Este artículo pertenece a la revista de septiembre de VICEDe la noche a la mañana, tras pasar la mayor parte de sus vidas aislados, Bhagavan, Eddie, Glenn, Govinda, Mukunda y Narayana Angulo ha pasado de ser invisibles a estar en todas partes. Durante una semana dormí en el suelo de su habitación de hotel y reviví una especie de recreación de Hollywood de la película El náufrago, cuando el protagonista vuelve a casa, solo que interpretada por seis Tom Hanks con narices prominentes. Fue muy bestia comprobar la adoración que generan. Werner Herzog, David O. Russell, un roadie de los Journey… todo el mundo se lo quedaba mirando impresionados con los ojos como platos como si fueran donantes de esperma que conocen por primera vez a sus hijos ya crecidos. En la sonrisa de Demi Moore cabía un Big Mac entero cuando los conoció. Fue increíble. Y con cada reunión venía una larga lista de sugerencias, promesas, gente con la quien deberían hablar, ideas de los siguientes pasos a tomar.
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¿Por qué ese instinto de protección por parte de todo el mundo? Criados a base de películas —así es como son presentan en el documental sobre sus vidas titulado The Wolfpack—, ¿son los hermanos Angulo la prueba de las místicas fuerzas que hacen que la gente guapa se muden a California? Sin duda. Son la prueba de que las películas aún significan algo. Pero a la vez la gente quiere saber si están mal de la cabeza o si van a acabar quemándose por la fama. Esa es la pregunta sin contestar. Y aunque yo no sea una autoridad en el tema, la voy a contestar.¿Están pirados? Son encantadores, curiosos y cariñosos. ¿Son raros? Sí, claro. ¿Van a acabar quemados? Jamás. Solo hace falta pasar una hora con su madre —la siempre presente y alegre Susanne Reisenbichler— y todas esas preguntas quedan respondidas. De edades comprendidas entre 16 y los 24 años, los chicos tienen una profundidad emocional y filosófica mucho mayor de la que se le intuye a Quentin Tarantino. Le pregunté a Susanne cómo hizo para convertirse en el Central Park en ese pequeño escondite en el que estaban y me dijo entre lágrimas: "Fueron ellos los que me salvaron a mí".Con su madre del brazo, sus paseos por Los Ángeles incluyen momentos de "Oh, Dios, Narayana, mira qué flores tan bonitas. ¡Eddie, mira es Capitol Records! ¡Mukunda, mira es John Travolta!". A la buena mujer se le iluminaban los ojos como faros. Entre otras cosas, actúa como un reflector. Es como una pantalla de aluminio en la oscuridad que envuelve a su familia para centrar y canalizar todo su resplandor. Ella es la guía para que encuentren su camino. Resumiendo, tienen a su madre. Y se tienen el uno al otro. Yo creo que todo irá bien.
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Puedes ver la película The Wolfpack en iTunes.