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Cultură

Lars Von Trier

Entrevistamos al director.

Lars Von Trier presenta en Cannes cada film importante que rueda. Se desplaza a la ciudad en un tráiler especialmente acondicionado, ya que detesta viajar y rara vez se aventura lejos de su Dinamarca natal, donde lo único que supera a su estatus como tesoro nacional es el número de personas que creen que es un completo chiflado.

Su agresividad para con los periodistas es legendaria, es más neurótico que todos los neuróticos que tú conozcas combinados y su nuevo film,

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Anticristo

, es una obra explícita y perturbadora en la que no faltan mutilaciones genitales y animales que hablan. Así lo explica él: “He entrado en mi fase anal.

Anticristo

es una defecación diseminada por todas partes. Ya no soy el chico modosito que en clase se sienta en las filas de atrás”. Y eso lo dice el tío que presionó a Björk hasta desquiciarla por completo durante el rodaje de

Bailar en la oscuridad

. Sin intención de ponernos freudianos y sexológicos, nos da la impresión de que buena parte de los rasgos de carácter más extremos de Lars Von Trier puede que tengan que ver con su madre. Con el objetivo de concebir un hijo con buenos genes, la mujer se acostó con un tipo inteligente, creciendo el pequeño Lars con un padre adoptivo en medio de un ambiente liberal; tan liberal, de hecho, que Lars tuvo que nacer por sí solo abriéndose camino a través de la vagina de su madre. Vagó a su bola por el mundo durante años y no se enteró de que su padre no era quien él siempre había creído hasta que su madre se lo confesó en el lecho de muerte. Ahora Lars es una especie de genio excéntrico, de modo que quizá ella obtuvo lo que quería, ¿no?

Vice: Bueno, ¿de qué tendríamos que hablar?

Lars Von Trier:

No lo sé, pero gracias por las revistas. Vaya, el

Especial Enfermedades Mentales

… muy sutil.

Gracias. ¿Qué hay de tus propias enfermedades mentales? ¿A qué le tienes miedo?

Soy un neurótico en serie, un hipocondríaco, y le temo a todo lo que no puedo controlar. Supongo que mi filtro mental está algo jodido, deja pasar demasiadas cosas y termino abrumado. Hay personas que nacen con un filtro de puta pena. Lo que hago es tomar cantidades ingentes de píldoras y visitar con regularidad a mi terapeuta.

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¿Qué clase de píldoras?

Mira, tengo un psiquiatra muy bueno y no tengo por qué hablar contigo de mi medicación. La droga que ahora estoy tomando es de la vieja escuela, de las de antes de la era del Prozac. Parece que funciona, así que por ahora no voy a cambiarla. Las píldoras no me dan miedo. He probado un montón de antidepresivos diferentes y no tengo los escrúpulos morales para dejar de tomarlos.

¿Y qué hay de los escrúpulos artísticos? ¿No te preocupa perder mordiente creativo si arreglas tu filtro defectuoso?

Cuando me siento mal, me siento monumentalmente mal. Si una píldora me ayudara a sentir mejor pero, a cambio, hiciera de mí un cineasta aburrido… Bueno, no me importaría una mierda. Pero no es como si me tomara un Valium regado con seis cervezas. Nunca me quedo totalmente atontado.

Tu último film, Anticristo, estuvo largo tiempo en fase de preproducción y, cuando por fin se puso en marcha, la reacción de todo el mundo en Dinamarca fue como de decir, “¡Lars está de nuevo ahí arriba!”. La pregunta es: ¿De nuevo arriba… desde qué lugar?

Hace dos años estaba atravesando una gran depresión. No podía ni salir de la cama. Creo que mis miedos y fobias simplemente llegaron a un punto límite y que mi sistema necesitaba resetearse y recargarse. Fue como si mi cuerpo se rindiera para salvarme de mi mente. Soy un maniático compulsivo del control, pero llega un momento en que tienes que rendirte. Hacerlo no me resultó desagradable.

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¿Y ya estabas bien cuando empezaste a trabajar en Anticristo?

En absoluto, pero para salir de una depresión es necesario verte a ti mismo a través de distintos ojos, forzarte a escapar del desánimo, y llevar a cabo algunos rituales. Yo me rebelaba contra mi estado mental mientras rodábamos

Anticristo

, pero todavía estaba lejos de llegar de nuevo “ahí arriba”. La película se me escapaba de las manos, pero renuncié a mis intentos habituales de controlarlo todo y me dejé llevar. Fue una experiencia horrible.

¿Utilizas tus batallas personales en tu labor como director?

Por supuesto. El trabajo debe ser una batalla, y no sólo con mis demonios personales. A menudo me impongo limitaciones, como lo que hicimos con el movimiento Dogma. Eliminando opciones en ciertas áreas es posible centrarse en otras y repensar cómo uno hace las cosas. Tarkovsky hizo sus mejores películas bajo la censura soviética.

¿Cuándo se te hicieron evidentes tus trastornos mentales?

Bastante temprano. Cuando era un chico me aterrorizaba la idea de morir mientras dormía, ya sabes, no levantarme jamás. La escuela también era algo terrible para mí, lo pasé mal. El aula era un espacio claustrofóbico. Me daba pánico ir porque sabía que los matones del colegio me iban a acosar de forma implacable. Yo era incapaz de defenderme físicamente, pero al mismo tiempo era bastante estirado y no me dejaba achicar. Era una combinación bastante jodida, así que llegó un momento en que decidí dejar de intentar esquivar los enfrentamientos.

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Y tenías unos padres muy liberales que creían que no debías hacer nada contra tu voluntad…

Sí. En la escuela, en el dentista, en cualquier situación, yo decidía lo que hacía. Fui el jefe desde muy temprana edad. El caso es que tras abstenerme de ir al colegio por un tiempo, me llamaron para que fuese a ver al psicólogo escolar. Yo debía tener unos 12 años. Me dijo que la próxima vez que dejase de ir a clase, la policía iría a mi casa y me llevarían aunque fuese a rastras. Esa era la suma de sus conocimientos. Yo sabía que aquello era una chorrada.

Hablemos un poco más sobre tu niñez. Tenías una cámara de 8 milímetros y los rojillos de tus padres te llevaban a campamentos nudistas…

[risas] Ya veo dónde quieres ir a parar y la respuesta es “No”. No los filmé. Para mí, como niño, me parecía perfectamente normal; mis padres no eran timoratos ni se avergonzaban de sus cuerpos.

Y en Anticristo has tenido ocasión de comprobar las dificultades a las que se enfrenta un director porno. ¿Qué me puedes contar del doble de pene de Willem Dafoe?

Ah, sí, Horst. El actor porno que utilizamos para los primeros planos en la escena de la eyaculación. Se la estuvieron cascando durante 15 minutos y ninguno de nosotros lograba entender cómo es que no se corría. Resultó que estaba esperando a que le diéramos la señal. Error mío, supongo.

Anticristo (2009)

¿Y cómo te sientes con relación al nudismo ahora que eres adulto? En privado, quiero decir.

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¡Lo apoyo al cien por cien! Me pongo bañador lo menos posible. Pero es divertido, porque las actrices americanas se ponen muy nerviosas cuando encuentran mujeres completamente desnudas en los camerinos. Supongo que son las diferencias culturales.

Hablando de eso… ¿Te resistes a rodar Washington y finalizar así tu trilogía americana porque no quieres cabrear a más americanos?

No quiero cabrearles sólo porque sean americanos, pero creo que la industria del cine americana ostenta una posición extremadamente dominante y un poco de resistencia no puede ser nada malo.

En una entrevista de hace unos años definías la presencia de un presidente negro en la serie 24 como algo tan políticamente correcto que daba asco. ¡Toma castaña!

Ya, no ví venir lo que iba a pasar unos años más tarde. Pero creo que ha sido un giro de los acontecimientos muy positivo. Mientras no elijan a una mujer…

Vale.

Estoy de broma, claro.

Claro, pero parece ser que te gusta intimidar a las mujeres y hasta condujiste a Björk a un ataque de nervios. Por el amor de Dios, hombre, ¿qué pasa contigo?

Quizá sea que nunca se me ha dado bien hablar con las mujeres, pero cuando trabajan para mí tienen un contrato que cumplir. Han de escuchar y hacer lo que yo diga.

¿Una revancha por tu parte, pues?

A ver, en serio: es cierto que presioné mucho a Björk, quizá demasiado, pero acabé muy satisfecho de su interpretación. Dio todo lo que tenía. Un director ha de hacer todo lo que esté en su mano para obtener la interpretación que desea, ése es su trabajo, y a veces eso incluye explotar sus vivencias pasadas y sus recuerdos. Habitualmente tengo muy buenas relaciones con mis actrices, pero Björk y yo no nos llevamos bien.

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Y ahora no volverá a actuar nunca más.

Eso no es todo. Le escribió una carta a Nicole Kidman pidiéndole que no hiciera

Dogville

.

¿De verdad? ¿Y qué le decía?

Decía que yo había destruido su alma.

Eso es un poco abstracto.

Debe ser algo propio de Islandia. Yo no voy por la vida con la intención de destruir el alma de nadie.

Bueno, y cuando no estás destruyendo almas, ¿qué haces para divertirte? He oído que eres un pirado de las armas.

“Pirado de las armas” es un poco duro. Es más una fascinación por el detalle y la mecánica. De niño leí todas las novelas de la serie de James Bond y en ellas se explicaba que se pasó de la Beretta a la Walther porque la Walther nunca se atascaba. Esas cosas me gustaban.

Así que no tiene nada que ver con la obsesión con el control.

Bueno, tal vez sí. Creo que nunca podría ganarle a nadie en una pelea. Pero, honestamente, nunca he fantaseado con apuntarle a un ser humano con un arma. Quizá a algún que otro pajarraco…

¿Sales de caza?

Sí, aunque no tan a menudo como me gustaría. Poseo un rifle, pero no soy un cazador consumado.

A ver cómo lo pregunto… Tienes esposa e hijos. ¿No te preocupa la posibilidad de que un día alcances un punto límite de trastorno mental, cojas tu rifle y…?

¿Ejecute a mi familia?

Sí, eso.

No, no temo que pase eso. Creo que cuando la gente hace cosas así, a menudo es porque no tienen una válvula de escape para sus frustraciones, las acumulan hasta que todo explota. Pero no necesitas un rifle para matar a alguien. Un cuchillo de cocina serviría. Pero, vamos, que yo no creo que nadie deba matar a nadie, en serio.

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¿Ponemos eso como cita destacada?

Sí, por favor. También tengo hobbies menos agresivos, como la jardinería.

¿Jardinería?

Sí, aunque bien mirado no es un buen ejemplo. Sugiere un ámbito idílico, ya sabes, con un tranquilo jardinero apoyado en una pala mirando las nubes que pasan, pero la jardinería es en realidad un genocidio étnico en el que tú eres Dios y decides cultivar coliflores y eliminar cualquier otra planta. Y al final arrancas las coliflores y te las comes. Es cruel.

Esto sí tiene algo que ver con tu obsesión por el control…

Bastante.

¿Tu idea de la felicidad es directamente estar al mando?

Sí. Estar en un rodaje en el que todo el mundo tiene que hacer lo que yo diga. Oh, sí.

¡Venga ya! ¿Qué es lo que de verdad hace feliz a Lars Von Trier?

De acuerdo. ¡Lars Von Trier desea ser sumiso! Perder el control por un breve y gozoso instante. Eso es lo que realmente me haría feliz. La sumisión.