Planchar los senos para evitar que crezcan es una práctica desconocida en gran parte del mundo. En Camerún, sin embargo, causa estragos. Según un estudio de la Agencia de Cooperación Internacional Alemana (GIZ), una de cada diez niñas es sometida a aplanamiento de senos en ese país. Si bien la práctica es completamente tabú, sigue estando muy extendida.Ante los primeros signos de crecimiento mamario, entre los 8 y 15 años, las niñas reciben masajes en los senos con piedras calientes o con espátulas de madera. El objetivo es aplazar la edad de la primera relación sexual. Este «planchado» se practica exclusivamente entre mujeres, en la intimidad del hogar o con una curandera en las aldeas. Las consecuencias son desastrosas para la salud de las víctimas: quistes, cáncer de pecho, imposibilidad de amamantar… Las secuelas psicológicas son igualmente numerosas. Gildas Paré, una fotógrafa francesa, acaba de realizar una serie de retratos de estas mujeres mutiladas.
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VICE: En principio, tú eres fotógrafa culinaria. ¿Qué te llevó a hacer esta serie de retratos?Gildas Paré: Tenía ganas de emprender un recorrido más personal. Empecé a buscar temas que podía tratar relacionados con la feminidad. Había tenido la oportunidad de ir a Camerún gracias a una conocida. Y llegué a esta historia de planchado de senos en el país, pero casi no encontré información sobre el tema. Tras mucho investigar, me enteré de que el periodista Kirk Bayama estaba realizando un documental sobre este problema. Contacté con él y nos fuimos juntos unos meses después.¿Puedes explicarnos en qué consiste esta práctica?La idea es que si tus senos no crecen, no serás atractiva para los hombres. Las madres que practican el planchado de senos piensan también que sus hijas podrán continuar sus estudios, porque si no son atractivas, no se casarán tan jóvenes.
¿Cómo lo hacen?Suelen empezar vendándole los pechos a las niñas cuando tienen unos 8 o 9 años. Les comprimen el pecho por la noche e incluso a veces durante el día y también para ir al colegio. Y si los senos continúan creciendo, recurren a utensilios calientes. El hecho de calentarlos hace que la grasa se derrita; una locura. Utilizan diferentes objetos: manos de mortero, palos para hacer couscous, espátulas de madera, cucharas de palo, piedras, vendas y hormigas. En su mayoría, todos estos objetos pertenecen a la madre o a la abuela. Son utensilios de cocina.
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En cuanto a las fotos, las víctimas posan con los senos desnudos. ¿Eso fue fácil para ellas?No, al contrario, fue muy complicado. Durante la primera reunión con Renata, la asociación con la que contactamos, una de las víctimas me dijo inmediatamente que no iba a ser posible: "Puedes fotografiar la cara, o el pecho, pero no los dos al mismo tiempo; ellas no van a querer". Les dije que si no lo hacía a mi manera, no sería de mucha utilidad. Una mujer vestida no tendría el mismo impacto. Después de mucho discutirlo, logré que aceptaran. Comprendieron el sentido de mi trabajo: no se trataba de una perspectiva sexual, sino de una manera de ver un determinado aspecto psicológico.¿Desde el principio, tu idea era hacerlas posar con los senos desnudos?Sí, si no no se habría producido una verdadera confrontación con el público. Un pecho siempre provoca un impacto muy fuerte. La idea era también crear una ambigüedad, por un lado, con una estética que creaban la luz y el encuadre y, por el otro lado, con las cicatrices de las mujeres.¿Qué relación tienen ellas con sus cuerpos?Sufren las consecuencias a diario. No pueden ponerse un traje de baño, por lo que no pueden ir a la playa. Les cuesta desnudarse frente a sus parejas, si es que las tienen, y tienen dificultad para dejarse tocar el pecho. El dolor físico se borra, pero el dolor psicológico perdura. Muchas de ellas nunca más dejan que se les toque el pecho.
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¿Por eso llamaste al proyecto Plastic Dream?Ellas solo quieren una cosa: rehacerse los senos, tener dinero para una operación. Quieren poder ponerse vestidos bonitos, salir, mostrarse. Ahora se esconden. Eso es lo más terrible, el dolor psicológico. Cuando fui allí, tenía ideas preconcebidas: pensaba encontrar mujeres con cicatrices enormes. Pero finalmente, eran cicatrices psicológicas las que afloraban en nuestras conversaciones. Intenté transmitir el mismo mensaje que expresaban sus miradas. Era una sensación muy poderosa. Incluso yo estaba un poco afectada. Se habían mostrado, y eso era toda una declaración de intenciones.¿Hay algún testimonio que te haya marcado en particular?Todas las historias son muy fuertes. Si bien en algunos casos no se notan sus cicatrices físicas, psicológicamente están destruidas. Una de las mujeres sufrió enormemente: le plancharon los senos con espátula, luego con piedra, la violaron, la casaron a la fuerza con un hombre y tuvo un hijo a los 14 años. En Camerún, si no puedes amamantar a tu hijo, lo tienes bastante complicado. No pueden permitirse comprar un biberón ni leche para alimentar al bebé. Como la muchacha no podía amamantar, utilizaron hormigas africanas para que la picaran con veneno y provocar la producción de leche. Es una historia terrible. Pero no puedo escoger solo una, todas han sufrido mucho.¿Cuál es el siguiente paso del proyecto?
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Ahora estoy buscando sitios en los que exponer estas fotos. Estoy negociando con una galería. Espero también volver a Camerún para ampliar la serie.Podrás encontrar más fotos de Gildas en su sitio web, y de Matthieu en Twitter. Más fotos y testimonios a continuación.