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Game over: el machismo en los videojuegos ya aburre

La experta Nus Cuevas repasa el papel de la mujer en el mundo de las videoconsolas y los casos de amenaza de muerte por denunciar el sexismo. ¿Se nos está yendo la perola? ¿Vemos sexismo dónde no lo hay?

Siempre ha existido polémica respecto al papel de la mujer en el mundo de los videojuegos. El encasillamiento empezó con unos márgenes de fórmula de guión y venta con el hombre en el papel de heroico pechopalomo, y ella en el de sexy desvalida esperando ser rescatada. Al menos en las tramas de las historias más convencionales. Poco a poco, la figura femenina se ha ido haciendo hueco, participando en la historia y haciendo algo más que nada.

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Una de las primeras grandes excepciones fue el Metroid: aquellos que se pasaban el juego descubrían que el personaje que habían manejado todo el tiempo era en realidad una mujer. Hoy puede parecer un dato indiferente, pero en 1986 el ámbito estaba claramente dominado por hombres, y para muestra, esta aventura de Nintendo se distribuyó entre otras plataformas para la GameBoy. BOY.

Pronto se hicieron más juegos con protagonistas femeninas, como el archiconocido Tomb Raider, o Final Fantasy VI y XIII. El Portal, Bayonetta, Mirror's Edge… ninguno de ellos con enorme éxito comercial. La partida la ganaban siempre los masculinos, algo lógico por otra parte. Claro que hay juegos protagonizados por mujeres, y claro que participan a nivel de protagonistas (se manejen o no). Pero si el publico que manda y demanda es un target básicamente masculino, el contenido se hace a su medida. Son industrias y el objetivo son ventas, tampoco nos olvidemos. Y vendían.Y venden.

Soy una mujer que juega a los videojuegos desde que tiene uso de razón, y que jugaba a videojuegos antes de saber leer. Veo el cambio de tornas. La mujer se va involucrando en solicitar el consumo de este tipo de producto y, poco a poco, se está produciendo un cambio. Por supuesto que es algo que lleva tiempo, aunque también es verdad que a mí nunca me ha molestado qué tipo de personaje manejar. O me gustaba el juego o no me gustaba. Punto.

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Supongo que os sonará el nombre de Anita Sarkeesian, la encargada de Feministfrecuency, un espacio donde a través de una webserie, denuncia la misoginia de los videojuegos, las partes más sexistas de cada título y el trato a las mujeres (no en pocas ocasiones vejatorio). Esto le valió amenazas de muerte, violación y acoso. Hace meses publicó una captura de un ejemplo del tipo de comentarios que recibe. Ridiculización, despertares de odio y sugerencias no muy amables de que dejase de publicar esos contenidos. Ejemplos tiene mil.

Internet brinda fácilmente la espada de la ofensa gratuita y exponer públicamente las ideas que uno defiende te deja expuesto a críticas, ya que el uso de la libertad de opinión es recíproco. Era libertad de expresión lo que queríamos, aunque a veces exigimos limitar lo que ansiamos usar individual e unidireccionalmente. Si hablamos de susceptibilidad e igualdad, creo que, aparte de los códigos morales bajo los que nos regimos, la susceptibilidad juega un papel muy importante. Y no quiero que se me malinterprete. No soy machista, defiendo la igualdad de hombres y mujeres como lo hace la sociedad civilizada, pero, aunque me salga un poco del tema, querría enlazar con la polémica alrededor de Matt Taylor y su camisa sexista para explicarme mejor.

Taylor forma parte del equipo encargado del proyecto Rosetta: es uno de sus mayores expertos y se encargó junto a sus compañeros de anunciar detalles sobre la misión, así como de acercarse a la prensa para dar a conocer datos técnicos sobre el procedimiento, y el éxito alcanzado después de diez años desde que comenzó perseguir este objetivo. Forma parte de un equipo que ha logrado posar el satélite Rosetta en un cometa, y salió delante de los medios con una camisa que le había regalado un amigo, con estampado de tías semidesnudas. La gente se le tiró encima tachándolo de sexista y terminó pidiendo perdón (de nuevo delante de los medios) llorando.

A ver. Vamos a ver. Este señor acaba de lograr con éxito aterrizar un satélite sobre un cometa, nos damos cuenta de esto, ¿verdad? Tratar el sexismo es importante, pero la susceptibilidad también. Si un señor aterriza UN SATÉLITE EN UN COMETA, es lícito que no se pare a pensar demasiado qué llevar puesto. Como si quiere salir a dar la noticia en bolas. Volvemos al falso reflejo de querer, por encima de todas las cosas, libertad de expresión. Toma, libertad de expresión; pero más que en otros medios, la responsabilidad es un campo suspenso en las redes, y la masa un animal que tiene constantemente gula voraz, que parece que antepone radiar odio contra algo antes que admitir un logro.

Si pones en Google "Matt Taylor", te salen más entradas sobre la maldita camisa que sobre la propia misión Rosetta libre de debate moral. Creo que, sin dejar de luchar por la igualdad, debemos tomarnos antes un Trankimazin de cada-cosa-en-su-sitio.