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Fotos

Conocemos a los Ángeles del Infierno de Noruega

Marcel Leliënhof logra intimar con este hermético grupo de moteros con un nombre que da miedo.

Marcel (derecha) con un Ángel. Foto por Hugo Lauritz Jenssen

Después de cinco años siguiendo a los Ángeles del Infierno de Noruega, este año el fotógrafo Marcel Leliënhof ha recopilado todas las imágenes en un libro llamado Helvetes Engler: Hells Angels MC Norway. El libro se publicó en mayo, y las fotografías de Leliënhof también se expusieron como parte de la celebración de la independencia de Noruega y los 200 años de Constitución.

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Llamé a Marcel para saber cómo logró abrirse paso hasta un grupo tan reacio a los medios.

VICE: ¿Cómo surgió este proyecto?

Marcel Leliënhof: Siempre me han interesado las subculturas. Antes de empezar este libro, estuve viajando por los EUA, recopilando información sobre el mundo de los vaqueros y los ranchos. Durante ese viaje conocí a varios motoristas. Yo conduzco motos desde que tenía 18 años y soy socio de un club de motoristas de Oslo llamado Taurus MC. Así que, de alguna forma u otra, siempre he sentido interés por el tema.

Los Ángeles del Infierno tienen un estilo de vida propio y un pasado histórico que me parecen muy interesantes. La idea inicial del proyecto era hacer un libro de fotos, pero pronto me di cuenta de que el texto era tan necesario como las propias fotos. Ahí es donde entró en escena Hugo Lauritz Jenssen (coautor del libro). Cuando me embarqué en el proyecto, no tenía ni idea de que tardaría cinco años en completarlo ,y todas esas horas extraordinarias sirvieron para conocer bien a los Ángeles y para que ellos me conocieran a mí.

¿Te costó ganarte su confianza?

Bueno, empecé con un acercamiento a los miembros de varios capítulos de Noruega, pero me costó bastante tiempo que entendieran lo que quería hacer. Ya han tenido varias malas experiencias con algunos medios de comunicación en el pasado, por lo que tuve que convencerles de que no tenía ningún plan secreto. Algunos de ellos tienen un bagaje personal y un pasado del que no quieren hablar.

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Hice lo que pude por tratar de comunicarles mi visión y, después de un tiempo, conseguí convencerles. Cuando los HAMC de Noruega accedieron a que llevara a cabo mi proyecto, tuvimos que pedir permiso a los Ángeles del Infierno de Europa. Eso nos llevó tres años, y de ahí pasamos al último estamento, a nivel mundial, que son los que tienen la última palabra. Es un proceso muy democrático: era necesaria la aprobación de todos los capítulos para poder poner en marcha el proyecto.

Debió de ser duro ignorar el hecho de que se vincule a los Ángeles del Infierno con actividades ilegales. ¿Tenías algún prejuicio antes de iniciar el proyecto?

Por supuesto, yo ya tenía ciertas ideas y prejuicios formados sobre quiénes eran antes de conocerlos, principalmente de lo que había leído de la obra de Hunter S. Thompson en la década de 1980 y de lo que se leía en la prensa. Era algo bidireccional, yo me hacía suposiciones sobre ellos y ellos sobre mí.

Me demostraron que muchas de esas suposiciones eran equivocadas, y creo que a ellos también les sorprendí yo. Me interesaba contar historias que los medios de comunicación no contaban, para no reforzar los prejuicios de la gente.

Hablando de prejuicios y suposiciones, ¿hubo algo en especial que te sorprendiera de los motoristas?

El estereotipo de que son un grupo homogéneo resultó ser totalmente falso. Todos tienen su personalidad y resulta sorprendente lo vanidosos que son algunos.

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También eran muy organizados y sus clubes estaban sorprendentemente limpios y ordenados, algo que no me esperaba. Todo estaba en su sitio. En cualquier caso, la mayor sorpresa fue el tremendo contraste entre las vidas, las preferencias y las actitudes de los miembros. Por ejemplo, algunos de ellos solo bebían carísimos vinos añejos; otros no bebían nada. Unos tenían familia y otros vivían solos. Dentro de su colectivo puede encontrarse una buena representación de todos los estamentos de la sociedad.

Has dicho que algunos Ángeles del Infierno son presumidos y que muchas de las fotos son retratos. ¿Hubo algún Ángel al que le preocupara mucho su aspecto físico?

Desde luego no eran unos tipos que estuvieran encantados de que les hicieran fotos y tampoco tuvieron mucha paciencia durante el proceso. No a todo el mundo le gusta posar, y eso se nota en el libro.

Pero aprendes a adaptarte. Nunca sabes lo que te vas a encontrar mientras viajas de capítulo en capítulo. Algunos no te dejaban que les hicieras ninguna foto, pero a medida que avanzaba el proyecto y les mostraba algunas fotos de otros compañeros, cambiaban de opinión y ellos mismos venían a pedirme que les fotografiara.

Después de pasar cinco años con ellos y teniendo en cuenta tu pasión por las motos, ¿no te planteaste unirte a ellos?

No, ya soy miembro de otro club. En nuestro grupo vamos en moto y bebemos cerveza. Lo de los Ángeles del Infierno es un estilo de vida. Fue muy interesante documentarlo y formar parte de ello en cierta manera, pero yo soy feliz con mi club y con mi vida. Dicho esto, también creo que para ellos también fue un alivio deshacerse de mí después de cinco años.

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Supongo que te tomarías unas cervezas con ellos durante esos años.

La verdad es que la primera vez que visité un capítulo del club de los Ángeles del Infierno, acabé en un bar con uno de los miembros más antiguos hablando sobre mi proyecto. Me dijo que de ninguna manera harían un libro, así que intenté emborracharlo. Bebimos tanto tequila que al final me puse tan mal que acabé cayéndome por la escalera. También tienen sentido del humor. Cuando se llevó el libro a la imprenta, nos gastaron una inocentada y nos dijeron que se habían arrepentido.

¡Vaya! Muchas gracias, Marcel.

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