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El número rarito

Libros

Reseñas de libros de junio en Vice

REPORTAJES
Joe Sacco
Seix Barral

Partiendo del asco profundo que provoca la burocracia de la guerra, de los sentimientos encontrados que despiertan las tan necesarias como sospechosas ONGs, versión actual de las misiones católicas, y de otras organizaciones que con sus cooperaciones y manejos formalizan los “conflictos” (pues así se llaman ahora guerras y matanzas), superado ese asco, digo, que viene como regüeldo de nuestra propia indolencia y complicidad, lo prioritario son las personas. Joe Sacco nos las trae, retratadas a tinta, en esta serie de reportajes publicados antes en diferentes medios. Son historietas que cubren la situación de los inmigrantes africanos en Malta, los procesos por crímenes de guerra perpetrados en la antigua Yugoslavia, la innegociable situación palestina, las luchas de las mujeres chechenas en campos de refugiados, los modos y las maneras del ejército imperialista en Irak o la circunstancia cotidiana de los habitantes más precarios del planeta, los llamados dalits o “intocables” de la India, que tienen el robar la comida de las madrigueras de las ratas como método de sustento regular. Todo crónicas de primera mano, un trabajo sobre el terreno que habla de damnificados, civiles o militares, todos víctimas sometidas de una u otra manera por nuestros gobiernos y por nuestra extraña forma de vida. Este trabajo excelente demuestra que lo sociológico per se no es un valor en el cómic como no lo es en ningún arte, y que los quilates están en la voz propia, algo con lo que el periodismo ya no suele contar. Sacco se redime aquí con una voz gráfica, a veces sometida por ingente información escrita pero casi todo el tiempo en justo equilibrio, que por momentos alcanza el calvario y la nitidez del grabado. Y de la lectura, que llega a ruborizarnos cuando la sentimos estimulando nuestra sed de aventura, se extrae lo de siempre: que una pizca de poder conlleva un potencial de corrupción, que el ser humano tiene poco remedio y que, si llamamos a las cosas por su nombre, en lo general somos criaturas repugnantes para con nosotros mismos, prójimos de nadie. Una lectura tremenda y espabilante.
RUBÉN LARDÍN

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BLACK PULP BOX
VV.AA.
Aristas Martínez

En la adversidad, a medida que el papel va perdiendo aceptación en un mercado en que nunca la tuvo más allá de la prensa deportiva, la edición independiente se crece y se permite extravagancias de ensueño. Black Pulp Box es un cofre de aspiraciones orgiásticas que lleva dentro una ristra de publicaciones dedicadas a lo negro, un tributo a la blaxploitation distribuido en media docena de piezas: un sugerente libro de historietas de extraordinaria portada (de Fidel Martínez) coordinado por David Rubín y José Domingo; un ensayo escrito con garbo por Daniel Ausente que traza el recorrido del héroe negro en el cine, el cómic y la literatura; un fanzine de textos y gráfica, amorfo y desigual como ha de ser un fanzine, servido por los colectivos Vinalia Trippers y 5000 negros; una antología de relatos donde se reúnen, entre letraheridos y nombres de valor, autores queridos como Jordi Costa o Grace Morales, y dos bolsilibros dos: Carnaval según san Judas, de Fco. Javier Pérez, y Supernegro, de Cisco Bellabestia, que se han de leer caminando por el puerto y respirando tramontana. La falta de cohesión de tal menú es importante, ahí radica también su gracia, y es más que probable que un lector potencial no consiga aprehender un producto tan excesivo. Descartado el menudeo por los editores, mi consejo es sacudir la piñata a ciegas y entregarse al golosineo que pide siempre el libro objeto, y en un momento u otro del festín, está garantizado, morderán la trufa del amor racial. (Si no se aparece en librerías próximas, puede solicitarse en aristasmartinez.blogspot.com.es)
RUBÉN LARDÍN

TATUAJES DE CRIMINALES Y PROSTITUTAS
Lacassagne-Le Blond-Lucas
Errata Naturae

Por pura casualidad, hoy, día en que tengo que entregar esta reseña o me capan, leo en un diario de los de más pacotilla que una galería berlinesa inaugura una exposición de tatuajes talegueros rusos hechos de hace medio siglo en adelante. Hay foto. Magníficos, algunos de los diseños, aunque no seré yo quien se haga ni uno de ellos; primero porque no soy ruso ni me juzgo criminal, segundo porque me aterra la posibilidad de sucumbir a la tontería y hablar de neotribalismo y mamarrachadas de similar calibre. No, más provechoso será recomendar este libro que, yendo más atrás en el tiempo, hace acopio de bagaje teórico de época (finales del siglo XIX, inicios del XX) contextualizando y analizando la “bárbara costumbre” que una nueva figura establecida por la psiquiatría decimonónica, la del “individuo peligroso” (y por añadidura gabacho; el libro se centra en Francia), tenía de inyectarse tinta o simulacro por vía subcutánea. Plasmarse lemas y torpes dibujos de forma indeleble en la piel era, como se expone en la contraportada, símbolo de las decisiones, pocas, que se le permitía tomar a quien había sido confinado en cárcel, hospicio o colonia penitenciaria; aquellos tatuajes eran expresión visible de los sentimientos, identidad (real o la que quisiera tener), chungo pasado, aún más chungo presente y chunguísimo porvenir. Ídem cabe decir del colectivo que trata el libro en su segunda mitad, el de las damas de alquiler, con lemas y dibujos alusivos a cosas muy distintas a las de los reos y legionarios pero a su modo también universales. Me da que ahí radica el intríngulis del libro: del tatuaje como símbolo de la poca distancia que hay entre el corazón de aquellos anónimos tatarabuelos nuestros de mal vivir y el de la ciudadanía de hoy, malviviente o no pero igual de anónima dentro de cien años para quien esté entonces. JESÚS BROTONS