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Cultură

Le preguntamos a un experto qué pasaría si la UE abriera las fronteras a todo el mundo

Parece que nos resulta normal que los países ricos defiendan sus fronteras frente a los inmigrantes pobres pero si abrieran sus fronteras, ¿pasaría realmente lo que nos esperamos?

Este artículo se publicó originalmente en VICE Alemania

Hace un par de semanas, más de 900 personas, entre las que había hombres, mujeres y niños, murieron ahogadas en el mediterráneo después de que naufragara la embarcación en la que viajaban desde la costa de Libia. Una semana antes, el 12 de abril, 400 personas fallecieron ahogadas en un desastre similar. El ACNUR afirma que son ya 1.700 las personas que han perdido la vida intentando cruzar el Mediterráneo para llegar a Europa en lo que llevamos de año.

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Tras los trágicos sucesos del domingo pasado, Europa no puede seguir haciendo la vista gorda a este problema. En una cumbre celebrada ex profeso, los dirigentes dela UE acordaron implementar un paquete de medidas exhaustivas que permitan rescatar a más personas en peligro en aguas del Mediterráneo. Asimismo, se debatieron varias ideas para tratar de disuadir a los refugiados de intentar cruzar. Las recomendaciones iban desde el establecimiento de grandes campos de detención en los países del norte de África a la intervención militar en Libia.

El problema con esas ideas es obvio: ninguna de ellas resuelve el problema fundamental. Son muchas las personas que quieren migrar a Europa y la Unión Europea no quiere dejarles entrar. Los motivos que los empujan a emigrar son muy diversos: unos huyen de la guerra y las persecuciones, otros de la pobreza y la falta de perspectivas de futuro. Sin embargo, la UE no cede ni un ápice: nadie puede entrar sin un visado.

Pocas veces se plantea la pregunta de por qué ha de ser así. A nadie se le ocurriría impedir que un ateniense de 19 años se vaya a probar suerte en Stuttgart y en cambio estamos negándoles a otros ese mismo derecho. ¿Qué pasaría si abriéramos las fronteras de la Unión Europea y simplemente dejáramos entrar a quien quisiera?

Hoy día ese tipo de planteamientos parecen utópicos. Nos hemos acostumbrado a la idea de que los países más fuertes económicamente deben defender sus fronteras por todos los medios. Ceder este control y dar acceso a cualquier inmigrante que lo desee tras una comprobación de antecedentes y una revisión médica parece considerarse una forma ingenua de activismo "sin fronteras" que ni siquiera merece plantearse seriamente.

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Incluso cuando el argumento moral en defensa de la apertura de fronteras es aceptado por la mayoría, prevalece la convicción de que no es una opción realista. La creencia generalizada es que Europa se colapsaría ante la llegada masiva de los habitantes del "tercer mundo".

Lo que pocos saben es que ese tipo de ideas se toman muy en serio en ciertos círculos académicos, sobre todo los economistas, como Michael Clemens. Como investigador del Centro para el Desarrollo Global, lleva años estudiando el fenómeno de la migración y ha llegado a conclusiones bastante sorprendentes, como su teoría de que las restricciones sobre la inmigración "suponen una de las mayores trabas entre el bienestar actual de la humanidad y el que podría tener". Según sus cálculos, la libertad de movimiento entre fronteras internacionales podría contribuir a doblar el PIB mundial.

Le pedí a Michael Clemens que se planteara qué ocurriría si la UE decidiera abrir sus fronteras a la migración internacional. Si bien este escenario no pretende reflejar la verdad absoluta, debo reconocer que sus ideas me sorprendieron.

VICE: Sr. Clemens, aparte de los motivos políticos, ¿por qué quiere la gente migrar a países ricos?

Michael Clemens: Los habitantes de los países pobres migran principalmente en busca de seguridad para ellos y sus familias y para obtener una compensación apropiada por sus estudios y su trabajo duro. Esa seguridad y oportunidad dependen en gran medida del país en el que vivas, y el 97 por ciento de la humanidad reside en su país de nacimiento. Para los que hemos nacido en países seguros y prósperos, esa lotería resulta muy satisfactoria. La mayoría de los migrantes son personas que han decidido no dejar que los resultados de una lotería impuesta por otros determinen el destino de sus vidas.

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Entendemos por qué en nuestros países hay gente que abandona vecindarios que son peligrosos, pobres o ambos. Son las mismas razones por las que la gente abandona sus países, con dos salvedades: muchas de las personas que residen en países pobres y peligrosos viven en unas condiciones de miseria y riesgo que ni siquiera los más pobres de los países ricos llegarán a conocer o son capaces de imaginar. Y claro, no hay nadie a la salida de los barrios pobres con una pistola obligando a la gente a que se quede.

Entonces, ¿qué pasaría si la UE abriera las fronteras completamente? ¿Se llenaría de inmigrantes procedentes de países más pobres?

Es muy difícil predecir los flujos migratorios. Esto quedó demostrado en dos ocasiones, cuando el Reino Unido levantó las restricciones sobre la inmigración; en 2004 lo hizo desde Polonia y en aquel caso la inmigración fue mucho mayor de lo previsto. En 2014 se permitió el acceso al país desde Rumanía y el movimiento migratorio fue muy inferior a lo previsto.

De lo que podemos estar seguros es de que las predicciones fatalistas y vehementes no faltarían. Cuando Alemania levantó las restricciones de acceso desde Polonia en 2012, los sindicatos alemanes predijeron la llegada de una marea de millones de polacos a lo largo del año siguiente. Finalmente el flujo migratorio desde Polonia fue el 10 por ciento de lo esperado; el otro 90 por ciento era producto del temor. Cuando EE.UU abrió sus fronteras a la depauperada Micronesia en 1986, fueron muchos los que auguraron la llegada masiva de micronesios a Hawaii y California. Catorce años después, la población de Micronesia que se ha trasladado a los EE.UU es inferior al 6 por ciento.

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¿Qué ocurriría a escala mundial? Los resultados de la encuesta mundial de Gallup muestran datos orientativos sobre el resultado. Los encuestadores de Gallup están en casi todos los países. En cada uno de ellos formularon el mismo paquete de preguntas a una muestra de unos 1.000 adultos cada año. Una de las preguntas era si les gustaría o no emigrar y, en caso afirmativo, a qué país.

La cuestión es que si todos los encuestados que dijeron que se mudarían pudieran hacerlo, la población total de Europa aumentaría un 10 por ciento. La de Alemania se incrementaría un 23 por ciento, por ser un destino próspero y especialmente atractivo.

Esta es la mejor prueba directa que tenemos. Digo que es orientativa porque no sabemos hasta qué punto los deseos expresados reflejan un comportamiento real. Muchos de los que dicen "sí" pueden estar expresando un deseo vago, más que un plan concreto, como quien dice sí a un encuestador que te pregunta si te gustaría montar una empresa algún día. Y mucha gente que dice "no" podría replanteárselo si pudieran marcharse sin necesidad de pagar a traficantes ni de arriesgar la vida. La verdadera respuesta, pues, es que, aunque los expertos en ciencias sociales no pueden saberlo con certeza, sí han advertido una tendencia sistemática de ciertos grupos a pronosticar flujos migratorios mayores de lo que realmente son.

¿Cómo influiría el flujo de inmigrantes en la economía europea?

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Nuestra investigación indica que la inmigración ha tenido un efecto positivo en el crecimiento económico de Europa en general. Es la misma conclusión a la que han llegado los más sofisticados pronósticos de los economistas. Christian Lutz e Ingo Wolter prevén un impacto positivo de la inmigración en la economía alemana. Katerina Lisenkova y Miguel Sánchez pronostican lo mismo para la economía del Reino Unido, etc.

Incluso me atrevería a decir que es una opinión consensuada entre los economistas. Es mucho decir, porque los economistas son conocidos por hacer salvedades en todo. En todo caso, todas las pruebas apuntan a que la disminución de trabas en movilidad laboral redunda en grandes beneficios para la economía en general.

La opinión es básicamente unánime. Algunos economistas hacen vagas alusiones al daño que la inmigración puede provocar en la economía, sin sustentar sus afirmaciones con un estudio económico revisado por un experto. Por tanto, su visión debería considerarse más una opinión política que una muestra de su experiencia en economía.

La velocidad también es un factor importante, por supuesto. Está claro que el impacto que el desplazamiento de un millón de inmigrantes pueda tener dependerá de si van llegando a lo largo de tres años o de 20. Este aspecto nunca está presente en el debate público, que suele centrarse en absolutos como "hay que pararlos a todos" o "dejadlos entrar a todos de inmediato".

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Otro debate más suavizado partiría del consenso basado en estudios económicos respecto a los beneficios económicos generales de la inmigración y el planteamiento de una transición que permita aprovechar esos beneficios. El desarrollo económico de los países empobrecidos está relacionado con un aumento de la emigración, por la misma razón que es más probable que la gente de un barrio de la periferia resida y trabaje en una zona de lujo del centro de tu ciudad cuando ese barrio periférico se enriquezca. Uno de los mayores desafíos políticos del siglo XXI es encontrar la forma de crear políticas que transformen la movilidad en beneficio económico, en lugar de crear bloqueos navales y campos de detención masiva.

¿Crees que los trabajadores europeos sufrirían bajadas importantes de salario? ¿Puede un mercado integrar a millones de trabajadores, muchos de ellos sin formación?

A largo plazo, los flujos de inmigrantes probablemente contribuirían a aumentar los sueldos y la tasa de empleo de los países de Europa.

Los mejores datos de que disponemos proceden de los economistas Mette Foged y Giovanni Peri. No hay nadie que disponga de información más fiable o métodos más precisos que ellos. Entre 1991 y 2008 estudiaron los salarios y el trabajo de todos y cada uno de los trabajadores de Dinamarca y llevaron un registro de su reacción ante los grandes flujos migratorios de refugiados de países como Somalia y Afganistán. El resultado es que esos inmigrantes generaron un aumento del sueldo y del empleo de los trabajadores autóctonos no cualificados.

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Para entender el por qué, hay que dar un paso atrás. Indudablemente, cuando solo hay una plaza para obrero de la construcción o de cuidado infantil, un migrante que la ocupe estará privando de dicha plaza a un autóctono. Pero ese es solo el principio del funcionamiento del mercado laboral. Cuando hay inmigrantes, los trabajadores nativos buscan otros tipos de empleo. Con su estudio, Foged y Peri demostraron que la reacción de los daneses no cualificados ante la llegada de inmigrantes fue la especialización en empleos que requerían tareas más complejas y menos trabajo manual.

Asimismo, según otro estudio, cuando se produce un aumente de la inmigración, los nativos adquieren más conocimientos y las empresas ajustan sus inversiones, alejándose de las tecnologías que sustituyen a los empleos de baja cualificación para contratar inmigrantes y autóctonos poco cualificados.

Esto se resume en que los inmigrantes con poca cualificación ocupan y generan puestos de trabajo. Según los mejores estudios sobre Europa de que disponemos, el balance ha sido positivo incluso en los lugares donde políticos y activistas se empeñan en decir que es negativo. Dar a conocer este dato es un reto constante, ya que la ocupación de puestos de trabajo por inmigrantes es un hecho visible y directo, mientras que resulta muy complicado demostrar que también generan empleo de forma indirecta.

¿Podría llegar a colapsarse el estado de bienestar de los países europeos si demasiada gente dependiera de él? ¿Hay algún paliativo para esto?

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El debate sensato sobre la inmigración y el bienestar debe empezar por los hechos. Actualmente, el estado del bienestar en Europa depende, en general, de los inmigrantes, no al revés.

Un informe exhaustivo independiente para la OCDE realizado en 2013 concluyó que el hogar inmigrante medio europeo aportó en concepto de impuestos 2.750 € más que lo que obtuvo en beneficios. Ello indica que el trabajo de los inmigrantes en general constituye la base de los subsidios de los estados europeos, está ayudando al ciudadano europeo a pagar la educación de sus hijos y el cuidado de sus padres. La cuestión es si este sistema del bienestar podría sostenerse sin inmigrantes.

Esto cobra especial importancia en Alemania. El Profesor Holger Bonin ha demostrado que los impuestos de la renta por extranjero superan a los subsidios en unos 1.400 € anuales.

Esa es la realidad actual. Los inmigrantes pagan el subsidio a los no inmigrantes, en Alemania y en toda Europa. Es muy poco probable que esto cambie con el aumento de los flujos migratorios, ya que, según los analistas responsables del estudio, los nuevos migrantes suelen ser jóvenes y saludables en la flor de la vida, el perfecto contribuyente neto a las arcas públicas. El patrón cambiaría muy poco aunque aumentaran los flujos migratorios e incluso si las políticas fiscales y de gasto permanecieran igual.

Asimismo, el estado del bienestar puede ajustarse a los flujos migratorios. El estudio de la OCDE halló enormes diferencias según el país. El efecto fiscal neto positivo de los migrantes en Noruega es dos veces mayor que en Dinamarca. El impacto fiscal de la inmigración es una decisión que toman los gobiernos.

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¿Podría surgir algún problema sociocultural de la llegada a Europa de muchas personas de países menos desarrollados?

Nuestros prejuicios sobre la inmigración están tan arraigados en nosotros que incluso se manifiestan en el lenguaje. Se suele decir que los problemas de la sociedad están "originados por" la inmigración. Piensa por un momento en las suposiciones que hacen falta para decir eso.

Imagínate que unos hombres atacan a una mujer en la calle, mientras está de camino al trabajo. ¿Qué provocó el ataque? Depende de tus suposiciones. Muchos creen que las mujeres no tienen derecho a trabajar o siquiera a ir por la calle. Estas personas dirán que atacaron a la mujer porque su familia le permitió conseguir un trabajo e ir por la calle sin vigilancia. Si crees que el derecho de la mujer a trabajar y viajar es indiscutible, puede que pienses que la causa sea otra, como que los hombres decidieron atacarla.

De igual modo, muchos pueden ver las manifestaciones en las que activistas amenazan a los inmigrantes con violencia como un conflicto social "originado por" la inmigración. Para llegar a esa conclusión, tienes que estar convencido de que esos migrantes no tienen derecho a estar ahí, como has de estarlo de que las mujeres no tienen derecho a ir solas por la calle para justificar el ataque.

En este punto, el razonamiento se justifica por sí solo. La gente recurre a los conflictos sociales "originados por" la inmigración para justificar su argumento de que los migrantes no tienen derecho a estar en un país. Pero el conflicto solo está "originado por" la inmigración cuando empezamos por creer eso. Los argumentos que se justifican a sí mismos son opiniones, no argumentos. Los políticos podrían dedicar menos energía a generar miedo y más a innovar en políticas.

Muy bien, pero ¿una emigración más fácil no perjudicaría al desarrollo de esos países más pobres de los que proceden los migrantes?

Estamos hablando de políticas de inmigración. Es decir, no se trata de si estas personas deberían o no quedarse en los países pobres, sino de hasta qué punto deberían o no los países ricos dificultar la migración. Eso es lo que hacen las "políticas de migración". Un visado no obliga a moverse a una persona, sino que es una decisión de no impedir de forma activa que una persona se desplace.

Entonces, si hablamos de políticas migratorias, la pregunta, "¿La migración perjudica notablemente a los países con ingresos bajos?" es lo mismo que preguntar, "¿El hecho de impedir a la fuerza que la gente abandone los países con bajos ingresos ayuda a esos países?". En pocas palabras, no existen pruebas que respalden ese argumento.

¿Sería distinto en países pobres? ¿Qué hay de las regiones pobres de África? Tampoco en ese caso hace falta que nos lo imaginemos. Durante varias generaciones, las zonas de África que son tan prósperas como las de Europa –Johannesburgo, Pretoria y Ciudad del Cabo- han estado impidiendo que la mayoría de los negros africanos residan y trabajen allí. Muchos de sus residentes aseguraban que eso era beneficioso para los negros, ya que los incitaba a "desarrollar" su propia tierra. Sin embargo, no existe prueba alguna de ese supuesto efecto positivo.