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La escasez de condones está alterando la vida sexual de los jóvenes venezolanos

Algunos se resignan a no encontrarlos en mucho tiempo. ¿Pero por cuánto tiempo más?

"Nos queda solo una caja de tres preservativos", dijo Ernesto D.

Ernesto, un venezolano de 28 años que mantiene una relación con una mujer de otra ciudad, intenta tener relaciones con ella cada vez que logran encontrarse. Sin embargo, ser padre no es algo que esté en los planes a corto plazo de Ernesto, y mucho menos en un país en el que los productos básicos para los bebés, como los pañales, son bastante difíciles de encontrar.

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Por tanto, Ernesto —quien, como el resto de los entrevistados por VICE para este artículo, prefiere mantener el anonimato— decide ir de ciudad en ciudad, buscando farmacias que vendan condones, un producto de simple látex que se está volviendo cada vez más difícil de encontrar en esta agitada nación sudamericana.

La escasez de condones en Venezuela ha transformado su vida sexual.

"Nos tocará adaptarnos a usar uno por día y limitar el cariño", dijo Ernesto a VICE en una entrevista reciente. "En Maracaibo, Margarita y Mérida no hay stock, es muy difícil conseguir".

En una búsqueda por nueve farmacias de dos de esas ciudades, solo consiguió tres cajas para reunir un total de nueve condones. Nueve sesiones de amor que se agotaron pronto.

"Voy con un cuidado excesivo cada vez que me pongo uno, porque no quiero que se rompan los pocos que tengo", cuenta Ernesto.

Durante los últimos meses, la búsqueda de condones, junto con otros productos de primera necesidad como tollas sanitarias, jabón de tocador o papel higiénico, ha creado tensiones entre los ciudadanos de Venezuela, un país que está afrontando una escasez crítica de distintos productos debido a una enorme inflación y a un déficit de dólares estadunidenses en circulación. El martes, un joven de 14 años fue asesinado por un policía que disparaba balas de goma para dispersar una manifestación en la ciudad de San Cristóbal.

El gobierno venezolano detuvo a dos altos ejecutivos de la cadena de farmacias Farmatodo, alegando prácticas ilegales. (Foto de Ariana Cubillos/AP)

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Las empresas aseguran que no les han aprobado la asignación de divisas para poder traer mercancía del exterior. Según un sindicato del estado de Zulia, alrededor de un 95 % de los negocios que solicitaron divisas extranjeras para fines comerciales fueron incapaces de obtener una acreditación para poder recibir el dinero.

Venezuela ha mantenido estrictos controles sobre las divisas durante más de una década. Esto significa que para importar, viajar o hacer compras por internet, primero hay que pedir autorización al Gobierno para cambiar bolívares por dólares o euros, lo cual llevó a la creación de un mercado negro de divisas extranjeras. El gobierno respondió la semana pasada normalizando la tasa de intercambio no oficial del dólar en un nivel de divisas aparte que casi igualó las tarifas del mercado negro.

Pero para poder comprar artículos del sector alimentario o el sanitario —como los condones—, la tasa de intercambio oficial será la que permanezca, lo que significa que la compra de condones no será más barata ni más fácil que antes.

A los ojos del gobierno chavista, bajo el mando del presidente Nicolás Maduro, la escasez de productos se debe a una "guerra económica montada por la oposición y la burguesía". Maduroculpó de la escasez de bienes a los "vampiros de la ultraderecha" y a "los parásitos de la burguesía y a sus métodos de guerra económica".

A principios de este mes, las autoridades venezolanas arrestaron a los dueños de una de las cadenas farmacéuticas más grandes del país, Farmatodo, acusándolos de lo que llamaron "irregularidades" en los suministros.

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La oposición alega que los déficits son consecuencia de las acciones gubernamentales. "El modelo económico no funciona porque no se está permitiendo que los venezolanos produzcan", dijo el líder de la oposición, Julio Borges, en una entrevista televisada a principios de febrero. "El gobierno lo que hace es la guerra contra el sector privado".

Para los ciudadanos venezolanos, este conflicto se añade a una interminable búsqueda de bienes de primera necesidad. VICE habló con varios venezolanos veinteañeros en estas últimas semanas. Un joven llamado Miguel G., soltero, dijo que se le estaban acabando los condones, pero no se veía muy preocupado por ello.

"Tengo condones, unos ocho o diez, los justos para sobrevivir a un par de citas", dice Miguel G. "Si la chica sigue tomando anticonceptivos, no me mortifica que no haya condones en los estantes".

Le preguntamos si es consciente de que las pastillas evitan un embarazo, pero no las enfermedades de transmisión sexual.

"Supongo que todos corremos ese riesgo de vez en cuando", dijo. "Sobre todo si no se tienen relaciones sexuales a menudo".

Juan A. es gay, tiene 24 años y considera vital el uso del condón. "Si no tenemos, mi pareja ya sabe que ese día no haremos nada", dijo.

Él confesó que con este panorama se siente "casi castrado". En una ocasión, Juan A. no tenía condones y confiaba que su pareja, en Portuguesa, hubiera comprado. Pero si en Caracas es complicado encontrarlos, en ese estado del interior del país es casi una misión imposible. Cuando se vieron, entre caricias y besos, el ambiente se animó, pero no pudieron culminar. "Terminamos la sesión en modo manual", explica, entre la indignación y la resignación.

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El 20 de febrero, el servicio de sanidad pública venezolano anunció que distribuiría 18 millones de condones a lo largo de todo el año, pero no dejó claro dónde, cuándo o cómo se llevaría a cabo esa distribución.

"Nunca se ha normalizado la distribución masiva de condones como parte de una política pública y exhaustiva", dijo en una entrevista Fernando Reyna, presidente de una ONG llamada Stop HIV. "Hemos realizado estudios con jóvenes y hemos descubierto que para ellos es demasiado costoso adquirir condones si no se los dan en las instituciones públicas".

Existen unas 100.000 personas con VIH o sida en Venezuela: el 0,6 por ciento de la población, según el programa de VIH/SIDA de la ONU.

"No existe campaña alguna de información en Venezuela para prevenir embarazos no deseados, ETS y el contagio de VIH", dijo Reyna a VICE. "El daño que hace a la gente y a su derecho a la salud es inmenso".

Foto por Alicia Hernández

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Rebeca dijo a VICE que es muy difícil conseguir condones, "están desaparecidos y las pastillas anticonceptivas son otro tema. El año pasado tuve que cambiar tres veces de marca porque la mía no estaba".

Con la escasez de condones y pastillas anticonceptivas, los venezolanos corren el riesgo de agravar las ya bastante preocupantes estadísticas de embarazos adolescentes. Según los datos del Banco Mundial, después de Guyana, Venezuela tuvo la tasa más alta de embarazos de Sudamérica en niñas de entre 15 y 19 años durante 2012.

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En Venezuela el aborto es ilegal, excepto en situaciones en las que la vida de la madre esté en riesgo. Aun con esa excepción, 16 de cada mil muertes de madres son de adolescentes pertenecientes al grupo de entre 15 y 19 años.

Recorrimos varias farmacias y locales en Caracas donde podrían vender condones. En las farmacias, ni rastro. De hecho, en muchas de ellas la sección de condones simplemente ha desaparecido y ha sido reemplazada, por ejemplo, con varias marcas de champú.

"No recibimos material desde noviembre", dice un empleado de una cadena en Los Palos Grandes —una zona acomodada de Caracas.

"Hace tres días llegaron unos pocos y volaron enseguida. Hacía rato que no llegaban", comenta otro empleado de la misma cadena, pero en Sabana Grande —zona clase media de Caracas.

En un supermercado en El Cafetal —zona acomodada de Caracas— finalmente conseguimos una caja de condones excesivamente cara.

El paquete de tres condones costaba 120 bolívares, el equivalente a 16 euros al cambio oficial. Esto en realidad costaría 0,60 euros según el nuevo cambio flotante de divisas y 0,56 euros según el cambio en el mercado negro.

El otro lugar donde había es una arepera —restaurante que vende arepas—, marca "USA".

"En mi vida había visto esa marca. Ni se me ocurriría ponérmelos", dice Isaac T., otro joven venezolano en busca de condones.

Con limitado stock en los cajones de sus mesitas de noche y la incertidumbre de no saber si mañana habrá condones en el mercado, muchos venezolanos recurren a los amigos en el exterior.

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"Una relación de pareja sin sexo no tiene sentido", dice Antonio P.

Si antes pedían un libro, una crema específica o aceite de oliva, ahora piden un medicamento, compresas y, desde hace unos meses, profilácticos.

"Una amiga me trajo una caja con 36 de Miami", cuenta Ana B. "Caducan en 2018, así que me da tiempo de sobra para poder usarlos si me quedo sin pareja".

"Yo me traje varias cajas de Las Vegas. Los vi y no dudé ni un momento. Tengo dos cajas de 24 y una de 12. Es una inversión de futuro", confiesa Diego B., estudiante.

En el caso de Ricardo R., unos amigos irán en unos días a Cúcuta, la ciudad fronteriza de Colombia con Venezuela. "Les he pedido que me traigan condones. Me harán el favor y se los podré pagar en bolívares, en vez de dólares o pesos." También se los pidió a una amiga de Panamá. "A ella le pagaré con una tarjeta regalo que compré en Amazon, no puedo pagarle de otro modo".

Pero hay quienes no pueden recurrir a sus amistades o no tienen dólares para comprarlos por internet o hacer encargos.

"Compré muchos en 2014, cuando aún se conseguían. Si se me acaban, me tocará abstinencia hasta que consiga", dice Juan P. "Me he adaptado a lo inadaptable, a los ciclos menstruales, a limitarme, respirar… Es pan para hoy y hambre para mañana. Y esto es una necesidad, un derecho humano", se queja.

Algunos se resignan a no encontrarlos en mucho tiempo. ¿Pero cuánto más va a durar?

"¿Alternativa? Imagino que salir a hacer cosas fuera para no pensar en follar", ríe Juan A.

Eduardo D. busca la salida en el humor: "Lo próximo será sexo tántrico. O mucho karate, al estilo de Ross en Friends".