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La dignidad se mezcló con la rabia en las calles de Madrid

La batalla campal entre policías y manifestantes fue la más épica de los últimos años.

La dignidad llegó el sábado a Madrid en forma de columnas de parados desde todas las regiones del país, pero no le dio tiempo a establecerse. En la Plaza de Colón aún no había terminado el mitin de los organizadores de las Marchas de la Dignidad cuando comenzaron a escucharse los avisos de la Policía a través de sus altavoces. "Les habla la Policía. Abandonen la plaza pacíficamente", rugía el megáfono. Al mismo tiempo, los altavoces de la organización pedían a los agentes que no irrumpieran en la plaza para cargar. Ya era tarde, los incidentes habían comenzado y la gente empezaba a huir despavorida. Las familias corrían con los carritos de los niños para ponerse a salvo de las piedras y pelotas de goma que llovían sobre los más de 1.700 antidisturbios que componían el despliegue policial para la ocasión y los manifestantes.

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El inicio de los enfrentamientos es confuso, no se sabe cómo comenzó, pero el grado de violencia que acogieron el sábado las calles de Madrid era inaudito. La Policía estaba desbordada ante centenares de encapuchados que respondían a sus pelotazos y porrazos con adoquines, palos, bengalas y petardos. Las barricadas improvisadas con mobiliario urbano ardían intermitentemente a lo largo de los dos kilómetros de avenida entre la cita de la indignación y la estación de Atocha.

"No pasarán", decía una pancarta en el Paseo de Recoletos, junto a la improvisada acampada que comenzaba a desplegarse con la intención de permanecer indefinida. Pero la pancarta no decía la verdad. Un grupo de antidisturbios pasó literalmente por encima de los manifestantes que la sostenían a golpe de porra y pelotazos.

No le salió gratis contrariar esa pancarta, porque a escasos 20 metros una columna enfurecida hacía retroceder a los policías a palazos y pedradas en un combate casi cuerpo a cuerpo. El saldo: más de cien heridos, 67 de ellos policías con heridas de diversa gravedad y, según datos de Delegación del Gobierno en Madrid, lesiones dentales en algunos casos. En ocasiones se vieron tan arrinconados que por primera vez tuvieron que recurrir a los gases lacrimógenos.

Madrid quería dignidad pero también le sobraba rabia acumulada durante cinco años de crisis económica. 29 personas fueron detenidas en los incidentes del sábado.