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Cultură

Científicamente hablando, ¿cuál es la mejor forma de morir?

Decidí indagar hasta llegar al fondo de los mitos y las verdades en torno a las formas más populares de suicidarse y este es el resultado.

La semana pasada, el Dr. Richard Smith escribió en el sitio web del British Medical Journal que morir de cáncer era la mejor forma de todas de dejar este mundo. ¿En qué basa esta afirmación?

Puedes despedirte, reflexionar sobre tu vida, dejar tus últimos mensajes, quizá incluso visitar lugares especiales por última vez, escuchar tus canciones favoritas, leer los poemas que más te conmueven y prepararte, según tus creencias, para encontrarte con tu creador o para disfrutar del olvido eterno.

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Al parecer, el mundo entero —gran parte del cual ha visto a alguien cercano morir de cáncer— arremetió contra él para decirle de todo menos guapo. El cáncer te consume por dentro y te deja hecho un cascarón humano. El cáncer es una mierda. Tiene que haber una forma mejor de morir. ¿Cuál será?

Hace unos meses, nuestros compañeros de Motherboard se plantearon precisamente la pregunta opuesta: cuál era la peor forma de morir. La mayoría coincidía en que el mejor modo de dejar este mundo sería cualquier muerte lenta y agónica que te deje postrado en una cama de hospital hasta el último estertor. Pero no nos desviemos del propósito de este artículo, que es encontrar la mejor forma de morir. Por otro lado, soy consciente de que por el simple hecho de lanzar al aire una pregunta semejante se me va a acusar de incitar a la población que sufre depresión aguda a buscar en Google la respuesta.

Los que estéis pensando en acabar con vuestras vidas, por favor, haced clic en el siguiente enlace. Aprovecho también para señalar que las formas más placenteras de dejar esta existencia, como el monóxido de carbono, ingerir un cóctel de fármacos o la clásica sobredosis de heroína, no cuentan con mi beneplácito.

Decidí indagar hasta llegar al fondo de los mitos y las verdades en torno a las formas más populares de suicidarse y este es el resultado.

Morir en una fantasía:

Advertencia: en este vídeo aparecen nalgas de mujeres

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No resulta fácil determinar a qué se refiere exactamente la gente cuando habla de "la mejor" forma de morir, pero empezaré analizando algunas de las situaciones más populares en el imaginario colectivo. Una de ellas consiste en la gloriosa muerte de una persona en el campo de batalla, un concepto tan tonto que incluso existe todo un género cinematográfico dedicado a criticarlo.

Luego están las fantasías de morir inmediatamente y de forma indolora después de gozar de un último orgasmo: un infarto tras una mamada o —como ilustra el vídeo— caer por un precipicio perseguido por un grupo de modelos semidesnudas.

Ninguno de estos escenarios contribuye realmente a responder la pregunta. En primer lugar, caer por un precipicio, las caídas en general, no son la mejor opción. Si bien es cierto que caer desde un avión y aterrizar de cabeza suele suponer una muerte instantánea, hay caídas que se saldan solo con órganos internos y huesos rotos, provocando a la frustrada víctima un dolor insufrible.

Por otro lado, la muerte causada por la práctica del sexo suele ser también bastante dolorosa. Los eventos cardiopulmonares repentinos —embolias, aneurismas, AVM, etc.— pueden llegar a ser como "el peor dolor de cabeza de tu vida" e ir acompañados de síntomas como náuseas y alucinaciones. Los infartos, como probablemente ya sabréis, son el equivalente a tener un elefante sentado en tu pecho.

Sin embargo, el paro cardiaco repentino, que hace que tu corazón se quede bloqueado como el Windows 95, es un gran candidato a ser la mejor forma de morir durante la práctica del sexo. Pero como persona que sufre arritmia, puedo deciros que no es nada agradable notar cómo se te descontrola el corazón y no recomiendo a nadie una experiencia similar durante el sexo.

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Además, la muerte durante el acto sexual suele implicar la presencia de otra persona, que sufriría con tu defunción. Esa persona se vería obligada no solo a presenciar tu muerte, sino a manipular tu cuerpo, tus genitales sin vida. Vale que podría ser una forma muy agradable de morir, en la mejor de las circunstancias, pero también podría acabar como un episodio salido de El juego de Gerald, de Stephen King, o como aquella escena de Clerks.

En cualquier caso, creo que es mejor buscar algo más realista.

Muerte por hipotermia:

La muerte por hipotermia es un viaje largo que conlleva mucho más que unos simples temblores y el entumecimiento del cuerpo; algunos aseguran que hacia el final notas una increíble sensación de bienestar y deseas abrazar la muerte, incluso cuando alguien está intentando salvarte. Pero todo eso no son más que falacias literarias.

En su libro Last Breath: Cautionary Tales from the Limits of Human Endurance, Peter Stark nos ofrece un relato intenso y científico sobre la muerte por congelación. Después de varias horas expuesto al frío extremo, el cuerpo empieza a dejar de funcionar y lo más probable es que sufras alucinaciones o que incluso sientas calor, hasta el punto de que empieces a desnudarte.

La explicación a este fenómeno es que, cuando la temperatura corporal desciende por debajo de los 33 centígrados, sufrimos amnesia y dejamos de saber qué está pasando. A los 31 grados, dejamos de temblar. A los 30, el cerebro empieza a dejar de funcionar correctamente y no seríamos capaces de reconocer la cara de nuestra propia madre. Llegados a este punto es cuando nos quitaríamos toda la ropa y probablemente nos enterraríamos bajo un montón de nieve, lo que no ayudaría nada.

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A partir de ahí, todavía pueden pasar horas hasta que la temperatura corporal baje de los 21 centígrados, momento en el que la mayoría de la gente muere. Si a esas alturas experimentas sensación de euforia, ha sido después de haber pasado por un calvario y haber perdido la cabeza, así que no creo que valga la pena.

Muerte por ahogamiento:

Según algunos relatos de la sabiduría popular, la sensación de ahogarse es como la de ser abrazado o volver al útero materno. Hay testimonios destacados, como el del productor musical Michael Case Kissel, que asegura que oyó voces angelicales diciéndole, "No hay nada que temer". Pero la experiencia de Kissel no es más bien atípica.

Tu cuerpo hará lo posible por evitar que entre agua en los pulmones, como podemos ver en el vídeo de arriba, en el que se somete a Christopher Hitchens a la tortura del ahogamiento simulado. Después de solo unos segundos recibiendo agua por el conducto equivocado, Hitchens afirmó experimentar una sensación de ansiedad constante y pesadillas.

En La tormenta perfecta, Sebastien Junger explica con todo detalle lo que sucede cuando te ahogas. El descenso de los niveles de oxígeno en sangre es tan extremo que pierdes la consciencia y acabas por respirar agua. El diez por ciento de las personas experimentaron un espasmo laríngeo tan intenso que murieron por asfixia antes incluso de que el agua llegara a sus pulmones. El otro noventa por ciento continuó respirando y respirando hasta perder la consciencia. Puede que haya algo de placentero en la sensación de sucumbir a falta de oxígeno, pero todo lo que la precede es pura y simplemente una tortura.

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Muerte por decapitación:

Con todas las muertes de periodistas a manos de los integrantes de Estado Islámico, no creo que sea buen momento para contemplar la decapitación como candidata a mejor muerte. No hay razón alguna para ver estos vídeos, pero si lo has hecho, habrás comprobado que las víctimas sufren lo indecible cuando les cortan la cabeza a mano.

Sin embargo, hay algo inequívoco y terminante en acabar con la cabeza cortada por una elegante guillotina. El médico forense y escritor Shiya Ribowsky comentó una vez en History Channel que no se le "ocurría una forma de morir más rápida e indolora". La hoja solo está en contacto con el cuello durante la centésima parte de un segundo, tras lo cual la vida se termina para todo el mundo. Las estimaciones sobre la cifra de decapitaciones fallidas durante la Revolución Francesa varían, pero según un ensayo de 1843, podríamos estar hablando de solo una de entre las miles de decapitaciones que se practicaron en ese periodo.

Pero, ¿es posible sobrevivir el tiempo suficiente para ver tu propia cabeza rebotar en una cesta? Cuando íbamos al colegio y hablábamos de las decapitaciones, imaginábamos que todavía seguiríamos vivos durante cinco o siete segundos, durante los cuales seríamos conscientes de todo. Ribowsky también habla de un lapso de tiempo similar, y un registro escrito de la decapitación de un delincuente en 1905 indica que los ojos del hombre, una vez decapitado, siguieron mirando a su alrededor durante unos segundos, aunque no hace falta seguir consciente para que eso ocurra. en cualquier caso, se produciría una pérdida de sangre tan drástica que el decapitado perdería la consciencia muy rápidamente.

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Nadie ha muerto guillotinado desde 1977, y probablemente seguirá siendo así siempre. Sin embargo, de vez en cuando todavía se producen muertes por decapitación, horribles y traumáticas para cualquiera que tenga la mala fortuna de presenciarlo.

Morir mientras se duerme:

Nadie debería morir durmiendo, y cuando se dan casos en personas de corta edad, son pérdidas muy trágicas. Incluso los pacientes de cáncer fuertemente medicados suelen aferrarse a la consciencia o experimentan lo que se denomina respiración agónica momentos antes de morir.

Por eso resulta extraño ver en tantas necrológicas frases como, "Murió plácidamente mientras dormía". Y no soy el único que se ha dado cuenta. Elizabeth Simpson, del Virginian-Pilot, también lo advirtió y decidió realizar una investigación al respecto, llegando a la conclusión de que:

  • El término a menudo se utiliza como eufemismo de suicidio.
  • La apnea del sueño suele ser un elemento destacado, especialmente entre las personas de edad avanzada.
  • Las afecciones como las embolias y los aneurismas pueden ser causantes de muerte durante el sueño.

Pero el hallazgo más interesante fue que el principal causante de los fallecimientos durante el sueño es precisamente el paro cardiaco repentino.

Como hemos podido comprobar, los expertos no se ponen de acuerdo respecto a este tema, pero creo que he encontrado mi respuesta en el paro cardiaco repentino. Conozco demasiado bien esa sensación de tener el corazón desbocado. Es extraña, pero si lo que dice la gente es cierto, un paro cardiaco repentino no tendría por qué hacer que te despertaras. No creo que haya mejor forma de morir.

O eso o la guillotina.

Sigue a Mike Pearl en Twitter.

Traducción por Mario Abad.