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Cultură

Culturistas locos, guiones fracasados y litronas

Jorge Riera nos cuenta su vida en su nuevo cómic “Putokrío”

Hacer cómics autobiográficos tiene que ser algo realmente duro. Sobre todo porque la gente que se suele dedicar a esto no acostumbra a tener una vida “normal”, su rutina laboral consiste en zambullirse diariamente en una compleja serie de acontecimientos raros, traumas y recuerdos equívocos y metafóricos que les revuelven el estómago.

Por eso no envidio para nada a un tío como Jorge Riera (Valencia, 1976), alias Putokrío, un guionista que aunque ha escrito para mil cosas en la tele (Paramount Comedy, Nickel Odeon, Canal Plus), adaptado a España series de Cartoon Network como “Hora de Aventuras” o dirigido la serie de animación “Putokrío contra el mundo” del programa de La 2 Alaska y Coronas, y que últimamente se ha embarcado en la creación de una colección de historias personales dibujadas por algunos de los artistas españoles más interesantes del momento y que se titula simplemente “Putokrío” (Edicions de Ponent). Cada una de estas historias haría las delicias de cualquier gabinete de psicología, quizá el libro es la manera en la que Jorge quiere ahorrarse unas cuantas horas tumbado en un diván.

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Nos pusimos en contacto con él para hablar sobre su libro.

VICE: ¿De dónde viene todo esto de Putokrío?

Jorge Riera: Este cómic surge de arrastrar un montón de frustraciones. Una película que no se hizo, una serie de animación censurada, una novia que me dejó, una temporada sin curro… Los primeros cómics de Putokrío nacieron en internet. Eran una especie de collages raros que hacía con fotos de mi familia y mis colegas bakalas y luego posterizaba para que parecieran dibujos. Aquellos webcómics tuvieron cierto éxito y salieron reseñados en un par de periódicos de tirada nacional. Andrés Vicente Gómez, el productor de “Torrente” y “El día de la bestia”, debió de leer alguna de esas reseñas y contactó conmigo para hacer la versión cinematográfica. Pero después de escribir varias versiones del guión, la película no se hizo, entre otras cosas, por el mal momento que atravesaba la productora. Esa fue la primera de las frustraciones de las que te hablaba.

¿De qué va este libro?

Es una recopilación de historias pseudo-autobiográficas ambientadas en diferentes épocas de mi vida. Mi capacidad de concentración es la misma que la de un piojo, por eso me gustan los relatos cortos. Así que me planteé escribir una serie de “cuentos” que al leerse seguidos conformaran un todo. Y que ese todo fuera como el retrato de un personaje. Pero no quería que cada uno de esos episodios fueran anécdotas chorras y ombliguistas como las que suelen poblar los cómics de Jeffrey Brown o tantos autores que practican el género de la autobiografía en viñetas. Quería que fueran mínimamente originales y graciosas. Así que solo elegí momentos muy específicos de mi vida que cumplieran ambos requisitos.

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Hoy en día parece que estén de moda las novelas gráficas, las historias largas dibujadas por un solo autor. A mí siempre me han gustado las revistas tipo “El Víbora”, poder leerte una historia en el váter, otra en la cama más tarde, terminarla al día siguiente en el autobús… Y quería que “Putokrío” tuviera algo de eso, que fuera como una revista de cómics. De hecho una de mis principales referencias en ese aspecto era el “American Splendor” de Harvey Pekar, una publicación donde Pekar escribía todas las historias y cada una era dibujada por un ilustrador diferente.

Al final has elegido a gente tan buena que el libro es también una especie de catálogo de autores españoles.

Me interesaba que hubiera una cierta disparidad de tonos y estilos. He visto cosas así de libres en algunas series de animación que me obsesionan. Sin ir más lejos en “Hora de aventuras”, que es una serie que adapto al castellano y que me flipa, pasan de una historia muy clásica a otra que es como un viaje de tripi entre un episodio y otro. Y nadie se preocupa porque se mantenga la coherencia. Los críos son espectadores muy agradecidos. Espero que ellos me lean también y que mi cómic se convierta en un manual para saber qué no deben hacer con sus vidas.

¿Por qué elegiste a cada uno de los dibujantes?

Quise rodearme de mis favoritos, a algunos los conozco de encontrármelos por Malasaña de borrachera, a otros de intercambiar mensajes en Facebook, a otros de colaborar juntos en mis cómics para “Mongolia” y a otros de nada, pero les seguía y cuando les hablé del proyecto se apuntaron. Es un lujazo contar con gente que llevo admirando desde la adolescencia como Miguel Ángel Martín, Sequeiros o Mauro. Pero también es un lujo contar con algunos de los jóvenes autores más interesantes del momento, como Álvaro Ortiz, Cristóbal Fortúnez o Néstor F.

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Creo que a cada dibujante le di el guión adecuado. Pero la decisión no se basaba solamente en criterios estéticos. Por ejemplo, Rebollo es un tipo enorme de brazos tatuados, por eso me pareció perfecto para dibujar la historia de mi padre, que va de culturistas hiperviolentos. Félix Ruiz es un gran fan de los programas de parapsicología, así que le di la historia sobre mi investigación para escribir un guión basado en el famoso  “Poltergeist de Vallecas”. A Carla Berrocal le encantan los animales, así que le di una historia de cuando iba con mis colegas a cazar gatos. Paco Redondo es un dibujante de cómic porno que hace a unas tías preciosas, así que se me ocurrió darle la historia más romántica del volumen. Y así con todo… Mi criterio es bastante demencial, aunque de algún modo creo que tiene lógica.

¿Cómo ha sido el proceso de creación del libro? Tiene que ser difícil coordinar a tantos autores.

El proceso de realización del cómic fue una odisea. Le vendí la idea a EDT, es decir, al mítico Joan Navarro, con el que ya había trabajado en mis comienzos guionizando cómics porno para su editorial Glènat, y mi editor no fue otro que Hernán Migoya, el autor de “Todas putas”, que entendió perfectamente el proyecto. Durante un año estuve escribiendo guiones, buscando dibujantes, coordinando todo el mogollón… Y durante ese año la editorial se hundió. De pronto me vi con un cómic acabado y sin editorial. Lo intenté con muchas otras editoriales, pero la mayoría lo rechazaron. Mi propuesta les parecía “rara” e “irregular”, que era precisamente de lo que se trataba. Ahora todas las editoriales españolas están que no cagan con el concepto de “novela gráfica”: quieren historias largas con un único autor y a ser posible que relaten episodios históricos de gran calado (jajaja). Y si te sales de ahí, te comes una mierda. Creo que sienten que el cómic se ha hecho mayor y lo que yo hago tiene un punto de inmadurez importante. No sé, seguramente les parecieron un puñado de páginas demenciales. Por suerte en Ponent le pegan a todo y aquí estoy.

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Por las historias desfilan una cantidad de personajes increíbles, ¿cuáles son tus favoritos?

No sé, me cuesta quedarme con uno, todos me hacen gracia por algún motivo. Los delincuentes juveniles siempre me han atraído, supongo que porque a mí me hubiera gustado ser uno de ellos pero nunca tuve cojones; a los culturistas los siento muy cercanos, es algo que he mamado desde muy pequeñito; las locas del coño son mi destino y mi pasión; los borrachos uno de mis temas preferidos y los productores de cine me parecen unos jetas fascinantes.

Últimamente tus animaciones están saliendo en el programa de televisión para Alaska y Coronas, donde aparece otra cara diferente de este álter ego tuyo, Putokrío. ¿Cómo surgió esto?

Hace unos años me encargué de coordinar el bloque de animación adulta de Cartoon Network, “Adult Swim”. Emitíamos series yanquis como “Robot Chicken”, “Squidbillies” o “Metalocalypse”, animación muy cañera y underground, algo casi imposible de que te produzcan por estos lares. Fue un curro cojonudo. Para ese bloque dirigí un par de proyectos, “Space Ghost Coast 2 Coast”, un late-night muy cafre presentado por un superhéroe de Hanna Barbera en el que entrevistamos a gente como Leopoldo María Panero, Ignatius o Jesús Franco, y una serie de cortometrajes con nuevas historias de “Putokrío”, que el canal decidió no emitir porque eran muy bestias. Le hice llegar esa media docena de cortos a Santiago Tabernero porque había flipado con su película “Vida y color” y además pensé que compartían algunos temas. Santiago, además de dirigir cine es responsable de algunos programas míticos de TVE como “Versión española” o “Torres y Reyes”. Cuando Joaquín Reyes dejó este último, donde su personaje Enjuto Mojamuto tenía una sección, Santiago me llamó para que lo sustituyera, y volví a la carga con mis animaciones de “Putokrío”, pero esta vez en un registro más “light” que las que había hecho para “Adult Swim”. Tengo que comer, ¿sabes? Pero las diferencias no se acababan ahí: así como en los primeros cortos de “Putokrío” contaba algunas historias ambientadas en la adolescencia del “personaje”, en los de “Alaska y Coronas”, que es como se llamó la segunda parte de “Torres y Reyes”, planteo un futuro hipotético en el que yo, con diez años más que ahora y asqueado de la “vida moderna”, decido encerrarme en un búnker de por vida. La verdad es que no sé si han sido muy del agrado del público del programa. Mis historias, aunque poseen un componente humorístico importante, no tienen muchos chistes. Y desde luego es muy difícil competir con un personaje como Enjuto Mojamuto, que es todo un fenómeno de masas en internet…