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Oda a la juventud perdida: revisemos el 'Original Pirate Material' de The Streets

"Weak Become Heroes" de The Streets capta a la perfección el infinito devenir entre bajones y subidones mientras se espera la llegada del fin de semana

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Ahora que estoy llegando al final de mi década de los veinte, empiezo a recordar esa etapa con un poco de decepción. Pero no es ese tipo de decepción que sientes al pensar "he llegado a los 21 y me he dado cuenta de que nunca seré un jugador de fútbol profesional", o "no pensé que llegaría a los 25 y seguiría viviendo con mis padres", ni incluso "ahora tengo 29 y no quiero dejar de salir de fiesta así que estoy empezando a parecerme a Fatboy Slim y me pregunto si sería modelo viable para seguir el resto de mi vida". Mi década de los veinte fue más bien un error tenue y sinuoso, constantemente comiéndome la olla pensando que estaba desperdiciando lo mejor de mi vida.

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Para describir mejor este periodo lo dividiré en dos actos. Por una parte, andaba siempre pendiente del reloj. Siempre estaba esperando que pasaran esos minutos silenciosos para no tener que soportar un segundo más de mi curro de oficina, que odiaba pero me daba el suficiente dinero para mantenerme en un eterno ciclo en el que vivía mes tras mes y año tras año esperando que llegara el fin de semana, o la próxima paga.

Por otra parte, los mejores momentos de mi década de los veinte los pasé en garitos, fiestas y festivales, vibrándolo bajo las luces efímeras de esas 48 horas, como si fueran un rayito de sol cálido en un día nublado. Eso era todo lo que me ilusionaba, desde el momento en que ponía un pie en el curro con un gran bajón cada lunes hasta el minuto antes de salir de la oficina a las cinco y media de la tarde del viernes, llegando a sentirme casi enfermo pensando en el cachondeo que me esperaba en las próximas horas.

Si hay una canción que capta a la perfección el infinito devenir entre bajones y subidones, esperando la llegada del fin de semana, esa es "Weak Become Heroes" de The Streets

Y si hay una canción que capta a la perfección el infinito devenir entre bajones y subidones de una vida en la que me limitaba a vivir esperando a que llegara el fin de semana, esa es "Weak Become Heroes" de The Streets, el tercer single de Original Pirate Material, el disco clásico de Mike Skinner de 2002. Aunque Mike hable de los recuerdos personales de sus noches de club en "Weak Become Heroes", lo que dice en el tema podría aplicarse a cualquier época y momento de fiesta. La experiencia no ha cambiado. El estilo de la música puede que sí (dependiendo del género), la ropa puede que ahora se lleve más ceñida, pero la forma en que describe eso de estar en un espacio único con un grupo de extraños durante el tiempo que sea sigue siendo la misma. Echa la vista atrás, y pulsa play para escuchar el tema aquí abajo.

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Desde el momento en que el loop de piano entra en escena, las palabras directas, realistas y efectivas de Skinner empiezan a captar las pequeñas complejidades que convierten a una fiesta en algo tan especial. La idea de que "es como si te conociera de toda la vida pero no sé ni tu nombre", la idea de que en esos momentos todo se reduce a un equilibrio, todo el mundo está al mismo nivel. Obviamente todo el mundo está drogado, pero la combinación de feromonas con niveles fluctuantes de serotonina hace que se cree una atmosfera; se crea un espacio que puede dar pie a esos momentos extraños y subliminales. Este es un lugar donde todos podemos bailar y cantar y no avergonzarnos, o tenemos que hacerlo de forma irónica por si alguien nos está observando. Es un mundo donde todos podemos juntarnos, perdernos en el momento y olvidarnos de una vez por todas de los problemas de la vida.

"A sea of people all equal smiles in front and behind me / We point at the sky and feel free" ("Un mar de personas, todos con las mismas sonrisas, delante y detrás de mí / Señalamos el cielo y nos sentimos libres").

Durante mi década de los veinte vivía para ese tipo de momentos. Esas eran las noches donde me sentía joven y actuaba como si lo fuera. A nadie de mi oficina le importaba una mierda lo que hiciera durante mi tiempo libre mientras me mantuviera lo suficientemente operativo durante la semana para darles dinero. Cuando estaba en el curro, siempre actuaba como un adulto responsable. Fingía que me importaban las cifras, los términos y una forma de pensamiento estéril que ahogaba mi verdadera personalidad y mantenía a raya esas persistentes ideas de libertad y felicidad.

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Quería una libertad eterna, por supuesto, pero me parecía que era un plan que solo podría poner en marcha dentro de un año o dos. No ahora, mientras tuviera que preocuparme por un proyecto/encargo/salario a fin de mes. Así que mi alma tomaba rienda suelta cuando estaba con mis amigos haciendo el garrulo cada fin de semana. Era esa experiencia lo que me hacía volver a sentirme humano.

"Then I realise five years went by and I'm older / Memories smoulder, winter's colder" ("Entonces me doy cuenta de que han pasado cinco años y que ya estoy viejo / Los recuerdos quemanm, el invierno es más frío").

Viviendo ese tipo de vida es muy fácil observar cómo se te escapan los años por delante de tus narices. La mayoría de la gente que va a raves de forma regular no tiene la suerte de poder dedicar su vida a ellas. No todos podemos ser promotores, DJ o músicos. La gran mayoría de las personas que encontramos en una noche de marcha es gente que simplemente está ahí para pasar sus seis horas de escapismo antes de tener que volver a su vida laboral que, por lo general, no disfrutan, sobre todo los lunes a las 9 de la mañana.

Siendo el eterno fiestero, el jefe del fin de semana, siempre miras para adelante y nuncaexprimes al máximo el presente. Eso me creó una especie de ansiedad; nunca estaba contento con el momento o con lo que tenía, incluso cuando salía de fiesta. Siempre había algo mejor que podría estar perdiéndome: una rave o un DJ mejor, una fiesta más molona con más drogas, un mejor círculo de gente para salir, un piso mejor, mejor salario y una vida mejor. Si me hubiera tomado el tiempo para apreciar lo que tenía cuando era joven, quizás no habría dejado tiradas a tantas churris, ni habría quemado tantos puentes o echado a perder tanto tiempo deseando en lugar de actuando.

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Siempre hay esa fiesta o rave en la que de repente no te sientes tan cómodo como antes, en la que te preguntas qué estás haciendo con tu vida

Al igual que cuando Skinner entra en un café en la estrofa final de "Weak Becomes Heroes", el final de este periodo de mi vida llegó cuando de repente se me abrieron los ojos. Siempre hay esa fiesta o rave en la que de repente no te sientes tan cómodo como antes, o ese bajón que te da más fuerte que nunca y te pone a pensar qué estás haciendo con una mirada mucho más crítica. El resto sigue igual, a pesar de que hayan pasado cinco, seis o diez años.

Pero al igual que ese piano que sigue en bucle, la vida siempre vuelve a ti con cosas que son de agradecer. Hubo momentos en ese periodo que nunca olvidaré e hice amigos que espero que sean para siempre. Puede que ahora no me parezca más que una mancha borrosa cuando me siento a pensar en esos años, pero guardo algunos recuerdos cojonudos de esos fines de semana, veranos y relaciones. Todo eso me ha hecho ser quien soy hoy, y no puedo evitar agradecerlo.

Al igual que la mayoría de nosotros, seguramente nunca haré algo especial y lo más probable es que acabe siendo una parte insignificante de la humanidad. Pero incluso si ese es el caso, siento que soy algo más cuando me junto con la peña y me doy una buena fiesta. De repente, cuando empiezas a sentir los bajos, las drogas y el amor de la sala, toda esa negatividad deja de importar una mierda. Puedes rebelarte siendo uno de muchos, y celebrar lo cojonudo que eso te hace sentir.

"And we all smile / And we all sing; we all sing, sing" ("Y todos sonreímos / Y todos cantamos; todos cantamos").

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