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Me dijo la palabra Magic pero no presté demasiada atención. Pensé que sería como los nombres de los pirulos, que cada semana hay uno diferente en el mercado. El tipo era portugués o brasileño y tenía mucho acento. Me empezó a adoctrinar diciéndome que eso era muy fuerte que tuviese cuidado y sobre cómo debía tomarlo. No le estaba escuchando una sola palabra. No sé si decía que me lo metiera por la nariz, por la boca o por la oreja. Solo quería que se callase y me diera el puto gramo. Terminó. Lo pillé, y dejé al hooligan subido a la mesa gritando. Fui al mañaneo en nuestro cuartel general por excelencia situado en la calle Fuencarral. El centro neurálgico donde nos veíamos las caritas las mejores piezas de museo que aún querían seguir de fiesta.Cogí mi droga nueva y la volqué sobre el cóctel de colores que había en la mesa del salón, al probarlo alguien dijo: "¿Qué coño es esto?". "Pues una cosa que acabo de pillar". "¿Cómo se llama?". "Creo que Magic o algo así". ¿Por qué tantas preguntas? ¿Qué más da? Y seguían: "¿Pero esto es por la nariz o por la boca?". "Y yo que se". "¿Lo quieres o no?". Empezaron a quejarse de que sabía raro y que no les molaba. Les dije: "Ah, o sea os ponéis sin rechistar de cualquier cosa que os venden por ahí cualquier tarado pero miráis con ojos de asco lo que yo traigo. Si queréis llamamos a Sanidad para que lo comprueben antes". Estaba bastante cabreado así que dije: "Muy bien pues me lo voy a comer yo solo delante vuestro y no os pienso dar a ninguno". Me faltó llevarme el Scattergories.Comencé a escuchar voces que me decían lo que debía hacer y a girarme para hablar con ellas. Intentaba contestar a preguntas que nadie me había realizado. Miraba al sol y él me miraba a mí. Las caras no eran caras y donde no había caras, las había.
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