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​Oye, ¿y si habéis hecho el gilipollas y os habéis cargado a un buen concejal?

Irene Villa y el padre de Marta del Castillo perdonaron a Guillermo Zapata por los chistes sacados de contexto que tuiteó hace años. El pueblo, sin embargo, pidió su cabeza hasta conseguir que dimitiera.

A ver. Hagamos un ejercicio muy sencillito. Valoren del 1 al 10 el nivel de meada fuera del tiesto de los siguientes estados de Facebook de un periodista amigo: "La homofobia es el motor de la civilización", "¿Paco de Lucía era gitano? Lo digo por entristecerme o no", "Noa se caga en vuestro paternalismo con los moros" , "Me gustaría matar al puto chucho yo mismo con la ayuda de un palo" , "Un país que permite vivir a Josef Ajram es un país hundido". Vale, guarden sus puntuaciones. No me interesan. Yo a este compañero de profesión y padre de familia, al que conozco desde hace años, le entregaría un ministerio entero sin pestañear. Ustedes no, porque les falta el contexto y sólo leen las barbaridades. Normal. La caverna de Platón.

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Pues resulta que unos chistes de parecido mal gusto al de los de mi compañero de profesión, pero publicados hace años en Twitter y rescatados ahora para desprestigiar a Manuela Carmena, le han costado el puesto alnuevo concejal de Cultura y Deportes de Madrid. Podemos estar o no de acuerdo pero, díganme, ¿no es ridículo? Porque esta vez no ha sido la derecha alucinada sino el linchamiento popular, lo que ha provocado la dimisión de Guillermo Zapata. Seguramente abandonarlo en la cuneta beneficie a su agrupación y dé ejemplo al resto de partidos pero, con Irene Villa y el padre de Marta del Castillo diciendo que este asunto se la pela, ¿no es absurdo que la cabeza de este pobre diablo haya salido rodando entre gritos de "se lo merece"?

Tuit jocoso de Irene Villa. El padre de Marta del Castillo también dijo que todo ok y que perdonaba a Guillermo Zapata.

Desde el sábado no hemos parado de escuchar comentarios del tipo "ya le vale", "hay que ser torpe" o "se ha pasado". Este ajusticiamiento exprés nos recuerda a lo que decía Guillermo Bárcenas, hijo del ex tesorero del PP, en un documental de VICE: "Es como si todos están en el examen con chuletas pero solo me pillan a mí copiando y entonces toda la clase se caga en mí. No, eso no vale, eh. Si tú tenías chuleta, calladito. Por lo menos calladito. Que esos vengan a darme clases de moral me toca las pelotas" . Sería interesante que a los que se les ha llenado tanto la boca, ya no con clases sino con masters enteros de moral, revisaran sus propios tuits, whatsapps y se pregunten de paso si conviene fulminar a un buen gestor (desconocemos si Zapata lo es) por una gracieta desafortunada.

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Esperanza, no pares, sigue sigue.

Con permiso del director de cine Nacho Vigalondo, que fue despedido de El País por unos tuits con supuesto contenido negacionista del Holocausto (que a su vez originaron los polémicos comentarios del miembro de Ahora Madrid -entrecomillados- dentro de un debate sobre los límites del humor), uno de los tipos que mejor practican el humor a contracorriente en redes sociales es Alberto González Vázquez. Comentando esta mañana lo sucedido, nos regaló este relato de ficción: " El otro día alguien contó un chiste en Twitter que me ofendió profundamente. Todavía se me saltan las lágrimas cada vez que lo recuerdo. Decía: "Van dos y se cae el de en medio". No tiene ninguna gracia. Mi abuela sufrió una caída hace cuatro años y desde entonces vive confinada en una silla de ruedas" .

González Vázquez continúa: "¿A qué clase de sádico se le ocurre hacer pública semejante barbaridad? ¿Es consciente esa criatura abyecta de la cantidad de gente que se cae cada día en el mundo? ¿De las espantosas consecuencias de caerse? Pensé en bloquear al usuario y olvidar el asunto pero en lugar de eso decidí denunciarlo. Tuve suerte y fueron muchos los que se solidarizaron con mi causa. Tantos que el asunto trascendió la burbuja de las redes sociales y todos los medios de comunicación difundieron la salvajada que había dicho ese degenerado. Desde entonces no pasa un sólo día sin que a mi abuela le recuerden su desgracia. Y yo me alegro porque para su rehabilitación no hay mejor ejercicio que el odio" . La indignación de baratillo ha convertido a Guillermo Zapata en un mártir y, sinceramente, es posible que esa categoría le vaya grande.