Una tarde de toros en Las Ventas

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Cultură

Una tarde de toros en Las Ventas

Se celebra la feria de San Isidro y en la plaza de Madrid se reúne un microcosmos fascinante que parece una ciudad distinta.

Todas las fotografías por Bego Solis

Esto no es un artículo de opinión anti-taurino. Aunque podía haberlo sido. Claro. No se trata de debatir aquí —con argumentos a favor y en contra— si hay que acabar con las plazas, las corridas y el negocio que mueve en nuestro país el toro. La cosa es más sencilla: consistía simplemente en pasar una tarde en los alrededores de la Plaza de Toros de Las Ventas. Una tarde de esas especiales, porque el cartel (por lo visto) era muy bueno y había mucha expectación por ver a estos tres toreros. O eso nos decían los que saben de esto.

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La idea era ir por allí un par de horas antes y hablar con la gente que va a los toros, preguntar un poco, curiosear y hacer algunas fotos. Algo parecido a esto que ya hicimos hace unas semanas en la Milla de Oro de la capital, con retratos y algunas declaraciones de los protagonistas. Pero el plan se truncó un par de horas antes de que empezará la corrida.

Nos plantamos en los alrededores de la plaza y los primero que recibimos fue el asedio de los reventas. Empezamos bien. Queremos hablar con ellos, aunque no quieran salir en la foto. Primer momento de tensión: "antitaurinos", "cámara oculta", "mentirosos", etc…

Se corre la voz de que por allí hay periodistas (que no son del gremio taurino) y vemos que la cosa es complicada. Incluso suben a Twitter que por allí hay "unos pintas" haciendo fotos. Cambio de planes: decidimos separarnos, para no llamar mucho la atención. Habrá dos crónicas. Ésta escrita y la de las fotos de Bego Solís. Ambas por separado, aunque corren de una manera bastante paralela.

La escrita se dirige primero hacia los bares que hay a lo largo de la calle Alcalá y en las calles perpendiculares: Casa Toribio, Los Timbales El Rincón de Jaén, El Burladero, El Paseillo… son algunos nombres que nos encontramos. Hace un rato que han acabado de servir las comidas —el rabo de toro y otros platos 'fuertes' han sido las estrellas del menú— y ahora toca la hora del gin-tonic, el pacharán, el doble de cerveza (a 3,5 euros) y el güisqui-cola en vaso largo con bien de hielos, que hace un calor hoy que jode.

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Queda una hora y media para que empiece la corrida y la gente anda de tertulia, ocupa la calle tomando 'pelotazos' (no hay multas por beber en la vía pública, por lo que se ve) y comenta lo que ha pasado la tarde anterior y las expectativas que hay para ésta. Un camarero de un bar nos avisa que tengamos cuidado con nuestras cosas, con la mochila que llevamos a la espalda, que en días como hoy los carteristas aprovechan mayo para hacer su agosto.

Estudiantes repeinados se juntan con gente trajeada que parece que acaban de salir (muy rápido) de su trabajo, chicas muy arregladas y señores mayores que deben de tener su abono para los toros desde hace 50 años.

Dejamos la zona de boxes y nos acercamos a la puerta por donde entran los toreros, quedan unos minutos para que lleguen los protagonistas de la tarde y vemos a una chica, Marta, de 23 años, que lleva unas flores en la mano y está nerviosa. Es fan de uno de los toreros, Perera, nos dice. "Llevo siguiéndole desde hace 12 años, y vengo a la plaza siempre que puedo. La primera vez me trajo mi abuela, con cuatro años, y ahora ya tengo aquí una segunda familia. Estas flores son por si corta una oreja, para tirárselas". Cuando llega su ídolo, se rompe de emoción.

Nosotros alucinamos por cómo reciben a los toreros, como auténticas rock star que en lugar de tener limusinas, bajan de unos vehículos muy grandes, furgonetas gigantes, en las que viajan con el resto de su equipo.

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Histeria colectiva, móviles al aire, autógrafos, niños que pasan por las manos de los toreros para acabar en una foto… la cosa se va calentando, quedan muy poco para que toquen los instrumentos que anuncian que esto va a empezar. La gente se apelotona en las puertas, ya han apurado sus copas. Los más rezagados andan en busca de una entrada. El aprovisionamiento de pipas y gominolas es comparable al acopio de comida ante una inminente amenaza nuclear.

Los reventas aflojan, ahora sí quieren hablar con nosotros. "Tres entradas por 20 euros". No, gracias. "Una entrada por cinco euros, costaba antes 40, ¿eh?". Nos quedamos con ganas, pero lo dejamos para otro día. El objetivo era conocer el ambiente previo, los preliminares. Y, más o menos, entre fotos y texto, lo hemos conseguido.

Hay algunas conclusiones: o viene mucha gente de Andalucía a Madrid estos días (que puede ser) o el acento del Sur se pega como le ha pasado a Alejandro Sanz. Otra: durante el mes de mayo se forma un microcosmos alrededor de la Plaza de Toros de las Ventas que da para escribir un libro. Y la tercera: hay tantas ganas de acabar con los toros por una parte de la población, como asco hacia los anti-taurinos por parte de la otra. Asco y bastante odio, la verdad.

Otro día nos pasemos a última hora a ver si conseguimos un 'dos por uno' de algún reventa amigo y vemos cómo es el ambiente dentro de la Plaza.