Palencia - Cientos de cadáveres bajo un parque infantil

Sepultados bajo los columpios del Parque de la Carcavilla hay una enorme colección de huesos republicanos. En los años 40 esto era el cementerio de la ciudad, y el lugar preferido por los franquistas para deshacerse de los cuerpos de los represaliados. Cuando en 1981 se propuso enterrar el cementerio bajo lo que ahora es un parque infantil, sólo a los propietarios de nichos se les dio la oportunidad de exhumar a sus muertos. Aún hoy pueden verse algunos mausoleos decorativos emergiendo de la tierra, y a familiares de las víctimas rezando al lado de un tobogán.

Hasta este verano, los niños jugaban sobre los restos de sus bisabuelos. Pero desde el pasado 16 de agosto un puñado de arqueólogos de la Sociedad Científica Aranzadi está dejando toda esta zona como un queso gruyère a pleno chicharrete por encargo de varias asociaciones de víctimas del franquismo. Todo esto sale caro –sólo una prueba de ADN cuesta unos 300€– y por ello las asociaciones sólo han podido costearse un mes de excavación, tiempo insuficiente para sacar de allí todos los restos, ni si quiera con la ayuda que recibieron de varios arqueólogos voluntarios la primera semana de trabajo.

El dinero han tenido que pedirlo fiado a la asociación de víctimas de Villaviuda, que ya recibió el año pasado su subvención correspondiente (conceden sólo una por asociación) para despanzurrar el parque. La situación ahora mismo es ésta: si los 120.000 pavos que esperan recaudar las otras cuatro asociaciones en concepto de subvenciones se materializan, los familiares tendrán a sus muertos. Si la ayuda no llega, se agruparán todos los cuerpos bajo un monumento conmemorativo, con los nombres de cada uno de ellos.

Entre tanto, los arqueólogos duermen y comen en un pueblo cercano llamado Dueñas, alojados en una casa rural cedida por el Ayuntamiento. Gracias al libro del cementerio, donde se registraba minuciosamente cada muerto que entraba, incluidos los de los represaliados, el arquitecto Federico Lozano, que trabaja con la ARMH, ha conseguido trazar un hipotético mapa del cementerio con anotaciones de cada tumba, cada nicho, cada fila y cada cuerpo que decoraba el lugar. A pesar de todo, uno de los arqueólogos, Jimmy, me cuenta que tienen “que revisar todos los ‘enterramientos naturales’ para descartar que pueda o no haber represaliados”.

El Sr. Albano, médico forense, en el departamento de Historia del Campus “La Yutera”. Aquí analiza marcas de balas y destrozos craneales, y reconstruye huesos fracturados. El análisis espeleológico desvela la edad (16 años, tenía el cadáver más joven que ha pasado por aquí), el sexo (casi siempre hombres, salvo una vez que dio con una fosa que contenía sólo cuerpos de mujeres) y si el difunto sufría alguna enfermedad.

La arqueóloga Almudena García Rubio ya trabajó para Aranzadi en la fosa que se abrió en este mismo parque en 2009. Entonces los cuerpos rescatados no llegaron a la treintena. Se tardó un año en identificarlos y devolvérselos a sus familiares. De los 480 cuerpos que se calcula que quedan esparcidos por las entrañas del parque, esta expedición pretende recuperar al menos 200. Si la pasta de las subvenciones llega, y da para pagar todos los gastos, quizá se los pueda identificar a todos.

Aunque el gobierno socialista aprobó en 2007 la Ley de la Memoria Histórica, son los ayuntamientos los que en la práctica deciden si se excava o no en su municipio. Mientras que en comunidades como Andalucía o Cataluña existen instituciones con el respaldo económico de sus respectivos gobiernos, en Palencia son las propias asociaciones las que tienen que asumir todo el curro y todo el coste. Al PP nunca le ha gustado mucho esto de airear los muertos del franquismo (ese discurso de “no reabrir viejas heridas”, “guerracivilismo” y tal), pero el alcalde actual, Popular él, no ha impedido que se lleve a cabo el proyecto.

Fui a hablar con Pablo García Colmenares, presidente de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica de Palencia (ARMH). “Si se hubiesen puesto de acuerdo los dos partidos mayoritarios de este país y este tipo de asuntos los asumiera el Estado, todo esto se habría hecho en poco tiempo. En cambio, las asociaciones de voluntarios llevamos años y años trabajando en ello, el tema se dilata mucho y no se cierra por falta de recursos y medios”. Pablo empieza a estar hasta la coronilla de todo esto. Lleva desde 2003 emperrado en abrir esta gigantesca fosa. La ha visto levantada ya antes dos veces y aún así los muertos parecen no terminar nunca.

“¡Mira lo que están haciendo con tu parque!”, dijo el abuelo al niño.

Aquí no es difícil toparte con bodegones tan siniestros como éste.

Esta señora se llama Pilar Porral y tiene a su padre sepultado en algún lugar de esta gran fosa común. Ya tiene comprada para él una tumba junto a la de su madre. Todos los familiares con los que hablé me dijeron que no buscan venganza (y eso que alguno de ellos podría, ya que conoce a los que delataron a su abuelo). Se conforman con enterrar dignamente a sus muertos. Ni que sea con 70 años de retraso.

TEXTO DE BORJA CRIADO

FOTOS DE ISMAEL LLOPIS