los demás jugamos hace una década pero sin que sea necesario hacer frente a los gráficos mal envejecidos. Tanto las misiones individuales, que todavía hoy son vibrantes y un reto considerable, como el multijugador, que mira a la cara y sin perder la compostura a la mayoría de juegos de 2009, siguen ahí; la grandeza de Perfect Dark radica en su condición de
intemporal, al menos para los que lo jugaron hace un tiempo. Voy a ser sincero: desde que salió, lo he rejugado al menos un par de veces por año y nunca llegó a cansarme, y la nueva versión va por el mismo camino. No sé si los neófitos lo recibirán con felicidad, pero los veteranos seguro que se alegran de tener a Joanna, la letal protagonista, de vuelta.

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Final Fantasy XIII
Plataforma: Xbox 360, PS3
Compañía: Square Enix

Hay quien nunca juega a ningún RPG japonés y un día, sabe Dios por qué, decide que estaría bien probar alguno, como quien sólo lee alta literatura y un día le da por comprarse el último de Dan Brown. Cuando llevas un tiempo sin jugar a rol japonés y de pronto vuelves (y volverás a
Final Fantasy o a alguna otra saga prestigiosa a no ser que quieras informarte un poco para saber dónde te metes), es una sensación muy extraña: como ir a una fiesta universitaria y acabar en una reunión de veteranos de la Guerra Civil (sí, me pasó una vez). Los personajes hablan de cosas que no entiendes, mencionan otros personajes, razas o lugares de nombres casi forzadamente extravagantes como si tuvieras que saber de qué hablan y lo único que quieres es que alguien te dé un arma de fuego y que empiece la acción; pero la acción nunca empieza y de pronto recuerdas que los RPGs japoneses son así, y que seguir jugando implicará aguantar vídeos mastodónticos, conversaciones infinitas y coitus interruptus constantes cuando veamos con impotencia cómo todo lo que parece divertido lo hacen los personajes, automáticamente, en vídeos generados por ordenador. Y, con todo, es un tipo de juego que tiene su público; y este público encontrará en Final Fantasy XIII exactamente lo que busca: los enormes y opulentos vídeos que sirven de pilar esencial a toda la narrativa del juego, los personajes siempre saltando de un lado a otro de la fina línea que separa la genialidad desquiciada japonesa y el simple ridículo, el sistema de combate, con nuevo retruécano incluido, que no explotamos del todo hasta llevar treinta horas de partida; si queríais un Final Fantasy, aquí tenéis un Final Fantasy, parecen querer decir en Square Enix. Luego no digáis que no avisamos.

God of War III
Plataforma: PS3
Compañía: Sony

Cuando alguien (el padre de tu amigo, un taxista, un profesor de la universidad) dice que la mitología griega es una pasada porque estaban todo el día a hostias, es como cuando alguien dice que lo único bueno que hizo Franco fueron los pantanos: en realidad no saben de qué están hablando pero no quieren quedar como unos ignorantes. Pero lo cierto es que sí que es una mitología movidita, y desde luego mucho más fresca que la católica. A estas alturas, ya deberíais saber que God of War III coge, como sus dos predecesores, a los dioses del Olimpo y los pone a luchar contra un aguerrido espartano, Kratos, que tiene como único objetivo acabar con Zeus. La épica que ha sido leit motiv de la serie God of War está, cómo no, presente en esta tercera parte (que cierra la trilogía justo desde donde acabó el segundo juego y parece dejar bastante claro que no tendremos nuevas aventuras de Kratos en un tiempo), sólo que esta vez es una épica hiperbólica, casi desquiciada; el juego se las apaña para que caminar por un pasillo vacío sea una experiencia heroica. Lo espectacular de su apartado visual, por suerte, no se echa a perder con una jugabilidad pobre, y aunque esencialmente es un yo contra el barrio en el que machacas botones y degüellas, decapitas, destripas o sencillamente matas a todo lo que se pone en medio, el trabajo de diseño que hay detrás de nuestra experiencia de juego es brillante: en cierto punto, por ejemplo, se nos pide pulsar los dos sticks del mando para sacarle los ojos a un enemigo. Si alguna vez le habéis sacado los ojos a alguien, sabréis que el movimiento de manos es muy parecido y, por tanto, la sensación que prevalece tras dejar ciego a ese enemigo es un híbrido entre asco y poder muy interesante. También te puedes follar a Afrodita. Si alguna vez habéis follado, sabréis que esto último no está tan conseguido, pero no todo podía ser perfecto.

VICTOR M. GARCIA