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Cultură

La ciudad que se construyó con lápidas de judíos

Fueron "recicladas" para construir casas, carreteras y jardines en Brest, Bielorrusia.

Lápidas amontonadas en la fortaleza de Brest-Litovsk. Todas las fotos por Debra Brunner.

El pasado mayo se iniciaron las obras de construcción de un nuevo supermercado en el centro de la ciudad bielorrusa de Brest, en la frontera con Polonia. En un giro de acontecimientos que no desentonaría en una película de terror, desde que empezaran las demoliciones de las casas para dejar sitio al nuevo comercio se han hallado más de 450 lápidas judías en sus cimientos.

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Antiguamente, el centro de Brest albergaba la colonia Warburg, un barrio residencial construido para alojar a los huérfanos judíos de la Primera Guerra Mundial. Con la llegada de los judíos en 1941, la población judía de Brest pasó a engrosar la lista de víctimas del Holocausto que fueron forzadas a vivir en guetos, encerradas en campos de concentración y asesinadas.

Tras la guerra, y con una comunidad judía terriblemente diezmada, los comunistas se dedicaron a deshacerse de los vestigios de la cultura judía que quedaban en la ciudad. En 1959, desmantelaron el cementerio judío –uno de los mayores y más antiguos de Bielorrusia- y lo trasformaron en un estadio deportivo. Durante las obras de demolición, tanto los miembros del Partido Comunista como los empresarios de la zona apreciaron la “alta calidad” de las lápidas y “las reciclaron”. Además de en los cimientos de las casas, las losas funerarias se encontraron también en las calzadas de las carreteras, las aceras y los jardines de la ciudad.

Lápidas en el emplazamiento del futuro supermercado

En mayo, mientras se realizaban las excavaciones, empezaron a aparecer más losas recicladas. Debra Brunner, codirectora de Together Plan, una organización benéfica británica dedicada al empoderamiento social en Europa del Este y en la antigua Unión Soviética, me dijo, “Ni siquiera puedo explicar lo que sentí allí, en medio de las lápidas. Imagínate un enorme montón de tierra recién excavada, de la que salían lápidas en todas direcciones. Era una escena macabra”.

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Habría sido imposible devolver las lápidas al cementerio del que las habían robado, ya que lo habían convertido en un complejo deportivo y se desconoce la ubicación concreta de cada losa. Actualmente, por falta de espacio y recursos, muchas de las lápidas se guardan apiladas junto a la fortaleza decimonónica de Brest-Litovsk, un monumento de la Segunda Guerra Mundial de gran valor simbólico. Ahora surge el miedo de que algún espabilado trate de ganar dinero con estas piezas instando a los visitantes ingenuos a realizar una “donación” destinada a un “fondo conmemorativo”. En su ubicación actual, las lápidas están expuestas a las inclemencias del tiempo y los caprichos del público.

Una excavadora trabaja en el lugar de construcción del supermercado

Artur Livshyts, responsable de Together Plan en Bielorrusia, dijo que la reacción de Brest ante el morboso hallazgo es “positiva, principalmente”. “El colectivo judío ha expresado su preocupación por que las lápidas se pongan a buen recaudo como monumento conmemorativo, al igual que la comunidad no judía, que en general ha mostrado interés por la conservación de las lápidas. Incluso los obreros que trabajaban en la zona detuvieron las obras para depositar las lápidas a un lado y avisar a la comunidad judía del hallazgo”, explicó.

En los últimos seis años se han hallado 1.500 lápidas en Brest, y cada vez se encuentran con más frecuencia a medida que las obras avanzan, llegando a encontrarse losas cada día. Para extraer una sola de estas lápidas se necesitan hasta cinco personas. Según Brunner, las lápidas son “rugosas al tacto, pero algunas de ellas se encuentran en buen estado, teniendo en cuenta por todo lo que han pasado”.

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Brunner me habló de su reciente viaje a Bielorrusia y de cómo “minutos” después de su llegada, “recibió una llamada de un habitante de la zona”. Este hombre le habló de un agricultor que, ese mismo día, había estado excavando en un campo para levantar una valla y se había encontrado una lápida boca abajo en el suelo. Cuando la levantó y la limpió, se dio cuenta de que la inscripción estaba escrita en hebreo”, afirma.

Lápidas amontonadas en la fortaleza de Brest-Litovsk

“Fuimos a recogerla con una furgoneta y la trasladamos a un lugar seguro. Los miembros de la comunidad judía de Brest que nos ayudaron a descargarla estaban muy preocupados por el estado de la lápida, y la delicadeza con la que la manipularon durante todo el proceso denotaba lo mucho que significaba para ellos”.

La bielorrusa Regina Simonenko es la persona a la que hay que dirigirse cuando se descubre una nueva lápida. Simonenko, Directora del Centro del Holocausto de Brest, organiza la recogida cuando le informan de cada hallazgo. “Cada lápida cuenta una historia”, me dijo. “Una de ellas se encontró en el jardín de una villa residencial. La habían usado para moler trigo, por lo que, con los años de uso, la piedra había acabado por agujerearse. Otra de las lápidas halladas recientemente estaba dedicada a una mujer llamada Golda. Estaba muy deteriorada y se habían borrado las fechas de nacimiento y defunción, pero descubrimos rastros evidentes de oro en la inscripción de su nombre”.

Simonenko y Together Plan esperan poder crear un monumento conmemorativo con las lápidas, “para que no se usen para ninguna otra cosa en el futuro” o, al menos, poder construir una valla para protegerlas. Hasta ahora, Together Plan ha logrado costear la reubicación de 400 de las lápidas. Sin embargo, hasta que no se obtengan más fondos, el destino del resto de las lápidas sigue siendo incierto.

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