Hace unos días, en un bar de París, alguien me mangó el móvil. No pensé demasiado en ello –al fin y al cabo pierdo cosas todo el tiempo- hasta que recibí este correo electrónico diciendo que acababa de comprar un videojuego:Viendo que el actual dueño de mi teléfono no parecía ser la persona más cuidadosa del planeta, lo siguiente que hice fue revisar mi cuenta de Google+ para ver si había compartido algún tipo de información personal en Internet que pudiera utilizar a mi favor. Por supuesto que lo había hecho, mi perfil se había inundado con las fotos que había tomado con mi teléfono. En fin, aquí están algunas de estas fotos.
Publicidad
Quedamos en paz, tíos.