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Cultură

La guía VICE de Siria. Parte 2

Algunos de los temas más importantes para empezar a entender las complejidades del conflicto en Siria.

Ilustraciones de Mike Taylor

Hemos confeccionado esta guía con la intención de condensar los hechos extraídos de las miles de páginas de libros de consulta, biografías, textos religiosos, informes de primera mano, reportajes y otras fuentes de información que hemos consultado para realizar nuestro número Especial Siria, que pronto tendréis en vuestras manos. Podríamos haber incluido varias docenas de entradas más, pero, en nuestra opinión, los temas tratados aquí abajo son los más importantes a la hora de empezar a entender las complejidades del conflicto.

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LÍBANO

La larga y complicada historia de Siria y el Líbano se remonta a la secesión de este último país en 1920, cuando las potencias europeas aún dominaban gran parte de Oriente Medio. Las tropas sirias fueron una presencia constante en el país desde 1976 hasta 2005, cuando la Revolución del Cedro expulsó a las fuerzas sirias de Líbano. Con todo, los servicios de inteligencia sirios todavía tienen peso en el país, y a lo largo de la última década se les ha acusado de estar detrás de los asesinatos de varios altos cargos libaneses.

La tensión del actual conflicto está empezando a deshilachar los, hasta ahora, estrechos lazos políticos, económicos y culturales entre los dos países. El gobierno libanés está dividido en dos bloques: la mayoritaria Alianza del 8 de Marzo, favorable al régimen de Assad, y la pro-rebelde Alianza del 14 de Marzo. El grupo shií militante Hezbollah, que domina el 8 de Marzo, es de largo la más poderosa fuerza política del país, y el régimen de Assad es uno de los más grandes apoyos de Hezbollah en términos de dinero, armas y cobertura política. Esta relación ha ido socavando el prestigio de Hezbollah en el mundo árabe, ya que el grupo ha sido acusado en múltiples ocasiones de enviar combatientes a respaldar la fisión sociópata de Assad.

Algunos políticos libaneses pro-régimen apoyan la creación de una “Gran Siria” panárabe que abarcaría Líbano; el gobierno sirio y sus defensores siguen considerando Líbano como una provincia antes que como un país vecino soberano, mientras que, por su parte, muchos libaneses se irritan ante la idea de que su país sea uno con Siria, ya que a los residentes allí se les considera en su mayor parte como ciudadanos de segunda clase.

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Los extendidos rumores de que el conflicto sirio podría propagarse a Líbano tienen raíz en la estrecha relación entre ambos países y sus gentes. La guerra civil en Siria salpica estos días, en ocasiones, a la ciudad norteña de Trípoli: según se ha informado, pistoleros locales suníes, a favor de los rebeldes sirios, han librado combates contra alauíes libaneses. Beirut se ha convertido recientemente en el escenario de sangrientas luchas y bombardeos entre fuerzas a favor y en contra del régimen, una aterradora perspectiva en un país que no ha terminado de cerrar las heridas de su propia guerra civil, finalizada hace apenas unos años.

Durante los choques en Trípoli, un jefe libanés pro-rebelde llamado Abu Ibrahim nos dijo, “Esto ha estado en marcha durante toda mi vida adulta”, refiriéndose a las luchas contra las milicias en Líbano con respaldo de Siria. Nos enseñó cicatrices de las heridas que, según dijo, recibió luchando contra tropas sirias en 1983, y añadió que, al menos por ahora, no iba a dejar que sus hijos lucharan. El ejército sirio y sus representantes locales han sido repetidamente acusados de la masacre de suníes en Trípoli durante la guerra civil, un oscuro episodio que los residentes libaneses no están dispuestos a olvidar.

Exacerban el profundo odio y la desconfianza hacia la presencia de Siria en Líbano las incursiones que hacen las fuerzas sirias en territorio libanés casi a diario. Con un poder militar débil y unas fuerzas de seguridad en buena medida aún leales al régimen de Siria, hasta ahora Líbano no ha logrado dar respuesta a estas incursiones de forma significativa.

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KURDOS

Con cerca de dos millones de personas, los kurdos forman la más numerosa minoría étnica en Siria. Los suníes, en su mayor parte seculares, han estado concentrados en las provincias del norte del país desde los tiempos de las cruzadas.

Tras despojárseles de sus pasaportes en los años 60, a lo largo de las últimas décadas los kurdos se las han arreglado para sobrevivir como no-ciudadanos. Se prohibieron la lengua y la cultura kurdas y miles de activistas kurdos desaparecieron y fueron torturados en las cárceles de Assad. Esta constante represión condujo a un levantamiento en 1986, después de que cientos de kurdos se concentraran en Damasco para celebrar el Newroz, una de sus festividades más importantes.

Los kurdos han intentado recientemente poner fin a sus luchas internas entre facciones y empezado a organizarse en contra del régimen de Assad. Su momento llegó en julio, cuando el Gobierno retiró a sus fuerzas en las áreas kurdas para que lucharan contra el ELS en Alepo y Damasco. Aprovechando la oportunidad, las milicias kurdas conocidas como YPG (Unidades de Protección Popular) tomaron un pueblo kurdo tras otro; se establecieron cortes de carreteras y se puso en arresto domiciliario a miembros de fuerzas de seguridad sirias.

Los kurdos ocupan una tercera posición en esta guerra, enfrentados tanto a Assad como a la oposición. Aunque detestan a Assad, temen que el Ejército de Liberación Sirio establezca un estado islamista. El hecho de que Turquía dé cobijo y suministre armas al ELS no hace sino provocar más sospechas entre los kurdos, ya que entre turcos y kurdos hay suficientes rencores y mala sangre como para hacer otra de estas guías entera. Este otoño, el primer ministro de Turquía le dio a Assad un ultimátum: si permitía que el movimiento independentista kurdo o la células del PKK (Movimiento de los Trabajadores del Kurdistán) operaran en su país, Turquía respondería con un ataque. El movimiento kurdo se prepara ahora para una guerra abierta con Turquía, para otro asalto de las fuerzas de Assad y a la infiltración de extremistas en su territorio autónomo. Una vez más, los kurdos se encuentran atrapados en el medio, luchando por su independencia y por sobrevivir, y el futuro para ellos pinta bastante negro.

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JUDÍOS

En 2005, el Departamento de Estado norteamericano estimó en 80 el número de judíos viviendo en Siria. Los judíos llevan al menos dos mil años haciendo de este país su hogar, aun a pesar de estar sujetos a injustas imposiciones, como una tasa religiosa que sólo ellos están obligados a pagar. Olas de judíos sefardíes recalaron allí a finales del siglo XV huyendo la inquisición española, pero encontraron en Siria un país muy poco hospitalario.

Pese a todo, la vida resultó soportable para los judíos sirios hasta la fundación de Israel en 1948. Después de que Israel le hiciera a Siria pam-pam en el culo en la guerra árabe-israelí, el amargado Gobierno sirio implantó un conjunto de medidas prohibiendo a los judíos tener propiedades, carnet de conducir o teléfonos. En 1967, tras la victoria de Israel en la Guerra de los 6 Días, 57 judíos fueron supuestamente asesinados durante un pogromo en la ciudad de Qamishli.

Anticipando un éxodo, el Gobierno sirio, de forma paradójica, hizo prácticamente imposible para los judíos dejar el país. Hafez sólo les permitía viajar si podían depositar una fianza de 300 a 1.000 dólares, además de aceptar la obligación de dejar en el país a un miembro de la familia como garantía de regreso. A partir de 1972, la activista por los derechos humanos Judy Feld Carr, entonces conocida únicamente como “Mrs. Judy”, sacó en secreto del país a más de 3.000 judíos a través del equivalente sirio del “ferrocarril subterráneo”. Aquellos que no tuvieron éxito cruzando las fronteras fueron declarados culpables de viaje no autorizado y con frecuencia torturados durante su detención. En 1977, bajo presión de Jimmy Carter, Hafez accedió finalmente a permitir que varios judíos abandonaran el país.

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En 1994, el Gobierno israelí admitió haber mantenido durante dos años una operación encubierta para sacar judíos de Alepo y llevarlos a Israel. Muchos de ellos “visitaron” Nueva York –hogar de la mayor población mundial de judíos sirios (unos 75.000 en 2007)– para desde allí viajar a Israel y no volver jamás a Siria. En total, Israel ayudó a cuatro mil judíos a fugarse de Siria; para cuando concluyó la operación sólo 300 quedaban en el país, casi todos por ser demasiados ancianos para huir. La mayoría de estos rezagados están ahora muertos. La sinagoga de Kniesset Ilfranj, en Damasco, es el último lugar de oración judío que queda en el país. Mrs. Judy calcula que quedan hoy 16 judíos en Siria. Sí, eso es; dieciséis.

YIHADISTAS

Nadie sabe con certeza qué porcentaje de las fuerzas rebeldes sirias lo componen yihadistas, o “combatientes extranjeros”. Aunque es cierto que hombres jóvenes de línea dura procedentes de Libia y los países del Golfo están entrando en Siria para combatir, la prensa occidental y los aficionados a las conspiraciones probablemente han exagerado su número e influencia. Los yihadistas –devotos mártires sin vicios– se han dado a conocer entre las fuerzas de oposición por su fiereza e inflexibilidad en el combate. En comparación, los rebeldes seculares y fumadores compulsivos del ELS parecen unos desharrapados. Está fuera de discusión que, en los últimos meses, las fuerzas rebeldes han adoptado un tono más religioso, pero estaba destinado a suceder cuando la clase media y secular empezó a abandonar los pueblos y ciudades de un país dividido y profundamente creyente. La gente pobre del campo es la única que queda en esas zonas; cuando sus familias son asesinadas y sus aldeas arrasadas, lo único que les queda es Alá.

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Para entender mejor la tesitura en la que se encuentran los insurgentes, imaginad que de repente estalla una guerra civil en el país occidental en el que vivais. Combatís con un grupo de gente joven, secular y de izquierdas, con una total falta de preparación para enfrentarse a unas fuerzas militares bien preparadas y equipadas y, como resultado, os están masacrando. Entonces aparece a vuestro lado un pequeño ejército de gente no muy cultivada, proclive a evangelizar, pero armada hasta los dientes y ofreciendo su ayuda. Y, aunque sabéis que si vuestro bando gana esta guerra, estos elementos extraños tratarán de hacerse con el poder, introducir su sistema de creencias en el nuevo Gobierno e ilegalizar el aborto, cuando los disparos silban a tu lado esa es una alianza difícil de rechazar.

El temor en Occidente a que los yihadistas se apoderen de la revolución siria se ha convertido en una profecía con visos de cumplirse. Rechazamos enviar armas a la oposición secular porque temíamos que cayeran en manos de extremistas, así que la oposición secular no tuvo más remedio que buscar ayuda en los yihadistas. Los grupos salafistas cuentan con armas y dinero procedentes de Arabia Saudí y Qatar, y se cree que la intervención de Al Qaeda en el conflicto se ha intensificado desde mediados de julio. Los corresponsales de VICE sobre el terreno de la región han informado haber visto pocos, muy pocos combatientes extranjeros: un libio aquí y algún otro por allá, pero no el nutrido nido de avispas que algunos políticos han hecho que parezca. Es evidente que a la oposición secular le preocupa que la revolución caiga en manos de fanáticos religiosos, pero, por el momento, el ELS y sus aliados necesitan a estos misteriosos, vagamente amenazadores hombres barbudos a los que no da les miedo dormir en primera línea de combate y no sienten ningún temor a morir por la causa.

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MEDIOS DE COMUNICACIÓN

La ley siria prohíbe que la prensa publique información que “provoque descontento social, enturbie las relaciones internacionales, atente contra la dignidad del país o la unidad nacional, afecte a la moral de las fuerzas armadas o dañe la economía nacional y la seguridad del sistema monetario”. Los medios de comunicación están bajo control del estado desde los años 60. Hasta el año 2001 los medios de comunicación privados tuvieron permiso para operar; eso sí, teniendo el Gobierno el poder para acallar o censurar cualquier cosa.

Internet está igualmente restringido. La mayoría de proveedores de servicios son propiedad del Gobierno, que no se lo piensa dos veces a la hora de bloquear cualquier contenido que perciba como anti-régimen. Las redes sociales y las páginas para compartir vídeos estuvieron prohibidas en todo el territorio hasta 2011, pero aunque Facebook y YouTube han sido desbloqueadas, observadores pro-derechos humanos apuntan que el régimen sigue censurando la información de forma rutinaria; en particular, cualquier imagen de gente siendo golpeada y ejecutada por manifestarse o intentar salir del país. Aquellos que tienen éxito esquivando a los censores y publican contenido antigubernamental se arriesgan a la cárcel y a la tortura.

La televisión apesta en Siria, sin importar en qué dirección cambies de canal. Salvo dos, todas las estaciones sirias emiten por satélite, la mayoría controlados por dos organismos del Estado, la Televisión Árabe Siria y la Comisión de Radiodifusión. Los pocos canales privados que emiten en el país viven con el constante miedo de cabrear a las autoridades gubernamentales. Eso significa que la práctica mayoría de “periodistas” sirios ha de acatar sin reservas lo que diga Assad para proteger sus carreras (y en algunos casos, literalmente sus vidas), y se mostrarán agresivos y atacarán públicamente y minarán la imagen de cualquiera que se muestre en desacuerdo con sus puntos de vista pro-régimen.

La televisión se ha convertido en un asunto mortal en los últimos meses. En junio, la estación privada pro-Assad Al Ikhbariya fue atacada por fuerzas del ELS, con el resultado de siete empleados muertos. Y, en septiembre, un francotirador insurgente disparó contra la corresponsal iraní Maya Nasser. Es muy probable que esta clase de ataques se hagan más frecuentes a medida que avance el conflicto.

Ministros extranjeros miembros de la Liga Árabe han pedido a los proveedores regionales de TV por satélite que bloqueen las transmisiones de Siria con objeto de limitar el alcance de la influencia del régimen de Assad, y las compañías de televisión sirias detuvieron la producción de nuevos programas al comienzo de la revolución. Esto incluyó el rodaje de algunos de los culebrones más populares en el mundo árabe, además de propaganda como Ash-Shatat (La diáspora), una serie de 29 capítulos basada en su mayor parte en Los protocolos de los sabios de Sión, un libelo antisemita detallando las tentativas de los líderes judíos de apoderarse del mundo, que fue propagado por Hitler antes de la 2ª Guerra Mundial. La serie incluye una escena que sugiere que, en algún momento de la historia, los judíos asesinaron a niños cristianos y utilizaron su sangre como ingrediente del matzo.

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