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Cultură

Los olores más fuertes, repugnantes e insólitos que es capaz de desprender tu cuerpo

Nos adentramos en el asqueroso mundo de los olores corporales, sus motivos y sus secretos.
Imagen vía Wikipedia

El cuerpo humano es un misterio, a pesar de que todos lo hayamos recorrido por entero en nuestra infancia a través de Érase una vez el cuerpo ​humano. Parte de esa oceánica ignorancia se debe al filtro de lo políticamente correcto: los aspectos más sórdidos y grotescos de nuestro cuerpo se silencian, se maquillan e incluso se autocensuran (más de uno preferirá no seguir leyendo, de hecho).

Y este pudor se vuelve mucho más embarazoso que sufrir las hemorroides en silencio cuando empezamos a olfatear todos los aromas que somos capaces de desprender. Así que, para los más valientes, coged aire, y sumerjámonos en el misterioso mundo de los tufos corporales.

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Besos de cloaca

A pesar de que la mayoría de nosotros no esgrime argumentos religiosos, morales o anatómicos para plantar un beso a nuestra amada, y sí para practicar la sodomía, las bocas humanas pueden llegar a ser vertederos industriales.

No es extraña ésta paradoja, pues se produce en los mismos besos: a nadie le daría asco darse el filete con una  Top Model, pero quizá no le apetecería tomarse una sopa en el que la misma Top Model haya escupido, como ha in​vestigado Paul Rozin, del Departamento de Psicología de la Universidad de Pensilvania, uno de los autores que más ha estudiado el asco.

El intercambio de saliva también resulta aberrante si tenemos en cuenta que la composición química de cada saliva es distinta en cada persona, y en sí misma es una ciénaga de bacterias. Los expertos, como Erika Silleti, que tiene su propio laboratorio de sal​iva en la ciudad holandesa de Wageningen, está de acuerdo que uno de los olores más repugnantes de nuestro cuerpo lo produce la saliva incubada, muy por encima de olor a pies o a axilas sucias.

Tal y como explica Mary Roach en su libro sobre el aparato digestivo (boca incluida) titulado Glup, ni siquiera importa que uséis enjuague bucal que prometa acabar con el 99 % de las bacterias: la mitad de las especies que crecen en la boca no se pueden cultivar en un laboratorio, y las empresas solo pueden demostrar que eliminan las cultivadas en laboratorio. Así pues, todos somos víctimas de la halitosis mañanera, que si huele tan mal es porque la produce, en parte, lo mismo que dota de su particular aroma a las heces:

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El aliento de la mañana es el ácido sulfhídrico liberado por la bacteria que consume las células muertas de la lengua después de pasarnos ocho horas respirando por la boca.

Te canta la almeja

Todos sabemos que la vagina está repleta de bacterias, pero la higiene no consiste en eliminarlas todas, sino en eliminar las perjudiciales: si nos quedamos sin flora vaginal, entonces pueden producirse infecciones y olores aún más nauseabundos. Como la llamada vaginitis bacteriana, en cuyo aroma podemos hallar los siguientes compuestos: trimetilamina (que también otorga su olor al pescado poco fresco), putrescina (olor en la carne putrefacta) y cadaverina (olor de los cadáveres en descomposición).

Una vagina limpia, pues, no debe ser una vagina sin olor, sino sin olores extremadamente desagradables como los anteriormente señalados. Tal y como señala Natalie Angier en su libro Mujer, una geografía íntima: una vagina sana desprende un aroma similar al del ácido láctico del yogur. Alerta, José Coronado.

Pinreles de requesón

Las bacterias que producen nuestro característico olor a pies son las mismas que pudren parcialmente el queso que luego nos comemos. Por eso, en 2006, un cachondo investigador holandés ganó el Ig Nobel por un estudio que mostraba que la hembra del mosquito de la malaria se siente atraída de la misma forma por el olor del queso limburger que por el olor a pies.

El característico olor a pies se debe principalmente a compuestos como ácido acético, amoniaco, ácido propiónico, ácido isovalérico (ácido 3-metil butanoico) y metanotiol (un compuesto con olor parecido al azufre que se añade al gas butano para detectar fácilmente por el olfato las posibles fugas).

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Pedetes DNI

Uno de los mayores expertos mundiales en flatulencias es Michael Levitt, gastroenterólogo de la Universidad de Minnesota. Según Levitt, los pedos de las mujeres huelen peor que los de los hombres porque contienen mayor concentración de sulfuro de hidrógeno. Sin embargo, los hombres desprenden mayor volumen de gas con cada pedo, así que se igualan los olores. Su particular olor, que provoca que todo el mundo disimule, viene dado por la concentración de sulfuro de hidrógeno (olor a huevos podridos), metanotiol (el azufrado de nuestros pies) y sulfato de dimetilo (olor dulzón).

Cada pedo, pues, huele ligeramente distinto, hasta el punto de que Alan Kligerman, ganador de un Ig Nobel de Medicina en 1991, sostiene que los pedos podrían funcionar como las huellas dactilares a la hora de identificarnos.

Orina

El olor de nuestra orina puede llegar a ser repugnante si consumimos espárragos, col, coliflor y ajo. Pero, en ocasiones, nuestra orina huele tan mal que quizá estamos ante un caso de infección del tracto urinario. La orina, al igual que la vagina, puede llegar a desprender un olor a pescado, y entonces estaremos sufriendo un trastorno metabólico conocido muy descriptivamente como síndrome del olor a pescado o, poniéndonos técnicos, trimetilaminuria.

Hueles a tigre

Las personas que orinan con olor a pescado también desprenden sudor con olor a pescado. Pero, en este caso, tal vez no estamos ante un síntoma de una enfermedad, sino ante un exceso de suplementos vitamínicos o de colina, un tipo de vitamina B.

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El sudor también puede apestar a amoníaco o a orina, lo que sugiere que podríamos sufrir una enfermedad renal o hepática. Así que no es extraño que muchos médicos, en tiempos pretéritos (afortunadamente), olieran a sus pacientes para diagnosticar enfermedades, tal y como explica Joan Liebmann-Smith en su libro Escucha tu cuerpo: "En el pasado, muchos médicos olían a sus pacientes para detectar enfermedades. La rubéola olía a plumas, la difteria tenía un aroma dulce, el tifus olía a pan recién hecho y la escrófula (tuberculosis de las glándulas linfáticas) a cerveza rancia".

Todo nuestro cuerpo suda, a excepción de los labios, el lecho de las uñas y algunas partes de la vagina y el pene. La mayoría de las glándulas sudoríparas se concentran en las axilas y las palmas de las manos. Las de la palma de las manos no tienen problemas, pero las de las axilas (por el que sale el 1 % de todo nuestro sudor corporal) se mezclan con más bacterias y sí resulta crucial para informar que ya hemos llegado a una habitación. En general, es un olor desagradable que, sin embargo, podemos enmascarar con una buena ducha o desodorantes, antitranspirantes y perfumes. No ocurre lo mismo con las personas que sufren bromhidrosis o omidrosis, cuya piel desprende un olor tan desagradable que nada puede disimularlo.

Sergio Parra escribe en un huevo​ de sitios y es autor de '300 lugares de v​erdad que parecen de mentira'

Imágenes: P​ixabay