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Cultură

El Pequeño Nicolás me preguntó si debía entrar o no en GH VIP

Y no supe qué contestarle, la verdad.

LO ADMITO. Hace tiempo que para mí El Pequeño Nicolás es Fran. Y no porque él lo haya pedido reiterada e insistentemente en cada una de las entrevistas que concedió tras sus líos varios y su encierro voluntario, sino porque tuve ocasión de conocerle en persona y ese es el único nombre que le pega. Como cuando le dices a alguien "Joder, pues sí que tienes cara de Violeta", El Pequeño Nicolás tiene cara de Fran y nada más que de Fran.

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Como la mayoría de personajes que los medios nos presentan como supervillanos ultramalignos, Fran me cayó bastante bien al instante. Ya me había sucedido cuando grabamos el vídeo de Guillermo Bárcenas y me pasó de nuevo cuando quedé con Francisco Nicolás Gómez Iglesias, a través de amigos en común, en una de esas terrazas con vistas a la cochambre de la plaza Luna de Madrid. No hace falta indicar que vestía traje impecable y que hubo quién se acercó a hacerse selfies con él. Por la calle, la gente le reconoce y le muestra su afecto, y se nota que esa es su gasolina. Hablamos de la fama, del Senado y de un artículo en el que yo me referí a él como el último punk. También de su dieta, con la que había adelgazado tropecientos kilos en tiempo récord.

Este 25 de diciembre, un compañero de trabajo envió al grupo de chat el siguiente mensaje: "Pequeño Nicolás entra en GH VIP no me imagino un regalo mejor de Navidad" . Enseguida contacté con él para saber si la noticia era cierta y me dijo que se lo habían ofrecido pero aún no había tomado una decisión definitiva. Me explicó los motivos que le hacían dudar y me preguntó qué pensaba yo, porque le importaba mucho mi opinión al respecto. Se hizo el silencio. Se hizo el dilema. Verle dentro de la casa junto a Rosa Benito y Rappel marcaría un hito en la historia del entretenimiento televisivo, está claro, pero si lo que quería de mí era un consejo honesto, tendría que confesarle que no sé hasta qué punto él podría ejercer algún control sobre su propia su imagen en un reality como este.

No supe qué decir. Respondí a la gallega. Le mostré mi ilusión por la posibilidad de verle participar en el programa y también mis titubeos ante el posible resultado final, editado maquiavélicamente hasta convertirle definitivamente en el friqui que mucha gente ya cree que es. Gran Hermano puede hacer eso mejor que nadie y Fran (cualquier persona, en realidad) sería sin duda un blanco fácil en sus manos y en horario de máxima audiencia. Él me dejó claro que, aunque no había dado todavía su firma definitiva, ahí le iban a cuidar y acabamos debatiendo sobre la nueva política. No la de Manuela Carmena, sino la de Soraya bailando en El Hormiguero y Rajoy cocinando con Bertín. Incluso bromeamos con escribir esto bajo el titular "de la Casa Real a la casa de Gran Hermano".

Desde esa conversación se han ido sucediendo los rumores sobre su incorporación y sus supuestas negociaciones con Mediaset y Zeppelin, relativas al sueldo y su intención de continuar los estudios de Derecho mientras el programa se emite. De vez en cuando, recibo algún W hatsApp suyo en el que me habla sobre el poder de la comunicación, reitera que su única intención sería mostrarse ante las cámaras como la persona sencilla que es y sostiene que todavía no ha firmado nada y que esta semana tiene que tomar una decisión. Yo lo único que tengo claro es que Fran no necesita para nada mi opinión, que probablemente ya sabe lo que va a hacer (lo que a él le dé la gana) y que, como él mismo me ha dicho, si acaba siendo concursante de GH VIP sorprenderá al público y dará juego. ¿El peque se va de marcha?