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Cultură

La prostitución a la antigua todavía existe: entrevistamos a la madame más famosa de Barcelona

"El sexo solo se puede hacer por amor o por dinero"

Lydia Rius (31 de diciembre de 1938, Barcelona), más conocida como la Senyora Rius, es una 'madame' que forma parte de la iconografía de Barcelona. Nació entre La Casita Blanca y La Rosaleda. Heredó el trabajo de su madre y ya lleva cinco décadas dedicándose a "hacer hombres", la expresión que ella usa para referirse a la prostitución. Algunos de sus clientes han sido nombres tan mediáticos como Salvador Dalí –quien considera que hizo cosas muy feas y no le gustó nunca su forma de comportarse. De hecho, cuenta que llegó rodeado de seis chicas blanquísimas y un pato, y el que acabó teniendo más protagonismo en la sesión fue el pato-, Camilo José Cela –que se dedicó a romper platos- u Orson Welles. Cada mañana lee el diario y es una entusiasta lectora de libros. Lo demuestran las decenas que pueblan las estanterías del despacho en el que nos atiende en uno de los tres pisos de alquiler que tiene en la calle Villarroel, todos pertenecientes a la misma finca, en la cual ya lleva veintisiete años. También es una gran cinéfila. Las paredes están repletas de cuadros de actores y actrices, como Rita Hayworth, de quien dice que aprendió a seducir a los hombres. Es muy casera, y solo sale de su hogar en momentos muy concretos, como cuando a primera hora de la mañana va a hacerse una sesión de rayos UVA o cuando a última hora del día acude a la peluquería. Estudió en un colegio de monjas. Solo bebe agua del grifo y no fuma. Ha abortado varias veces. Ahora ya hace veinte años que no hace señores, y únicamente se dedica a dirigir el negocio, el cual abre todos los días del año excepto en Navidad, San Esteban y Viernes Santo.

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Mientras conversamos no cesa de sonar el teléfono, el cual coge después de disculparse con el periodista. "¿Tiene alguna chica libre?", pregunta un cliente que se llama Enric. "Hombre, es como si en una pastelería no tuvieran pasteles", responde la Señora Rius. Le aconseja una tal Gimena, quien posee una piel de cortesana y quien Rius llama el Mío Cid, dada su procedencia de la España profunda. "Enric, nunca te acuerdas de qué plato comes en casa. Yo creo que nunca has estado con Gimena".

VICE: ¿Cuál es su secreto para que se le respete tanto a pesar de la profesión a la que se dedica?

Senyora Rius: Una señora solo puede llegar donde yo he llegado ofreciendo siempre la confianza, la seguridad y la seriedad adecuadas para que crean en ti. Además, en nuestro caso no hay señoritas para escoger. Es una cita a ciegas. Queremos las cosas que hacemos. Ya sé que todas hemos hecho este trabajo por dinero, pero si viene una señorita a conocerme y le da reparo estar con un señor, le voy a decir que mejor que no lo haga.

¿Qué opinión tiene de usted el sector femenino?

A veces me llaman señoras diciéndome que no se nota que yo he hecho señores por mi apariencia, conocimientos y forma de ser. Pero esta señora seguramente tiene una hija de dieciocho o diecinueve años que ya ha tenido experiencias sexuales con diferentes chicos. Yo la primera vez que hice un señor fue con veintidós años, y anteriormente solo había estado con un chico.

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De eso hace más de cincuenta años. ¿Qué ha cambiado desde entonces?

La libertad sexual que hay ahora hace que nuestro trabajo esté mejor visto. Lo que molesta a la gente es el intercambio económico, pero el dinero también sirve para comprar un cuadro. Si usted necesita la compañía de una chica y con sus recursos no la puede conseguir, es normal que la tenga que pagar. Es una necesidad. Yo pienso que el sexo solo se puede hacer por amor o por dinero. Hacerlo por hacerlo me parece un pecado. Nuestro trabajo siempre perdurará. Estaremos mal vistas, pero siempre seremos necesarias.

¿Los hombres han cambiado?

Hace cincuenta años no había casinos ni cines. En definitiva, había menos distracciones. Los señores venían más, hasta dos o tres veces por semana. Entablabas conversaciones con ellos y aprendías mucho. Algunos eran mayores, y yo muy joven. A mí me enamora hacer señores.

Algunos hace veinte años que vienen aquí, pero sus posibilidades y su colita no les permiten venir ya regularmente.

¿Su clientela es fiel a su negocio?

Muchos son clientes habituales. Nuestra manera de hacer tiene un caliu que hace que se queden. Algunos hace veinte años que vienen aquí, pero sus posibilidades y su colita no les permiten venir ya regularmente. Aunque se acuerdan de nosotros y nos llaman para saber cómo nos va.

Entonces intuyo que su relación con ellos va más allá de la relación entre vendedor y cliente.

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Yo con todos mis señores tengo una relación personal, de amistad. Me gusta recibirlos y despedirlos, tomar cafés con ellos. Les hago bocatas. Es una relación muy bonita y agradable. Alguno me ha llegado a decir que gracias a mí ha podido ver crecer a sus hijos, ya que si no hubiese dejado a su mujer. Y tengo aquí muchos señores que se han separado y no han querido irse con la primera que han encontrado en un bar. Todavía no han rehecho su vida.

¿Sus señoritas también se relacionan con sus clientes fuera del horario de trabajo?

Los señores no me gusta que vayan siempre con la misma señorita, aunque he casado a tres señoritas con señores y les ha ido muy bien. Pero no me gusta que repitan. Es como en el restaurante, ir cambiando de plato va bien. Si no a la larga la cosa se complica. Quiero hacer felices a las personas, no complicarles la vida.

¿Se ha encontrado con señores que por el hecho de estar pagando se creen con derecho a todo?

Si un señor va pensando que por haber pagado ya tiene derecho a todo, no quiero saber nada de él. Es una equivocación terrible. Cuando una mujer está en una habitación es ella la que manda. Pague alguien o no.

¿Por qué cree que hay señores que acuden a usted aunque estén casados?

Tengo un señor que dice que cuando llega a casa el único que se pone contento es el perro. La mujer está con sus cosas y los niños mirando la tele. Algunos vienen aquí buscando más conversación y comprensión que sexo. Cada vez estamos más incomunicados, a pesar de ir todo el día con el móvil.

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¿Considera que están cometiendo una infidelidad?

Para mí el sexo por el sexo, sin sentimientos de por medio, es un engaño, no una infidelidad.

Desde luego, usted no es una analfabeta, que es la imagen general que la sociedad tiene de las prostitutas.

Yo nunca tuve estudios ni preparación. Pero me ha gustado mucho leer. Sobre todo se tiene que tener la suficiente convicción para conversar con un señor siendo atrevida y valiente. Yo hace cincuenta años ya era muy conversadora, y puede que por ese motivo tirara para adelante.

Hacer un señor es dinero rápido, pero no fácil.

¿Qué piensa de las prostitutas que captan los clientes en la calle?

Nuestro trabajo siempre se tendría que hacer dentro de unos apartamentos, como lo hacemos nosotros. Las chicas que están en la calle siempre están con la alerta puesta. En Suiza, por ejemplo, tengo entendido que cuando una chica se va a un lugar a hacer a un señor le deja los papeles a la policía, y si a los quince días no ha vuelto, la policía la va a buscar. Aquí también tendría que haber este control, ya que así se evitarían muchos problemas con las mafias. Yo fui a la mejor casa de Barcelona, quería subir escaleras. Y tuve mucha suerte. En cualquier trabajo tienes que hacer lo que te hace sentir bien. En la calle yo no me hubiese sentido bien.

¿Usted qué perfil de señorita contrata?

Mis señoritas tienen que tener el don de la ternura, unos veintiocho o treinta años, y que anden, no que gateen. No me interesan muy jóvenes; quiero que tengan experiencia. Y para mí es muy importante la puntualidad. Además, no quiero que solo sea bonita por fuera, sino que también sea buena persona. Eso se puede saber con una pequeña conversación como la que estamos teniendo usted y yo ahora mismo. Yo ya sé que usted es una buena persona y usted sabe lo mismo de mí.

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Se ha avanzado es en tolerancia. Desgraciadamente esto hace que en algunas calles de Barcelona se vea un espectáculo bastante denigrante.

Imagino que con la crisis le llueven peticiones para trabajar con usted.

Si supiera la cantidad de señoras que han pasado por mi casa… se quedaría horrorizado. Se nota muchísimo el problema de la falta de trabajo. Y suerte que algunas señoras podemos hacer señores, porque si no la cola del paro llegaría hasta Guadalajara. Me sabe fatal por todas las señoras que no he podido coger y que estaban pasando por situaciones muy malas. Pero muchas de ellas nunca habían hecho un señor. Y hacer un señor es dinero rápido, pero no fácil. Yo tengo señoras de cuarenta o cuarenta y cinco años, pero con experiencia.

Su horario es de ocho de la mañana a ocho de la tarde. ¿Por qué no hace noche?

La noche no me ha gustado nunca. Después de las ocho no hago nada a ningún precio. Yo quiero ganarme la vida bien, pero no pasarme. Además, el respeto para la gente que vive en esta escalera es muy importante. Todos saben lo que hago, pero saben de la manera que lo hago, con discreción. Y mis señoritas tampoco son de noche, ya que son chicas que trabajan por la mañana. Además, la noche siempre puede traer un señor con dos cervezas de más.

¿Cuándo se legalizará la prostitución?

Siempre costará mucho que esto sea legal. A mí no me sirve con que se tolere, yo quiero que se legalice. Las cosas las tenemos que hacer serias. Pero no pasará nunca, y a muchas señoras tampoco les interesa. No les saldría a cuenta. En el tema legal no veo avances. En lo que sí se ha avanzado es en tolerancia. Desgraciadamente esto hace que en algunas calles de Barcelona se vea un espectáculo bastante denigrante. Ojalá puedan encontrar una señora que les dé un techo en el que hacer su trabajo. Así no tendrán que estar expuestas a tantos peligros. Las chicas que van en bolas por la calle pierden su dignidad. No se puede hacer. Pierden la esencia de lo que se debe hacer. Es denigrante.

¿Usted se siente orgullosa del trabajo que ha hecho durante prácticamente toda su vida?

He sido feliz y he podido ayudar a muchas personas. De joven pasé una infancia complicada, delicada y extraña, pero ya era muy divertida, aunque tuve que hacer sola la comunión. Mi abuela me dijo que debía hacerlo diferente a los otros niños: sola. Mis padres no se veían. Yo no pinto esto de color de rosas, pero he querido hacerme bonito el trabajo que he hecho. Era lo que tenía que hacer y quería llevarlo de la mejor manera posible. Además, desde hace seis años tocamos el tema de los discapacitados. Gracias a esto mucha gente nos ve con mejores ojos. La satisfacción que me da poder ayudar a esta gente, justifica y hace que valga la pena que yo haya dedicado mi vida a hacer señores. Estos chicos tenían una vida y una novia, han tenido un accidente que les ha dejado muy mal, y se han quedado solos.