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«Pandemic Legacy» es el mejor juego de mesa de todos los tiempos

Cada experiencia de juego es única y totalmente inmersiva, consiguiendo cosas que ni siquiera las consolas más sofisticadas pueden conseguir.

Todas las fotografías realizadas por el autor con sumo cuidado para evitar desvelar información secreta

Johannesburgo ha caído.

La enfermedad ha devastado la ciudad, las multitudes enfurecidas han tomado las calles y ahora amenaza con propagarse.

Lo más sensato sería retirarme y reunirme con el resto del grupo en la seguridad relativa de Europa. Pero ¡qué narices! No estaba dispuesto a sacrificar todo el continente africano. Si soy capaz de aguantar un poco más, quizá pueda salvar Kinshasa, Lagos y Jartum. Si pudiera aislar la infección, tal vez lograra evitar que ocurriera lo mismo que en Sudáfrica.

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Si no, seguramente acabaré muerto, pero muchas otras personas acabarán igual.

No me gustaría nada verme en una situación similar en la vida real, pero son muchos los que están dispuestos a experimentarla, a juzgar por el éxito de ventas de Pandemic Legacy, un juego de mesa publicado a finales de 2015 y que muchos ya califican como el mejor juego que jamás se haya creado.

Quizá todo esto te suene a chino si tu vida lúdica se reduce a las videoconsolas y los juegos de PC, pero como ya señalé en otro artículo hace unos meses, los juegos analógicos están viviendo un gran momento. Aparecen títulos nuevos casi todas las semanas y las ventas se están disparando a medida que aumenta el número de personas que descubren lo divertido que puede ser pasar una tarde con los amigos y unas cervezas en torno a unos cuantos componentes de plástico y cartón bien diseñados.

Gran parte del resurgimiento de los juegos de mesa se debe a títulos de diseño innovador como Pandemic Legacy. Creado por dos veteranos del sector, Matt Leacock y Rob Daviau, Pandemic Legacy pone a los jugadores en la piel de un equipo de médicos y científicos que deben combatir varias enfermedades por todo el mundo. Cada uno interpreta a un personaje con sus propias habilidades especiales, cuya misión es viajar por los cinco continentes suministrando tratamientos a los infectados e investigando curas, sabiendo que el mínimo error por tu parte puede suponer el fin de toda la humanidad.

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A los que hayan jugado a la versión estándar de Pandemia, esto les resultará familiar. En efecto, este nuevo giro de tuerca conserva las mismas mecánicas y esa sensación de pánico creciente que ofrecía su predecesor y le añade un componente nuevo: una trama que le aporta profundidad y riqueza y contribuye a que los jugadores tengan una experiencia totalmente inmersiva.

Si bien la mayoría de los juegos de mesa pueden jugarse las veces que quieras hasta que te aburras, Pandemic Legacy se basa en un concepto narrativo, una campaña que se va desarrollando a lo largo de un número limitado de sesiones de juego. Cada partida representa un mes en una saga que se prolonga durante todo un año. En ese tiempo los acontecimientos tomarán derroteros inesperados y aparecerán nuevas amenazas y desafíos que superar.

Indudablemente, desde hace décadas existen videojuegos de estilo narrativo, y quizá pueda parecer que sus primos de cartón llegan un poco tarde a este género, pero con las limitaciones físicas que impone su formato, Pandemic Legacy alcanza cotas impresionantes y novedosas que difícilmente podría emular ni la videoconsola más sofisticada.

El juego incluye unos cuantos componentes esenciales para la historia: el primero es un dosier en cuya cubierta están escritas las palabras «TOP SECRET» y que contiene una serie de adhesivos que habrá que ir pegando en el manual de instrucciones y que añaden nuevas reglas, sustituyen a otras ya existentes y, básicamente, cambian la progresión de la campaña.

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Por otro lado, encontramos un conjunto de ocho cajas de aspecto siniestro que deberán abrirse en momentos específicos de la trama. En algunas hay nuevas herramientas para combatir las enfermedades, mientras que el contenido de otras está destinado a empeorar aún más la situación de los jugadores añadiendo nuevos peligros a los que enfrentarse. No sabes lo que contiene cada caja hasta que se abre, lo que confiere al juego una sensación entre la emoción que tiene un niño al abrir un regalo en Navidad y la tensión del que está jugando a la ruleta rusa.

Estos acontecimientos se producen a intervalos predeterminados, pero son solo una parte de una trama que está en constante desarrollo. Además, el juego reacciona al desempeño de los jugadores modificando el entorno en consecuencia.

Así, si dejas que una enfermedad se propague varias veces en una ciudad, esta se sumirá en el caos y los ciudadanos enfurecidos tomarán las calles, quemando edificios y dificultando tus desplazamientos por la zona. Y cuando una ciudad se va a la mierda, la situación es permanente. Tendrás que colocar adhesivos en el tablero para indicar las zonas en las que hay disturbios, que seguirán existiendo desde ese momento en adelante como un doloroso recordatorio de una mala decisión que tomasteis como grupo.

Como podéis imaginar, después de un par de partidas, el mundo empezará a estar bastante jodido. Lo maravilloso de este juego es que la situación que viviréis será completamente distinta de la de otro grupo de jugadores. La anarquía se apoderará de continentes enteros, vuestros personajes entablarán relaciones y sufrirán secuelas como verdaderos seres humanos complejos. Te sumergirás por completo en sus historias personales y lamentarás sus muertes. Y cada experiencia de juego será distinta.

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A medida que avanza la campaña, viviréis una increíble sucesión de logros, desastres y momentos de pura incredulidad. Maldeciréis vuestra mala suerte, os pensaréis cada decisión tres veces y quizá incluso os cuestionéis vuestra propia moralidad. A mí todavía no me queda claro si la estrategia de mi grupo de proteger Europa y los EUA mientras África y Suramérica sucumbían respondía a una decisión pragmática ante una amenaza insostenible o era una muestra evidente de insularismo primermundista.

Pandemic Legacy funciona como un guante en todos los aspectos y ha sido muy bien recibido tanto por los fans como por la crítica. Pero tampoco falta una ruidosa minoría de jugones que esgrimen la nula rejugabilidad como principal objeción. Incluso se llegó a poner en marcha una especie de boicot para evitar que el juego alcanzara el primer puesto en la lista de la página de juegos de mesa por excelencia, BoardGameGeek. En un alarde de comportamiento pueril, los hay que hasta han revelado partes de la trama con ánimo de arruinar la experiencia.

No resulta muy sorprendente que haya quien se sienta amenazado por este título que aporta elementos atrevidos y novedosos y desafía lo establecido. Se trata de un gran paso adelante que, como en la mayoría de los casos, levanta ampollas en algunos sectores.

Para los que sientan curiosidad por los juegos de mesa, ahora tienen la oportunidad perfecta para iniciarse. La gente dice que es el mejor juego de todos los tiempos y cuesta encontrar razones para no estar de acuerdo.

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Traducción por Mario Abad.