FYI.

This story is over 5 years old.

Noticias

La otra cara de los ataques de ácido

En Camboya la mitad de las víctimas son hombres.

Sok Thy nunca pensó que su primo pudiera vengarse por una discusión sobre la empresa de bicicletas que regentaban juntos. Aun así, Thy cuenta cómo su primo entró en su casa a las once de la noche, se dirigió a su habitación y le roció con ácido mientras dormía.

Después de estar dos días en el hospital, Thy tuvo que quedarse impedido en su casa durante más de un año, sin poder trabajar, por lo que su familia sufrió muchos apuros económicos. El ácido le derritió la piel, una oreja y uno de sus ojos, que ha quedado sellado perdiendo completamente la visión.

Publicidad

Según cuenta Erin Bourgoise de la organización CASC, en estos ataques no solamente se decide utilizar ácido para conseguir un estigma social al quedar la víctima marcada de por vida sino que también influyen factores económicos. “Un litro de ácido en Camboya tan sólo cuesta un dólar y es muy fácil de conseguir porque se utiliza de forma habitual en el negocio del caucho o la joyería.” CASC son la única ONG que trabaja con los supervivientes de los ataques de ácido en el país, y desde 2002 han llegado a contabilizar alrededor de 400 casos, aunque “el número de víctimas atacadas es muy difícil de registrar, muchas de ellas no denuncian porque temen represalias”.

Junto a Bangladesh, Nepal y India, Camboya tiene una de las cifras más altas de ataques de ácido en el mundo. Pero a diferencia de estos países, un 48% de las víctimas son hombres. Los informes apuntan que es más común que las mujeres sean las autoras de estos ataques, por motivos de celos o venganza por la infidelidad de sus maridos.

Parece que Sok Thy es una excepción. Habla mucho de su primo.  “Sufrí mucho” dice. “Pero no tengo que prestar atención al pasado. De eso ya hace 20 años y he llegado a olvidar lo que hizo. Lo he perdonado”.

Para los camboyanos si una persona ha sido atacada con ácido es que algo mal ha tenido que hacer. “Para la sociedad y la gente que no me conoce, las víctimas somos malas personas. Es como si hubiéramos maltratado a nuestra mujer o tuviéramos un amante y por eso fuimos atacados”, dice Thy.  Sus palabras son algo delatadoras: En la ficha que guarda el CASC sobre su caso todos sus datos encajan a la perfección, menos el hecho de que su mujer fuera el verdugo y que el motivo pudiera ser una supuesta infidelidad amorosa. Sin embargo, mientras nos cuenta el caso, ella escucha sin aparentar estar preocupada. Su asistente social dice que posiblemente se hayan tergiversado las fichas del CASC.