Auras, cristales y peste a incienso: lo que nos encontramos en la feria de esoterismo de Madrid

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Auras, cristales y peste a incienso: lo que nos encontramos en la feria de esoterismo de Madrid

Sanadores, videntes, tarotistas, fotos del alma, un fuerte olor a incienso y todo tipo de piedrecitas y amuletos. El parque temático del Más Allá.

Todas las fotos por Davit Ruiz.

El hall de la estación de trenes de Atocha de Madrid es un sitio extraño, con una especie de selva de árboles tropicales, unos tubitos que vaporizan agua y algo parecido a un estanque, que sirve de hogar para un centenar de tortugas. Cada día más grandes, por cierto. Casi gigantescas. Estos días, caminar por ese invernadero es poner un pie en la Nave del Misterio de Iker Jiménez. Y si echas un rato allí, consigues realmente despegar.

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Al llegar a las puertas de la Feria Esotérica de Madrid te recibe la amabilidad hecha señora. Toma nuestros datos y pide insistentemente el teléfono (suponemos que para nada personal) y nos invita a esperar a la directora. Más amabilidad. No quiere que pensemos que venimos a un convención de brujas en la que va a haber un aquelarre a medianoche, o que esto está lleno de charlatanes (como ella los llama) de los que se anuncian como Magos en los papelitos fotocopiados que dan en el Metro. De esos, nuestro favorito, es el Profesor Mamadú, pero hace tiempo que no encontramos un flyer suyo y tememos que se ha retirado. Le echamos de menos. Pero volvamos a la Nave del Misterio.

La directora se llama Rosa María y presume de que lleva 17 años reuniendo a tarotistas y sanadores profesionales. "No charlatanes", insiste. Ella prefiere hablar de "psicólogos del alma". Estamos deseando ver cómo se las apañan. Antes de despedirse y desearnos suerte nos dice que no vamos a encontrar ni magia, ni ocultismo y nos recomienda hablar con Keila, que ha venido de Suiza solo para abrir "puntos de luz" en sus clientes para que acierten con sus votos en las próximas elecciones. Si esto lo hubiera sabido un partido político, la esponsorización la tenía asegurada. No ha estado rápida.

Vamos directos a por ella, pero un cliente nos avisa que hoy no ha venido y que quizá no lo haga hasta por la tarde. Él se queda esperando frente a su stand. En realidad, los tarotistas y videntes tienen algo parecidos a cubículos en los que reciben a sus clientes tras correr una cortina. Entramos en uno, hay que probar suerte. Nos recibe otra señora (la media de edad entre las adivinadoras es alta). Se llama Mara y nos explica que lleva en esto 24 años y que cobra 36 euros por consulta (10 si solo quieres que te resuelva una duda concreta). Tiene las cartas sobre la mesa, pero lo que de verdad la hace especial es que controla lo que ella llama la "lectura de cristales azules". Nos los pone en la mano, les damos calorcito, nos pide que los tiremos en el tapete y voilá vamos a ser muy felices, toda la vida, muy bien acompañados y con mucha pasión. Ya dijimos que aquí todo es amabilidad.

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Prueba superada, que nos leyeran el futuro era una de las cosas que más nos acojonaba, y como ya lo han hecho nos vemos tan 'sueltos' que nos metemos en el cubículo del hombre que fotografía el aura. ¿Existe? Por supuesto. Se llama Víctor y cobra 20 euros por hacerlo. Lleva desde el 2000 utilizando su cámara para sacar fotos que luego muestran distintos colores. El tema, nos dice, es conocerse mejor a uno mismo. Le pedimos que nos explique cómo funciona su cámara prodigiosa, que parece una de esas que utilizaban los fotógrafos antiguos. Nos habla de una web-cam, de unos palos que captan tu energía, de luz que entra y nos hacemos un verdadero lío. Esta vez no hay suerte, no nos ofrece sacarnos un retrato gratis. Y no estamos dispuestos a pagar, nuestro aura está bien como está, y no queremos verla, porque lo mismo le reventamos su artilugio.

Más cositas. Queremos saber en qué consiste realmente el tarot y nos encontramos con Mari Carmen Ramírez. Se presenta como la Máster del Tarot y seguro que nos puede resolver un par de dudas. ¿Se puede vivir de esto? "Yo lo hago desde hace muchos años, ahora es verdad que la gente viene menos, hay menos dinero. Yo me he propuesto divulgar el tarot y también soy profesora de esto. Si sales en televisión o radio, como yo, es mucho más fácil poder vivir del tarot. Yo me he empeñado en demostrar que esto puede ser algo bonito". También le preguntamos por la magia, ella la practica, sabe cómo hacerla y es efectiva, nos asegura. Pero no le gusta, porque suponen sesiones de 1.000 euros y eso le parece un abuso.

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Continuamos nuestro paseo por el Más Allá instalado en el centro de Madrid y entramos en la sección adivinos-que-han-tenido-contacto-con-famosos. Mientras no perdemos detalle de abalorios y piedras y sigue oliendo muy fuertemente a incieso. El primero que nos aborda es Pedro Gutiérrez, ataviado con un poncho y con ganas de mostrarnos cómo ha sido su participación como vidente en, entre otros programas, La Isla de los Famosos . "Kiko Matamoros, ahí donde lo ves y con ese aspecto, es bien majo". Nos deja un titular, pero no nos lee el futuro.

Y la siguiente star de la televisión es Paquita Berbel. Ha recorrido -por lo que se ve en sus fotos- casi todos los programas de la época dorada de Antena 3. La de Isabel Gemio y todas esas estrellas. Y tiene una foto de Rocío Jurado. Paquita ha hecho un tarot especial para la feria y nos pide que cojamos tres cartas. Las interpreta. La primera: suerte en el trabajo, momento de seguir creciendo y afrontar nuevos retos (todo muy coach). Carta dos: vas a ser feliz, bien en el amor, bien con los amigos, bien con la familia y bien en general (día sí y día también). Tercera carta: nos jode, la rompe delante de nuestras narices. "Era mala, no vale la pena". Joder, pues mejor no saberlo. Toda la razón Paquita.

Vemos unos tipis indios, pero dos personas que están haciendo algo parecido a reiki nos dicen que mejor no saquemos fotos. Nos quedamos sin ver el campamento que hay allí montado y sin saber para qué vale. Salimos por la puerta, no sin antes darle el teléfono a la persona de la puerta. Sonrisa de despedida. Mucha amabilidad. Adiós a la nave del misterio y al calor que da ese invernadero de la Estación de Atocha.