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especial ficción 2012

La digestión de los lectores

En VICE Australia adoran los libros—y las tartas—así que hicieron una tarta con forma de libro

Photo by Ben Thomson

El pasado mes de abril, la University of Technology de Sydney, Australia, organizó su festival anual de Libros Comestibles en celebración del Día del Libro Comestible. Mucha gente no pudo por menos que preguntarse, “A ver qué coño han hecho ahora. Con qué. Y para quién”.

Según parece, el Día del Libro Comestible conmemora la vida del gastrónomo francés Jean Anthelme Brillat-Savarin, que escribió un alegre tratado sobre gastronomía titulado “Physiologie du Goût, ou Méditations de Gastronomie Transcendante; ouvrage théorique, historique et à l’ordre du jour, dédié aux Gastronomes parisiens, par un Professeur, membre de plusieurs sociétés littéraires et savantes” [Fisiología del gusto, o meditaciones sobre gastronomía trascendente; una obra teórica, histórica y actualizada, dedicada a los gastrónomos parisinos por un Profesor miembro de varias sociedades literarias y eruditas]. O, como se conoce popularmente, La fisiología del gusto. En el Día del Libro Comestible, universidades de todo el mundo organizaron actos en honor de Brillat-Savarin, celebrando el amor por los libros, la comida y la absurda cantidad de tiempo libre que tienen estudiantes y profesores.

En la programación del Festival del Libro Comestible de Sydney, lo más destacado fue un show en el que los fans literarios crearon enormes versiones digeribles de sus títulos favoritos para celebrar que finalmente habían desistido de intentar mantener relaciones sexuales con nadie.

La mayoría intentó replicar físicamente sus libros favoritos, mientras que los más aventureros crearon dioramas conceptuales recreando escenas o evocando temas de las historias. Algunos eran tan intrincados que tardaron 30 horas en hacerlos, y todas las “obras” competían para ganar premios en categorías como Más Creativa, Menos Comestible, y Mejor en Conjunto.

En VICE Australia nos encantan los libros y los pasteles, así que decidimos hacer nuestro propio libro comestible como prueba para el año que viene. Optamos por la versión comestible del clásico Puberty Blues. Traducir tanta emoción, pérdidas de virginidad y abortos en algo que nos quisiéramos comer fue un reto, y viéndolo ahora, probablemente no habría ganado en Mejor Creación, pero sí en la categoría Menos Comestible.