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La nueva caída de Mario Conde

El juez busca millones desaparecidos hace años en el 'caso Banesto'. El que fue ídolo para toda una generación de yuppies engominados puede acabar otra vez en el trullo.

Hubo unos años, a finales de los 80 y comienzos de los 90, que todos los chavales que entraban en la universidad para estudiar Económicas, Administración de Empresas y cosas así soñaban con ser como Mario Conde. Apuestos, con bien de gomina en el pelo, con mucha pasta en el banco, con yates, con fincas cortijeras, rodeado de gente muy VIP (la jet-set de aquella época sí que molaba, joder), Doctor Honoris Causa en varias universidades y con una vida de revista del corazón. Ser auténticos tiburones de las finanzas, merendar acciones y comprar empresas como el que juega al Monopoly. Eran lo que se llamaban JASP (predecesores de los millenials), que significaba Jóvenes Aunque Sobradamente Preparados. No confundir con WASP. Sí, exacto, igual que ese Gordon Gecko (Michael Douglas) de Wall Street la película de Oliver Stone, dos caras de la misma moneda. Igual que su homólogo (de ficción) americano, Mario volvió de sus cenizas hace once años, tras cumplir una buena temporada a la sombra.

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Al talego puede volver ahora, después de que un juez de la Audiencia Nacional lo haya detenido esta mañana porque cree que lleva meses movimiento de España a Suiza, y otros lugares libres de presión fiscal, la pasta con la que se hizo tras las chapuza de Banesto hace ya 23 años. Dinero que no había aparecido y que ahora asoma por fin. En algún sitio tenía que haber estado durante dos décadas, los billetes no tienen patitas, ni alas para salir volando. Lo ha adelantado El País en su edición online, y nos enteramos que la operación se llama Fénix, un nombre que nos parece bastante apropiado, porque lo de este gallego es como lo del Ave Fénix, resurge de sus propias cenizas. Parecía que se había convertido en un ciudadano de bien, que iba por los platós hablando de su experiencia personal de redención, sentando cátedra sobre lo que no hay que hacer cuando uno se acomoda en la cima del poder. Pura autoayuda para nuevos ejecutivos agresivos.

Pero, en realidad, había gato encerrado, había millones de euros por ahí escondidos, sociedades que había constituido para sus trapicheos y dos de sus hijos metidos en el ajo, que también han sido arrestados. Todo según las sospechas del juez que ahora ha decidido volver a meter mano al caso Banesto, aquel que le mandó a prisión en 2002 por "delitos de apropiación indebida, estafa y falsedad documental". Entonces, el tribunal de turno aseguró que Conde había movido 600 millones de euros a una cuenta de Suiza, pero, por lo visto, hay mucho más, solo era la punta de un iceberg que comprende un entramado de empresas que solo saben cómo funciona aquellos que estudian la arquitectura -gran eufemismo- empresarial. Pero, la pregunta que puede asaltar a algún lector nuevo es: ¿quién es Mario Conde?

Vamos a repasar la biografía que él mismo colgó en su blog, una auténtica constelación de momentos brillantes y miradas hacia su propio ombligo que arranca de la siguiente manera: "Nací en Tui, una preciosa ciudad del sur de Galicia, desembocadura del Miño, frontera con Portugal, sede de Obispado y residencia histórica de la Reina Doña Urraca. Un 14 de septiembre de 1948, -fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, una de las pocas obligatorias para los Caballeros del Templo- mi madre corría dando gritos por el largo pasillo de nuestra casa pidiendo auxilio mientras con su mano derecha trataba de empujar hacia dentro la cabeza morena de un niño que nació porque le dio la gana". Parece una novela, pero no, es real como la vida misma. Una novela rural gallega, para ser más concretos, que acabó en un chiste estirado hasta que perdió su gracia, en la misma línea que la vida de otros ilustres (con respeto por los fallecidos) como Ruiz Mateos o Jesús Gil. Tipos hechos a sí mismos que se hicieron grandes (y amasaron grandes fortunas) a costa del dinero y del trabajo de los demás.

Indagando más en esta autobiografía bien autorizada, encontramos el momento en el que Mario abrazó la fe. Es un creyente y practicante de manual, que presume de sus fotos con obispos y papas y que también se ha codeado con intelectuales y catedráticos de Universidad. Se lo rifaban para salir en la foto con él. Como despedida, encontramos un párrafo más bien lacónico, en el que se pueden encontrar algunos datos que revelan que él no presagiaba que volvería a estar entre rejas: "En Marzo del 2000 la Audiencia me condenó a diez años de prisión por el caso Banesto. El 29 de julio de 2002 el Tribunal Supremo multiplicó la condena por dos y ese mismo día volví a ingresar.

En 2005, el Comité de Derechos Humanos de la ONU, anuló mis condenas conforme al Tratado suscrito por España. El Tribunal Supremo rechazó cualquier modificación alegando que ese tratado no es vinculante para España, a pesar de que su texto dice literalmente lo contrario. El 13 de octubre de 2007 falleció Lourdes Arroyo, mi mujer. En julio de 2008 conseguí la libertad condicional".

Antes de recibir de nuevo la visita de la justicia, nuestro héroe de las finanzas gallego intentó engancharse al barco de la política, quizá para conseguir esa inmunidad de la que hacen gala algunos cargos elegidos democráticamente. Intentó presidir la Xunta de su tierra a través de SCD (Sociedad Civil y Democracia) que como contaban las informaciones del año pasado era una opción para disputar el voto de derecha a Feijóo. Pero acabó engullido por Vox y aquello fue flor de un día. La jugada le salió mal. Ahora le toca sentarse en la Audiencia, explicar dónde fue a parar todo ese dinero que busca el juez y, quizá, volver a la cárcel, a ver cómo andan esos colegas a los que lleva sin visitar un tiempo y con los que llegó a tener lazos muy fraternales.