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Cultură

Motivos por los que el Zoo de Barcelona debería cerrar

El zoo de Barcelona hace mucho que dejó de ser (si es que alguna vez lo fue) el espacio educativo y de conservación que verdaderamente necesitamos en 2016.

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En la web del zoo de Barcelona hay un destacado en el que se anima a participar en una encuesta para ponerle nombre a los nuevos cachorros de jirafa, león y mangabey (una especie de mono pequeño), que han nacido hace poco en el recinto. La página de la encuesta es muy simple, con aire anticuado y logo pixelado. El marco perfecto para las fotos de los tres cachorros que miran a la cámara con cara de susto, como si estuvieran viendo escenas del futuro que les espera si las cosas en el zoo siguen como hasta ahora.

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Pero, por suerte para ellos, parece que es posible que las cosas cambien pronto. El futuro (o más bien el presente) parece estar pisándole los talones al zoo de Barcelona: la Asociación Europea de Mamíferos Acuáticos ha declarado que sus instalaciones para delfines (en las que se suprimieron los espectáculos circenses en octubre de 2015, aunque no su exhibición) deben ser reformadas antes de 2018 o deberán cerrar. Las reformas podrían ascender a unos 10 millones de euros y es quizá esto lo que ha hecho que desde principios de año, el ayuntamiento se esté reuniendo con asociaciones interesadas en el tema para intentar presentar un plan de actuación a finales de año. En pocas palabras, decidir qué hacer con el zoo.

En los últimos años, Barcelona ha tomado varias medidas polémicas en torno a la relación que sus ciudadanos tienen con los animales: se han dejado de celebrar corridas de toros en sus plazas, se han prohibido los circos con animales y también la exposición de animales vivos en las tiendas de mascotas. En este contexto, el zoo es una reliquia del siglo XIX que cada día es más difícil de defender.

Imagen de Jonás Amadeo Lucas para Igualdad Animal

Los argumentos a favor de los zoos son los mismos desde hace muchos años. Siempre se nos ha dicho, por ejemplo, que los parques realizan una importante labor de conservación de especies amenazadas. El problema es que en muchos casos, las especies que se exhiben en los zoos no están amenazadas en absoluto, como es el caso de los elefantes o los hipopótamos. El zoo de Barcelona cuenta con más de 300 especies y de ellas solo 49 participan en algún tipo de programa de reproducción por motivos de conservación.

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Independientemente de todo eso estudios recientes han demostrado que mantener a un animal en un zoo es 50 veces más caro que cuidarlo en su hábitat natural.

Pingüinos en el verano barcelonés. Imagen de Jonás Amadeo Lucas para Igualdad Animal

El colmo de la contradicción a este labor de conservación son los sacrificios de animales que se realizan cuando a los gestores de los zoos no les interesa mantener a un animal por las razones que sean, como en el famoso caso de la jirafa sana sacrificada en el zoo de Copenhague o el de una pareja de crías de antílope sacrificadas a principios de año en Barcelona, una de ellas completamente sana, por "la imposibilidad de poder mantener el bienestar de los animales", según declararon al diario La Vanguardia fuentes del propio zoo.

Los interesados en que los zoos sigan abiertos también insisten en que la situación ha cambiado mucho desde su fundación y que ya no son esos espacios tenebrosos llenos de barrotes y jaulas electrificadas, que actualmente se intenta que la experiencia sea mucho más positiva. Todo es vidrio y madera, materiales menos agresivos para los animales (aunque sobre todo para la conciencia de los visitantes). Pero en el caso de Barcelona, las cosas no son lo que parecen. Ya hace 4 años, la Asociación Animalista Libera! y la Fundación Franz Weber, presentaron unas imágenes procedentes de una investigación de las interioridades del zoo que revelaron su verdadera cara.

El tercer gran argumento de los defensores de la existencia de las colecciones de animales es la labor educativa, algo también muy discutible pensando en los avances en la pedagogía y de la realidad virtual. Como si el hecho de ver un león dormido y deprimido en medio de una ciudad europea fuera a enseñarte más cosas sobre él que un libro o un simple documental de televisión. Más bien, tal y como dijo este fin de semana el escritor Xavier Bru de Sala en las páginas de El Periódico de Cataluña, "los zoos son exactamente lo contrario de lo que presumen, una escuela de insensibilización de visitantes -empezando por los niños- hacia el sufrimiento de los animales. Lo que proclaman los zoos, y más los urbanos, es la superioridad absoluta de nuestra especie sobre todas las demás. Les tenemos encarcelados, sometidos, les tratamos como nos da la gana, y si sobreviven es gracias a nosotros porque nos deben la vida. Somos los reyes de la creación".

Una interesante fuente de datos sobre los zoos españoles, es el informe Vidas enjauladas, que en 2011 realizó la Asociación Igualdad Animal, sin duda uno de los más extensos e interesantes que se han realizado en nuestro país. En él se expone una realidad que cuesta mucho rebatir. No hablamos de cosas que están pasando en lugares lejanos, se trata de Madrid, Barcelona, Valencia y varias ciudades de Andalucía.

Para el estudio se analizaron en total 8 parques zoológicos, en 6 de ellos, se ofrecían espectáculos de carácter "circense", caricias o fotos con los animales. En el zoo de Madrid se exponían delfines capturados directamente de la naturaleza, en Barcelona también hubo uno, pero murió. El zoo de Sevilla alquilaba a sus animales para rodajes de cine y televisión. En el Zoo de Madrid y en el de Sevilla, las aves eran encadenadas al suelo bajo el sol cuando no actuaban, o confinadas en jaulas tan pequeñas que les impedían extender sus alas, y mucho menos volar. Podríamos seguir, pero está todo en el informe.

Barcelona no será, en el caso de que decida hacerlo, la primera ciudad en acabar con su parque zoológico. Costa Rica fue el primer país del mundo en acabar con todos sus zoos y hace un par de meses Buenos Aires también anunció el cierre de su polémico parque.

Los animales de la capital argentina serán enviados a santuarios o reservas en los que puedan vivir con tranquilidad. En estos casos, el bienestar de los animales ha primado por encima de todo. El zoo de Barcelona hace mucho que dejó de ser (si es que alguna vez lo fue) el espacio educativo y de conservación que verdaderamente necesitamos en 2016.