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"Lo que nos tendríamos que preguntar es hasta qué punto puede un país vivir prorrogando presupuestos", asegura Orriols. "Nuestro diseño institucional no permite soluciones ante este tipo de bloqueo. No hay un fin. Si en unas terceras elecciones los partidos se hubieran incrustado en las mismas posiciones hubiésemos ido otra vez a las urnas. No nos tenemos que avergonzar por haber ido a unas segundas elecciones, simplemente tenemos que valorarlo como una situación excepcional".Para que éste déjà vu no se convierta en eterno, otras países más avanzadas que el nuestro han desarrollado métodos para sacar el tapón y que la situación vuelva a fluir. En el caso de Inglaterra, sería la reina. Su majestad tendría la potestad de designar al primer ministro ante dicha situación, aunque si el parlamento no está de acuerdo tiene derecho a presentar una moción.Si tienes un amigo vasco seguro que ya sabrás lo "especialitos" que son. A los vascos les gusta ir a la suya y eso también se aplica a su Parlamento. La conocida ley de mayoría simple, muy querida por Patxi López, permite a los partidos presentar a su candidato, pero no existe la votación en contra de alguien para que no se produzca ningún bloqueo político y las distintas fuerzas sumen en vez de restar. Esa sería otra forma de evitar caer en tierra de nadie.Nos estábamos zampando con patatas las políticas del PP, pero con Rajoy en la cárcel del Monopoly
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"Si se mantiene el conflicto generacional y el PSOE no rectifica en un congreso extraordinario para centrar sus bases veo difícil pensar en volver a un escenario como el de antes de la crisis política. Tenemos a los nuevos partidos para que se queden". Aunque Orriols no es Sandro Rey dice que este es el pronóstico a corto plazo y no se atreve a augurar un futuro a un año vista porque, según dice, es complicado.Quien no cree en esto que llamamos gobierno puede llegar a pensar, y probablemente no le falte razón, que esta situación de desgobierno ha acabado siendo positiva. El problema es que el sector público sigue estando ahí, y no es que no se tomen decisiones, sino que se ratifican las que ya existían. Para los poco amantes de los cambios –esto es, los más conservadores– da seguridad jurídica, porque no cambia nada. Simplemente, se congelan las normativas. Esta aparente parálisis es, sin embargo, un arma de doble filo, pues no cabe duda de que los entornos cambiantes necesitan también decisiones cambiantes. Si se congelan las decisiones pero el contexto cambia, como está ocurriendo en los últimos meses, puede ser muy dañino para la sociedad.Venga. Que después de ese intenso dramón hay que darle al play a la música de violines porque llega el momento del final feliz. Y no, no es lo que viene después del masaje en los garitos asiáticos, es aún mejor ¡Por fin tendremos gobierno! Aunque no llueva siempre al gusto de todos lo mejor que podemos hacer es tomárnoslo con humor. ¡Que tengáis un buen día y a seguir siendo felices!El problema es que el sector público sigue estando ahí, y no es que no se tomen decisiones, sino que se ratifican las que ya existían