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Cultură

​Parejas que pasan de irse a vivir juntos (y son felices)

Los expertos afirman que una relación no pasa inevitablemente por la convivencia. Hablamos con tres parejas que viven cada uno en su casa. Juntos pero no revueltos.

El gran paradigma del matrimonio español ha sido siempre la almohada chorizo. Sabéis de lo que os hablo. Vuestros abuelos, si no vuestros padres, tenían una. La almohada chorizo es ese ladrillo textil duro y largo que ocupaba la cabecera de las camas de matrimonio hasta que los jóvenes revolucionarios empezaron a vociferar y a correr delante de los grises gritando por un orden social más libre en el que una pareja tuviera derecho a dos almohadas independientes.

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Recuerdo jugar con la almohada chorizo de mis abuelos: era de textura blanda pero densa y se descoyuntaba por la mitad como desmayada si la alzabas como un estandarte. ¿Quién quiere posar la cabeza cada noche en semejante gomaespuma fálica? Si me apuras, la almohada chorizo era la encarnación física del patriarcado como célula padre de esa institución férrea y disecada que era la familia. Si pegas bien fuerte la oreja a una almohada chorizo, oirás un murmullo que parece decir: "Siempre juntos, siempre juntos. Ni dormidos estaréis solos".

Pero los tiempos van cambiando. El matrimonio univitelino cuasi-siamés se ha sometido a algunas operaciones y ha conseguido al fin desentumecer los músculos y verse el uno al otro un poco más lejos, con mayor objetividad. Y es entonces, con almohadas separadas, cuando apetece más acercarse y entrelazar las manos. Cojamos el cuchillo nupcial y, con tu mano sobre la mía, partamos en dos el resobado nidito de amor. Tengámonos un poco lejos para querer tenernos cerca. Frida Kahlo y Diego Rivera, con sus casas separadas con puentecito comunicador, no se lo montaron nada mal.

Hace poco ya sugerimos que irte a vivir con tu pareja podría ser un error. Sartre y la Beauvoir vivían cada uno en su casa, sin molestarse los cerebros. Y el dúo Amistades Peligrosas también practicaba esto de vivir a su aire, pero mejor cubramos esto último con un velo de amnesia invisible y escuchemos a la psicóloga Violeta Alcocer, que remarca la positividad de que empiecen a plantearse distintos modelos relacionales. "Una relación de pareja", dice Alcocer, "no pasa inevitablemente por la convivencia, como tampoco pasa por la maternidad. Salirnos de los convencionalismos nos permite tomar decisiones sobre qué elementos queremos que formen parte de nuestras relaciones y nuestras vidas, cosa que nos hace avanzar a relaciones más coherentes con nosotros mismos, lo que, evidentemente, es muy positivo".

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Hablé con tres parejas que, por decisión propia, viven cada uno en su piso y no tienen pensado cambiar de idea. Esto me contaron:

TERESA Y CARLOS

Teresa tiene 54 años, está divorciada y tiene una hija de 28. Se dedica a la maquetación y revisión de textos.

Carlos tiene 58 años, está divorciado y tiene 2 hijos, ya mayores. Está jubilado.

VICE: ¿Cuánto tiempo lleváis juntos?

Teresa: Ocho años.

¿Cómo os conocisteis?

Teresa: En internet. Yo vi un reportaje que salía en el periódico sobre estas páginas para conocer a gente afín, y me llamó la atención. Me había divorciado hacía unos años, y pensé que tenía que haber mucha más gente como yo. Y dije "Pues voy a ver qué tal". Nos conocimos y nos entendimos muy bien. Coincidíamos en un montón de ideas, en política, en el tipo de vida que nos gustaba llevar… Habíamos vivido una juventud parecida, muy implicados en los cambios políticos de la Transición, trabajando y estudiando, viajando y descubriendo lugares, experimentando también con algunas drogas, experiencias de comuna en las que estaban metidos algunos amigos… Coincidíamos en todo esto y fue todo rodado.

¿Cómo es vuestra vida de pareja? ¿Qué soléis hacer juntos?

Carlos: La rutina es vernos con frecuencia sin días fijos, algo más común en los fines de semana yel tiempo libre. Nos comunicamos mucho por teléfono, correos, WhatsApp, etcétera. Comemos, cenamos y dormimos juntos varios días a la semana.

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Teresa: Él es muy aficionado a la montaña y a hacer deportes… Ahí yo no lo comparto, estoy totalmente en las antípodas. Pero nos interesa mucho el arte, la artesanía, sobre todo recuperar muebles y objetos, arreglarlos… Él tiene una casa en el campo y nos encanta llevar allí todo lo que vamos encontrando, y lo restauramos. Eso nos encanta y nos hace mucha ilusión.

¿Desde el principio teníais claro que ya no queríais vivir en pareja?

Carlos: Nunca nos lo planteamos. Fue algo que surgió de manera natural como resultado de la relación.

Teresa: La verdad es que no lo hemos hablado siquiera, porque estamos muy a gusto así. Nos conocimos cuando cada uno tenía ya su casa, su vida… No nos apetecía mezclar. Estamos muy bien, compartimos los amigos, vamos mucho al cine, salimos mucho. Luego los fines de semana nos vamos a la casa del pueblo de Carlos. La verdad es que no hay necesidad de cambiar nada. Cambiarse de casa, buscar otra, todas esas cosas son un jaleo. Así funciona bien.

¿Cómo se logra un equilibrio en el que las dos partes estén de acuerdo con la cantidad de tiempo que pasan juntas?

Carlos: Estoy bien solo, tranquilo, haciendo lo que quiero, aunque sea rutinario, sin contar con nadie, pero sin que esa soledad sea algo irreversible. A veces quieres estar acompañado y no es posible, esa es la otra cara. Pero no pasa casi nunca, la verdad.

Teresa: No hay ningún pacto, no hay que hablar ni decidir nada. Surge. En general, no hace falta hablar cuándo se queda en mi casa y cuándo no. Es algo tácito que se comprende sin necesidad de hablarlo. Si está mi hija en casa que justo está viviendo conmigo una temporada, nos gusta pasar tiempo juntas, hacer cosas… Carlos es muy respetuoso y entiende que veo a mi hija poco, y que nos gusta estar las dos solas. Luego ya el fin de semana nos vamos él y yo a su casa del pueblo.

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Hay un equilibrio en este tipo de relación que no está, por ejemplo, en un matrimonio tradicional. Yo estoy acostumbrada a ser siempre muy independiente. Y ahora estoy encantada: yo solita, en mi espacio, con mis cosas… y todo lo bueno que haya que compartir pues me encanta compartirlo con Carlos, pero en ciertos momentos está muy bien estar cada uno a lo suyo.

¿A pesar de no vivir juntos mantenéis algunas de las ventajas de las personas que conviven, os ayudáis en recados o a arreglar cosas de la casa, por ejemplo?

Yo qué sé, yo le he ayudado a elegir cosas de su casa, por ejemplo, la tela para tapizar un sofá y cosas así. Él me ayuda mucho más, la verdad. Llevar cosas de aquí para allí, mirar el contador del agua, arreglar el termostato de la calefacción este invierno, que no funcionaba y me estaba volviendo loca…

¿Os encontráis en algún momento con la sorpresa de la gente por el hecho de que seáis pareja y no viváis juntos?

Carlos: Ningún comentario negativo. Más bien positivos, del tipo "vosotros sí que sabéis".

Teresa: Creo que si eres mayor ya no te dan la lata con esas cosas. Solo una persona me ha preguntado si no pensábamos vivir juntos.

¿Cómo ha cambiado vuestra idea de cómo es una relación de pareja a lo largo de los años? ¿Notáis que es un cambio generalizado?

Carlos: Yo de pequeño no tenía más que los ejemplos de relaciones que se vivían entonces, que eran las parejas clásicas y para siempre. Y esa era la idea, que, lógicamente, cambió ya en la adolescencia.Está claro que la forma de vivir las relaciones se mueve y lo seguirá haciendo en el futuro. Creo que, afortunadamente se valoran más la autonomía y la independencia, y esto será clave en las relaciones, afortunadamente.

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Teresa: Sí que se notan cambios en este sentido. Mi hija, que tiene 28 años, últimamente me comenta que se está planteando el vivir en una casa distinta que su pareja. Y la verdad es que me parece bien. Supongo que son muchos factores los que influyen en esa decisión: su propio carácter independiente, las circunstancias y el tipo de vida de su generación y quizás mi propia relación.

SARA Y TEO

Sara tiene 27 años, vive en Madrid y trabaja en comunicación digital.

Teo tiene 34 años, vive en San Sebastián de los Reyes y es diseñador.

(Responde Sara)

VICE: ¿Cómo es vuestra relación? ¿Os veis mucho durante la semana?

Sara: Yo vivo en Madrid y Teo en San Sebastián de los Reyes. Para nosotros vivir juntos solo sería concebible en un caso extremo, como por ejemplo que uno de los dos no tuviese casa donde vivir. Él tiene su espacio y yo puedo estar varios días en su casa, pero es SU espacio y es SU casa. Lo mismo con la mía.

Depende del volumen de curro yo paso un día o dos entre semana, y los fines de semana estamos en mi casa, porque está en Madrid. Pero siempre sabemos que estamos en la casa del otro. Tenemos algo de ropa y nada de valor, porque no es nuestro espacio. Lo vemos como una garantía para nuestra salud mental lo de poder tener nuestro espacio y estar solos, completamente solos, sin el otro. Pero no por eso nos queremos menos. Simplemente pensamos que es la manera más sana.

En mi casa, salvo que me ayude en algo, limpiar y demás es mi problema, y suelo cocinar yo. En su casa al revés. Dicho así parece un poco nazi e individualista, pero para nada. Lo que pasa es que cada casa es terreno y responsabilidad de cada uno. En principio nos gustaría que fuese así siempre. Cada uno en su casa.

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Esta pregunta es de abuela impertinente, pero bueno. ¿Habéis pensado tener hijos?

No queremos. Es un requisito que ambos buscábamos en la otra persona.

Que no quisiera tener hijos. Si a esto le sumas que Teo es un genial amo de casa y yo un desastre, sale la pareja poco funcional que somos.

¿Y qué dicen vuestras familias del tema? ¿Os topáis muy a menudo con el clásico "pero en algún momento os casaréis y os iréis a vivir juntos, no"?

Por mi parte se mueven entre el "¿cuándo os casáis?" y el creer que es una relación menos seria porque parece que no hay compromiso tradicional. Por la suya, les impacta que no vaya a casarse ni a tener hijos.

¿Y cómo surgió esto? ¿Lo hablasteis claramente en algún momento? ¿Conocíais a alguna pareja que fuera el referente de una relación sin convivencia?

Lo hablamos en función de las experiencias que habíamos tenido. Y no conocíamos a nadie que lo hiciera. Intuíamos que si en relaciones anteriores no nos funcionaron los sistemas convencionales, por qué no probar este, que nos permitía más libertad y espacio. Era lo que buscábamos, un equilibrio muy concreto

Es decir, que los dos habíais probado ya la convivencia y no os había convencido…

Sí, habíamos convivido y sabíamos qué no queríamos. Además se juntó que estábamos en una etapa en la que necesitábamos espacio y tiempo para nosotros así que hablamos y planteamos este modelo de convivir en casas diferentes

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¿Puedo preguntarte cuánto tiempo lleváis juntos?

2 años, poquito aún. Pero fue una decisión independiente del tiempo.

¿Las vacaciones las soléis pasar juntos?

Sí, pero no todas. A mí me gusta reservarme unos días para estar lejos y sola. Curramos mogollón de horas, necesitamos esparcirnos y yo no me puedo dar tiempo de calidad todos los días ni a mí misma. Es así.

¿Ha habido alguna situación de estas en que hablábamos antes, con conocidos, familia, etc., o incluso amigos, en la que tengas que sacar a relucir tu teoría sobre el amor y la convivencia para hacer comprender a la gente tu vida?

Sí. No se suele entender, pero se respeta. Lo que más faltas de respeto provoca es el tema de que no queremos tener hijos ni por asomo. Me he tenido que inventar excusas de lo más variadas para que me dejen en paz. Digo que tengo endometriosis y que es muy difícil que me quede. Que he asumido que no puedo. Me pongo triste y dramática, y ya. Lo tengo muy incorporado ya en el discurso…

Madre mía… A qué extremos hay que llegar para explicar algo tan sencillo…

Me siento muy Almodóvar cuando lo hago. Ah, y con lo de vivir separados es muy normal encontrar personas que opinan que mi novio quiere este tipo de relación para no comprometerse y estar con otras. Ante eso no sé qué decir. Según ellos, ¿si no por qué iba un hombre a no querer estar con su mujer? Eso es que esconde algo. Y me preguntan si estoy segura de la decisión. Esos comentarios me fascinan.

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¿Qué edad tiene la gente que pregunta eso?

Muy joven. De 25 a 30 años. Los amigos de Teo rondan los 40 y ven perfectamente normal este tipo de relación. Supongo que ellos saben lo que es necesitar tiempo y espacio. Y lo que es la confianza. Yo creo que cada vez más gente piensa igual.

JUAN CARLOS Y HUGO

Juan Carlos tiene 32 años, vive en Madrid por la zona de Sol. Da clases particulares y está haciendo un doctorado en matemáticas.

Hugo tiene 36 años, vive en Madrid en el barrio de Villaverde. Trabaja en un hotel y hace poco terminó un máster en Patrimonio Cultural.

¿Cuánto tiempo lleváis juntos?

Hugo: En octubre hacemos cuatro años. A ver, no. En octubre hacemos cuatro años según yo. Según Juan Carlos, empezamos en diciembre. Es que en octubre nos conocimos y empezamos la relación en diciembre.

Juan Carlos: Llevamos una contabilidad distinta. Pon tres años y medio.

¿Cómo llamáis al otro, es decir, cómo os referís al otro cuando estáis hablando con otra persona?

Hugo: Pues digo Juan Carlos o mi novio. Él me define como "mi pareja actual".

Juan Carlos: Yo lo llamo "mi pareja actual", sí. Él a veces me llama "mi chuequecito" (risas).

¿Cómo os conocisteis?

Hugo: Por Manhunt. Es una página de contactos de hombres. A mí me acababa de dejar mi novio y me metí en esa página para perrear, porque ya no creía en el amor. Y el primer tío con el que quedo, mira.

Juan Carlos: Él te cuenta el dónde, yo te cuento el cómo. Él salía en la foto muy muy guapo, pero además tenía un texto de Herman Hesse. Me gustó y me pareció al mismo tiempo un poco ridículo, y me dije "pues voy a vacilarle".

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Hugo: Imagínate, un perfil así en una página en la que estás acostumbrado a ver fotos de culos y penes… Vio lo de Herman Hesse y le debí de llamar la atención. Estuvimos tres meses escribiéndonos en forma de poesía, en plan absurdo. Al cabo de tres meses de escribirnos en poesía, me preguntó si no le iba a pedir una foto desnudo, que qué clase de marica era.

Juan Carlos: La primera vez que quedamos fue una cosa muy absurda también. Ninguno de los dos bebe vino ni fuma, y quedamos en una vinoteca, bebimos vino y fumamos. Esa vinoteca la acaban de cerrar. Hemos sobrevivido a una vinoteca, que eso no le pasa a todo el mundo.

Hugo: Esa noche me dejé el reloj en su casa, y, como era de los buenos, tuve que volver a buscarlo.

¿Cómo contaríais vuestra relación? ¿Cuántas veces a la semana os veis? ¿Cuántas veces a la semana coméis, cenáis o dormís juntos? ¿En qué casa os juntáis?

Hugo: No nos planteamos vivir juntos. Estamos bien así. Vivimos a veinte minutos en Cercanías. Sí que alguna vez hemos hablado de que, llegado el momento, si nos pusiéramos con el tema de adoptar un niño, nos lo podríamos plantear.

Juan Carlos: Yo siempre he sido muy independiente, y siempre he visto que muchas parejas fracasaban cuando se iban a vivir juntos. Nos vemos los fines de semana y, si me porto bien, un extra durante la semana. Eso sí, hablamos por teléfono todos los días mucho rato. A lo mejor quedamos entre semana para cenar, pero Hugo se va luego a dormir a su casa. Tenemos un pacto: cuando yo voy a su casa, no hago nada. Ni recojo mi plato, ni friego, ni nada. Lo hace todo él. Y en mi casa, igual. Lo hago todo yo. Si quiere un vaso de agua, me lo pide y yo se lo doy.

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Hugo: Es que él comparte piso con más gente. Entonces no termino yo de sentirme del todo en casa cuando voy a su piso. Yo mis cosas las tengo en mi casa. En su piso solo tengo un cepillo de dientes. Si voy allí no me llevo ni muda ni nada porque yo allí no me ducho. Una vez que me duché allí, me resbalé y me caí.

¿Qué os dice la gente cuando le contáis que no tenéis pensado iros a vivir juntos?

Hugo: Nos preguntan que por qué. Piensan que lo lógico es que si la pareja se quiere es irse a vivir juntos. Y no lo pregunta gente necesariamente conservadora.

Juan Carlos: La gente muy cercana a nosotros no nos pregunta eso. Ven claramente por qué es así. Pero sí que hay familia y otra gente que nos preguntan cuándo nos vamos a vivir juntos.

En otras entrevistas han comentado que hay un extraño prejuicio por el cual mucha gente piensa que las parejas que deciden vivir cada uno en su casa lo hacen para acostarse con otra gente. ¿Cómo veis esto?

Hugo: Nosotros no tenemos pareja abierta como tal. Si de pronto surgiese una situación de ese tipo, quizás se podría hablar y consensuar, pero en principio no es nuestro rollo.

A pesar de vivir separados, ¿tenéis algún tipo de responsabilidad en la vida del otro, os hacéis recados, os ayudáis en cosas de la casa…?

Juan Carlos: Sí, mucho. Por ejemplo, yo alquilo una habitación de mi casa por Airbnb, y muchas veces Hugo, si yo no puedo, se ocupa de enseñar la habitación a los huéspedes, hablar con ellos, etc.

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Hugo: Sí, claro. Lo nuestro es una relación normal, con esas responsabilidades. No somos dos amigos, aunque mi abuela siga pensando que Juan Carlos es mi amiguito y que algún día se echará una novia.

De pequeños, ¿qué idea teníais del amor y de las relaciones de pareja?

Hugo: Absolutamente distinto a como lo veo ahora. Una fantasía Disney. Me imaginaba casarme con una mujer, tener niños… Pensaba que la primera novia que me echase sería ya para siempre, y cosas así. Todo totalmente distorsionado. Luego en la adolescencia evitas pensar en eso, porque te provoca conflicto contigo mismo.

Juan Carlos: Yo no veía casi Disney. Siempre estaba pensando en futbolistas, pero luego me lo quitaba de la cabeza y me decía: "Bueno, esto es temporal. Luego me casaré con una mujer". Me agobiaba mucho. Mi idea del amor era Julen Guerrero.

¿Qué modelos de pareja que pudiesen haberos influido ha habido en vuestra familia?

Juan Carlos: Lo que ha habido y hay en mi casa no es desde luego un referente del amor de pareja. Cuando se murió mi tío, mi tía dijo: "Ay, por fin puedo estar tranquila". Y mis padres están juntos, pero no funcionan como pareja para nada. Siguen y seguirán, pero esa relación no funciona.

Hugo: En mi caso, todo lo contrario. Mis padres llevan juntos 40 años o más y se llevan muy bien, funcionan muy bien como pareja.

¿Tenéis modelos o referentes de este tipo de forma de vivir la relación, viviendo en casas separadas?

Juan Carlos: Sí, yo conozco a una pareja que son profesores míos. Comparten despacho, y yo ni sabía que eran pareja. Estuve trabajando con ellos un tiempo, y me enteré de que estaban juntos, pero vivían cada uno en su casa y les iba estupendamente. Y justo hay otra pareja en otro departamento que vivieron juntos y acabaron fatal. Ahora no quieren saber nada el uno del otro.

Hugo: Si viviéramos juntos, que es algo que quizás podríamos plantearnos en algún momento, tendríamos una habitación para cada uno, está claro. Es que somos muy distintos en ese sentido. Juan Carlos tiene una forma de decorar muy loca. Coge todo lo que se encuentra en la basura, y también hace cuadros en la pared con cartulinas. Yo soy más sobrio y ordenado. Juan Carlos es un desastre. No me veo viviendo en una casa en la que hay pegadas en el pasillo una foto encontrada en la basura de una mujer que no sabemos quién es, un cartel de anuncio encontrado en la calle y un Mickey y un perro con tacones hechos con cartulina. Y luego le encanta tener la casa llena de juguetes. En Navidad, los amigos a mí me regalan algo normal y a Juan Carlos un sonajero.

Juan Carlos: Valoramos mucho el espacio de cada uno. A él le va más lo étnico. Muebles de la India y cosas de sus viajes… Entras a su cuarto y te puede caer un cuenco maya en la cabeza y te mata. Mi referente es más la casa de Michael Jackson y el suyo más un bazar multicultural.