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Cultură

Nueve meses viviendo con un yonqui

Me costó un poco entender la intensidad de la enfermedad con la que convivían mi compañero de piso y sus amigos.

EL PRINCIPIO

No sabía que Clark era adicto a la heroína cuando se mudó a mi piso. De hecho, sólo nos habíamos visto una vez en persona. Teníamos una amistad online -me añadió en Facebook, y una vez al mes nos enviábamos vídeos absurdos. Así es como se busca compañero de piso en el siglo XXI. Yo necesitaba compartir el alquiler con alguien, y él no quería seguir viviendo en su piso. Casi sin darme cuenta, Clark estaba desempaquetando cajas de ropa y muebles en mi comedor. Trajo varios maletines de piel, como los que Humphrey Bogart usaría para ir de viaje. La casa empezó a tener mejor aspecto desde que se mudó. Él sabe más de decoración que yo.

EL PRIMER MES

Quizás tiene buen gusto en equipaje, pero Clark es un hombre con unos hábitos un tanto peculiares. Le gusta escuchar discos de noise un poco raritos, siente fijación por las perchas de alambre, le gusta pasear por la ciudad y grabar conversaciones ajenas con un micrófono de mano. Ha empezado una campaña del rollo Banksy por toda la ciudad. Todo esto me parece bien, pero empiezo a darme cuenta de que los límites que tiene Clark con las drogas son distintos a los míos. Me dice que la semana pasada tomó "un poco de H" y que se quiere desenganchar desde hace un tiempo. Dice que la heroína es una mierda, y que está sobre-idealizada desde su perspectiva. Clark dice que tiene que dejar la droga, que ya está harto. No sé cómo tratar el tema, así que sonrío y digo, "Entiendo, conozco esa sensación." Es mentira. Nunca me ha pasado algo así.

EL SEGUNDO MES Unos ruidos extraños, estrepitosos y ligeramente musicales empiezan a salir de la habitación de Clark a las 4 de la madrugada. También risas. No he conocido muy a fondo a ninguno de los amigos de Clark, pero son todos esotéricos. A uno de sus colegas, Jeremy, le falta la mitad de la dentadura y viste una camiseta de tirantes con una corbata. A penas veo a Clark durante el día -sólo sé si está en casa cuando escucho a alguien toser en su habitación. Algo va realmente mal, pero prefiero no pensar en ello. Empiezo a echar el pestillo de la puerta de mi habitación cuando me voy a dormir. EL TERCER MES Un día llego a casa y descubro que Clark ha colgado decenas y decenas de fotos en blanco y negro por todo el comedor. Son retratos de gente mirando a la cámara sin inmutarse. Le pregunto a Clark de dónde las ha sacado y me dice que rebuscando en la basura. También ha traído una gran caja negra mecánica que según él sirve para plantar setas. Una vez más, ni me molesto en hacerle preguntas. Él y sus amigos se quedan despiertos hasta las 6 de la mañana gritando conjuros. A veces les veo por ahí con los crusties del barrio. Creo que viven todos juntos en una vieja mansión abandonada a un par de calles de nuestra casa. Suelen ir ahí, chutarse y vomitar tras un gran árbol que hay en el jardín. EL CUARTO MES Empiezo a fijarme en que Clark no tiene un aspecto muy saludable. Está pálido, sus ojos hundidos y no se ducha. Me explica las mismas historias una y otra vez. No sé cuál es mi deber como amigo y compañero de piso. Me siento mal por él. No debería haber permitido que esto pasara. Los amigos no deberían dejarte tocar fondo, ¿verdad? No es muy agradable hablar con un adicto sobre su adicción, pero soy afortunado, porque Clark decidió hablar primero: "Tío, soy bastante adicto a la heroína." "Lo sé." De nuevo, no entiendo nada. "Pero voy a desengancharme, te pido perdón si te he causado algún tipo de estrés." "Gracias tío, aprecio que seas honesto conmigo." Brindamos por tiempos mejores.

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EL QUINTO MES

La situación ha mejorado. Intento pasar más tiempo con Clark. Hemos empezado a estudiar juntos, comer juntos, salir de fiesta juntos -intento ser una especie de amortiguador entre él y su adicción. Nunca he sido adicto a nada, así que no sé muy bien cómo funciona, pero parece más feliz. Llevarle a un concierto de Wu-Tang es lo mínimo que puedo hacer por él. Poco a poco la casa se convierte en un espacio más habitable. EL SEXTO MES Clark ha empezado a pasar bastante tiempo con un chaval llamado Evan. Digo "chaval" porque parece que tenga 16 años. Es un tío sucio y no se siente cómodo rodeado de gente. Tiene pinta de yonqui, pero no parece violento. Se queda a dormir en casa más de lo que me gustaría. Se esfuerza al máximo para establecer una relación de amistad conmigo, pero realmente no es mi tipo. Clark me promete que sólo está intentando cuidarle, ayudar al chaval a superar su adicción. Me deja claro que ni de coña se ha vuelto a drogar. Ahá. Unas semanas más tarde, los amigos de Clark empiezan a venir a casa más a menudo. Han desarrollado un hábito un tanto extraño de entrar en casa por el balcón. No sé si esta gente tiene un sitio donde dormir y poco a poco me doy cuenta de que mi casa se ha convertido en el destino para los jóvenes y los marginados del barrio. EL SÉPTIMO MES Un día llego a casa y me encuentro a un tío viejo y desaliñado que parece un conserje en paro sentado en el sofá, manteniendo una conversación muy profunda con Clark. Lo primero que me pregunta es si tengo marihuana. No termina las frases, ni siquiera tiene mucho que decir. Intento mantener una conversación con él, pero no puedo, en mayor parte porque no puedo evitar pensar, ¿Por qué está este tío en mi casa? Se marcha y Clark me pide disculpas. Finjo que no me importa. Después de todo este tiempo me sigue preocupando ser un cerrado de mente. Parece que Evan se ha instalado en casa, y cada vez que lo veo parece menos sano. Lleva la misma ropa cada día. Primero perdió su teléfono, después las gafas, y después los zapatos. Llega a casa, llama a mi puerta preguntando por Clark y si no está, le entra un bajón tremendo. Empiezo a cerrar de nuevo mi habitación con pestillo. EL OCTAVO MES Son las 2 de la madrugada y escucho pasos de persona y perro en el pasillo. Es Gerald, otro de los amigos de Clark. Como de costumbre, Clark no lo estaba esperando. "¿Dónde está J.J.?" Estoy en mi cama, en calzoncillos, con mi novia al lado medio dormida. Quito el pestillo y salgo al comedor. "¿Qué pasa Gerald?" "Tío, estoy a punto de ir a la guerra," dice, con un cuchillo de cocina en la mano. Existen diferentes reacciones si en tu casa tienes a un tío irracional con un arma. Por ejemplo, podría haber gritado, "JODER TÍO FUERA DE MI CASA." Pero no hice eso. Simplemente sonreí y dije, "sé cómo te sientes." Mentira. Por cierto, Gerald va sin camiseta, y sujeta el cuchillo de forma horizontal, apuntando a su pecho. Comienza a caminar hacia mí. Empiezo a retroceder. Gerald se da cuenta, para, y dice, "Tío, no te preocupes. No voy a matarte." Vuelvo a la cama con mi novia, e intento explicarle lo que acaba de pasar en el comedor. Se da la vuelta, bosteza y dice, "¿Por qué vives aquí?" No tengo respuesta para esa pregunta. Empiezo a darme cuenta de que no me siento seguro en mi propia casa. EL NOVENO MES Clark ha invitado a algunos de sus amigos a pasar el finde en casa. Uno de los tíos es un viejo gay llamado Ryan. Es del pueblo de Clark. Parece bastante normal, aunque sus amigos sean unos drogadictos de veintipocos años. No quiero saber qué va a pasar en casa, así que me voy al centro de la ciudad a ver unos conciertos. Unas horas más tarde, cuando llamo a Clark para que me recoja, se encuentra en medio de una gran discusión con el gay. Me dice que ha cerrado la casa por dentro y que va a saltar por el balcón para coger el coche. Dice que luego me lo explica mejor. Estoy en el asiento del copiloto, Clark está a punto de llorar. Ryan es camello, es VIH positivo y se ha dedicado a andar por casa con una herida abierta, sangrando. Clark se puso un poco ansioso y le pidió que se pusiera una tirita o algo. A Ryan no le gustó esa retórica, y se volvió loco gritando: "Crees que soy un monstruo." Puso la cocina patas arriba y posiblemente se llevó la vajilla de plata. Llegados a este punto estoy bastante acostumbrado a este tipo de acontecimientos inesperados. En el semáforo que hay antes de nuestra casa, Clark me mira y dice, "Siento haberte metido en toda esta mierda." Creo que es la primera vez que Clark está siendo honesto conmigo desde que se vino a vivir a casa. No le culpo -la adicción a la heroína es responsable de muchas mentiras. Está en su sangre, literalmente. Esa noche dormí en casa de mi novia. EL FINAL Las últimas semanas que viví con Clark fueron bastante buenas. Reímos juntos, paseamos juntos, comimos juntos, salimos de fiesta juntos. Seguía siendo un adicto, pero no parecía afectarle tanto como antes. Y de repente desapareció. Me dijo que se iba a casa a pasar el fin de semana, y unos días más tarde me dijo que no iba a volver. Una persona que lo quería hizo lo que yo debería haber hecho mucho antes, antes de que Ryan la liara en nuestra cocina, antes de que Gerald se apuntara al pecho con un cuchillo, y lo metió en una clínica de desintoxicación. Un par de días más tarde el padre de Clark vino a casa y empaquetó sus cosas. Como podéis imaginar, es muy incómodo estar en la misma sala que un padre que se está enfrentando al problema que tiene su hijo con la heroína. Siento que se pregunta por qué jamás le dije nada. Yo también me lo pregunto. Es muy fácil relajarse y convencerte de que no es tu problema, simplemente la gente hace unas elecciones y es cosa suya atenerse a las consecuencias. Y entonces es cuando ves a un padre triste empaquetando la ropa de su hijo, rodeado de desorden. Fue entonces cuando, por primera vez, entendí la intensidad de la enfermedad con la que convivían mi compañero de piso y sus amigos. Podría haberlo hecho mejor.

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