De cómo la marihuana me hizo superar mi primera relación seria
Ilustración por Sophia Pega

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Cultură

De cómo la marihuana me hizo superar mi primera relación seria

Empecé a fumar, y fumé tanto que no recuerdo muy bien como se llamaba ella.

Yo siempre había sido uno de esos fumadores sociales, pero fumador social de los de "fumo sólo con mis socios y una caladita, no vaya a ser que me muera de sobredosis". Con 19 años aún no sabía lo que era fumar más de 3 caladas de marihuana. Solía juntarme con mis amigos y darle dos o tres tiritos a algún puerrito (lo llamo así por que ODIO que se los llame porros, yo no fumo eso, yo fumo marihuana), siempre bebiendo alcohol mucho más que fumando y flipando con los efectos de la combinada ganadora, era magia recreativa.

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En aquellos días empezaba a descubrir los efectos psicoactivos de la famosa plantita "de poder". Entonces también comenzaron los problemas "de verdad" con la que era mi novia. A pesar de mis 19 años, ya llevaba demasiado tiempo con ella (3 años, haciendo cálculos, desde los 16). Pasó el tiempo y con 20 años recién cumplidos mi novia me dejó definitivamente (ahora digo que me dejó, pero en aquel momento me hacía más gracia decir que me habían chutado, como un pateador a esos melones de plástico con los que se juega al rugby). Yo no me lo tomé muy bien, y cuando digo esto, me refiero a ataques de ansiedad, llamadas continuas e intentos adorablemente patéticos de reconquistar su corazoncito. Para mí con ella se acababa mi mundo. Menudo "pringao" estaba hecho.

Al principio decidí que para superarlo lo mejor sería la ingesta masiva de alcohol, pero al poco tiempo me percaté de que eso no ayudaba demasiado, más bien todo lo contrario. Borracho era una bomba de relojería dispuesta a explotar en cualquier momento y, de hecho, lo hacía. Explotaba indiscriminadamente; con los amigos, con la familia y con desconocidos (esto último era lo más preocupante). Tengo que reconocer que esos primeros días no fueron los más divertidos de mi vida. A pesar de todo lo dicho, yo siempre me he reído de mi situación.

Al fumar todos mis problemas desaparecieran y lo único que importaba en este mundo era yo, luego yo y, en última instancia, yo también.

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Un día, estaba con los amigos con los que me solía reunir siempre para fumar, y como era costumbre, fumé. Ese día (igual habían pasado dos meses desde lo que yo llamo el día d, el día de te chuto lejos) fue el primero en el que no me esforcé por parecer que no estaba jodido, me la sudaba. Me la sudaba tanto que me puse un cubo debajo de la silla para recoger el agua que caía de mis ojos.

Al día siguiente todo volvió a la normalidad. Así que sin saber muy bien qué había pasado el día anterior, seguí con mi vida rutinaria. A las dos semanas volví a fumar y sucedió exactamente lo mismo, así que empecé a encontrarle el sentido a aquella oscura magia. "¿Y si, el fumar marihuana, es el motivo por el cual estoy bien?", pensé. Así que a la semana siguiente fumé. Y a la siguiente también. Al principio me decía a mí mismo "Contrólate que esto es malo. Una vez a la semana está bien". Así fue durante un tiempo, digamos durante un mes. Le cogí el gustillo rápido a eso de no preocuparme por lo único que me puteaba en la vida y comencé a consumir de forma más habitual, lo cual me aportaba mucho placer instantáneo. Era como si al fumar todos mis problemas desaparecieran y lo único que importaba en este mundo era yo, luego yo y, en última instancia, yo también.

Dejé de preocuparme y empecé a soñar despierto (para los nuevos: olvídense de soñar de otra forma). Todo era de color de rosa, todo era bien. Chill. Relax. Esto al principio no afectó a mis estudios, de hecho, ese año mejoré y me gustaba decir que la marihuana era súper buena para estudiar ya que había enderezado mi carrera.

Creo, no estoy seguro, que al final superé mi relación, o la olvidé, no lo sé.

Luego llegó el verano. El tiempo libre. Lo bueno. La chicha de la vida de un estudiante. Tres meses de libertad absoluta. Y empecé a fumar más aún. Me decía "Vale, fuma lo que quieras, pero cuando empiece el curso, lo dejas" o "Venga fuma todo el tiempo que quieras, pero en cuanto lo superes dejas esta mala vida" (Los típicos remordimientos del novato).

Mi antigua novia comenzó a ser cada vez un recuerdo más y más lejano. Había pasado casi un año y empecé a olvidarme hasta de su nombre. Dicen que una relación se supera cuando has visto tantas tetas que olvidas las que de verdad querías. En mi caso no fue necesario, simplemente las olvidé. Puff, desaparecieron. A pesar de esto cada vez tenía más ganas de fumar. Ya no tenía un motivo verdadero para hacerlo y la verdad es que me importaba una mierda no tenerlo. Así que de esta maravillosa forma, el olvidar para siempre a mi novia, se convirtió en algo nuevo que necesitaría un libro para ser explicado.

Creo, no estoy seguro, que al final superé mi relación, o la olvidé, no lo sé. Y ahora puedo decir con seguridad que el fumar marihuana como si el mundo se fuera a terminar en cualquier momento inesperado, me ayudó a superar el primer desengaño amoroso de mi vida. Puede parecer que me quité una adicción por otra. Un clavo saca otro clavo, no sé. En algún sitio leí una vez que Woody Allen dijo: "La marihuana genera amnesia y otras cosas que no recuerdo" y la verdad es que es un final perfecto para esta preciosa historia de amor.