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Poemas a puñetazo limpio de un actor y boxeador

Antes de estar nominado al Goya, Hovik Keuchkerian fue campeón de España de los pesos pesados. También hace monólogos y escribe poemas. Los últimos los ha grabado con la música de Yuri (Pájaro Sunrise) Méndez.

Este mundo está lleno de propuestas de ocio cansinas y por eso sabemos apreciar los planes divertidos que invitan de verdad a despegar el culo del sofá. Cada semana, AXE te descubre la cultura, viajes, tendencias y arte que hacen que valga la pena vivir. Soñemos con un planeta menos asqueroso.

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Hovik y Yuri Méndez saben cómo tirar del carro.

Si Bukowski estuviese vivo contaría su vida. O quién sabe, tal vez sería Hovik Keuchkerian el que escribiese sobre Bukowski. El poeta boxeador, ex campeón español de pesos pesados reconvertido en actor, dice siempre lo que piensa y lo dice con voz de nana ronca, hablando rápido, estampando versos, escupiendo sangre. Saltó al ring del espectáculo con un monólogo en Paramount Comedy llamado Cocretas, después vinieron la televisión (Hispania) y el cine (Alacrán enamorado), pero su mejor gancho ha sido siempre la escritura que combina con el gimnasio del que es dueño y en el que entrena. A Cartas desde el Palmar, Lokura y Días y desvaríos, suma ahora Resiliente, el disco de poemas recitados que publica junto al músico Yuri Méndez (Pájaro Sunrise) para que después del 'knock out' vuelvas a levantarte.

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VICE: ¿Qué significa Resiliente?

Hovik Keuchkerian: Es la capacidad que tenemos para sobreponernos al dolor. Es ser flexible, amortiguar un golpe, levantarnos después de caer. Básicamente lo que somos todos. Si estás muerto, lo fuiste, y si estás vivo lo eres. Creo que todos somos resilientes, responsables de la falta de humanidad en el mundo.

¿Por qué?

¿Como que por qué? Nos pusimos de pie, a dos patas y nos liamos a hostias. Es lo que llevamos haciendo desde que el hombre es hombre. Eso no ha cambiado.

Algún motivo habrá para tener esperanza…

No lo creo. El cambio tendría que ser desde la raíz, inmenso, desde los pilares y global… Coño, si no nos ponemos de acuerdo en una comunidad de vecinos. ¿Nos vamos a poner de acuerdo para cambiar el mundo? El corazón me pide tener esperanza, te lo aseguro, pero la cabeza me dice que no será posible.

¿Por qué decidiste ponerle música a Resiliente?

Hacer comedia sobre un escenario me empezó a aburrir, se estaba convirtiendo en un tramite. Las partes poéticas me llenaban más. Me lo pasaba mejor recitando. Pensé "¿Y si le pongo música a los poemas?". Y creo que ha quedado un discazo. Y que el directo va a ser más contundente aún. Creo que el publico también reirá. La idea es recitar un poema, al terminar hacer exactamentetres minutos (es la duración de un round de boxeo) de texto, dialogo, etc. comunicación en definitiva con el público, y repetir esa formula tras cada poema. Lo haremos en el Beer Station [Cuesta de Santo Domingo, 22]. Queremos un show cálido pero que sea sangre. Que la gente esté cerca. Que sea un refugio para resilientes. Veremos como sale.

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¿Vives la poesía como una salvación?

Para mí, escribir es una necesidad. Es terapéutico. Es una confesión inmediata. Te viene una emoción, un sentimiento, se convierte en un verso, eso en una estrofa. Y todo eso crece. ¿Cómo una Salvación? Una salvación, no. Salvación es una palabra demasiado grande.

Parece que tus poemas son cosas que te dices a ti mismo… ¿Es así?

Escucho mis daños, mis esperanzas, mis fracasos, mis miedos, mis fantasmas, mis cimientos, mi dar a la luz [de pronto, está recitando versos del disco]. Eso es lo magnífico de escribir. Cuando pasa. Cuando escribes un chorizo grande, lo dejas en un cajón, luego lo lees, y lees algo que has vivido convertido en versos. A veces pasa, y asusta.

¿Te habían dicho antes que hablas con mucha musicalidad?

Eso decía Yuri [Méndez, el músico junto al que ha grabado Resiliente]. Contaba que llegué a su casa y me puse a recitar e iba en tiempos, con mi flow, pero todo entraba en un compás melódico.

¿Desde cuándo escribes?

Desde que tengo 20 años, desde que me fui de casa. Un día necesité escribir y escribí. Y ya no dejé de hacerlo.

Dices que escribes en los bares. ¿En cuáles?

No me gusta escribir en casa, salvo cuando tengo que ponerme a memorizar. O a hacer algo físico. Mi casa es para mis vicios, para mi mundo interior, mi cueva. Escribo en la terraza de El descanso, que es como mi despacho. Es un hostal restaurante, a 25 metros de la puerta de mi casa. En la terraza hace calor en verano y frío en invierno, así que no suele haber nadie.Me encanta escribir y preparar mis personajes allí. Sobre todo cuando llueve.

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¿Qué recuerdas de Beirut, donde naciste?

Recuerdo muy poco. Donde vivíamos, un bosque de cedro, un día que me hice una brecha en el codo. La obra que estoy haciendo en El Alfil, Un obús en el corazón, me está trayendo un montón de recuerdos que no tenía, cosas que contaba mi padre o mi tío. La obra es de un autor libanés [Wadji Mouawad] que se exilió a la vez que yo, en el 75. Y está siendo un viaje.Wadji escribe sangre, escribe costra, transforma los latidos en palabras. Es increíble.

¿Qué se siente al ser campeón de pesos pesados?

Me hubiese encantado hacer un campeonato europeo y un Mundial, pero me desilusioné. No creo que hubiese llegado a ser nada de eso, no era mi camino ser boxeador profesional siempre. La vida te lleva donde te tiene que llevar. Aún así, el boxeo ha sido mi maestro, me ha enseñado todo lo que me sostiene en la vida. Es un deporte embriagador en todos los sentidos. Boxeo y vida en muchos puntos conviven muy cerca.

¿Por qué te desencantaste del boxeo?

Era una carrera muy cara, pasaba mucho tiempo entre un combate y otro, además tenía que sacar el gimnasio adelante… Tenía demasiadas cosas encima, en aquella épocaera esa clase de persona que creía que podía con todo.Pero no es así, llega la vida, te pega una hostia y te tira. El golpe que te mata es el que no ves venir.

Pasaste una mala época después de dejar el boxeo. ¿Qué te salvó?

Resiliente en parte habla de eso. Un día me levanté y me miré al espejo y dije "a ver, ¿vas a dejar de hacer el gilipollas ya?". Un día intentas rehacerte y no sale,al otro tampoco, ni al otro tampoco. Y un día todo empieza de nuevo a coger forma. Me salvó mi hermano mayor que me sacó de mi casa y me metió en la suyacon mis sobrinos, con su familia. Le debo mucho…Y a Javier Muñoz,mi psicólogo. A veces es quien no te conoce el que mejor te puede ayudar, sobre todo si te dejas ayudar.

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¿Qué es mejor, ser músico, ser escritor, actor o boxeador?

Cada cosa en su momento. Todas se complementan. Están todas en el mismo cuerpo. El denominador indiscutible es que estoy yo, mi alma y mi cuerpo.

Pero parece que escojas el arte que escojas, te sale todo con facilidad…

Es mentira, yo trabajo como un hijo de puta. El boxeo me enseñó que por muy bueno que seas, lo importante es trabajar. Y yo trabajo mucho porque me apasiona.

El trabajo que hago me suele apasionar. ¿Facilidad?. De facilidad, nada.

¿Sigues currando en tu gimnasio?

Los sábados sigo entrenando porque no quiero perder el contacto con las chavales.

Acabé quemado del boxeo pero de eso hace mucho ya, me ha dado muchas cosas y las conservo. El gimnasio es mí bebé, donde siempre volveré. En este trabajo, con las entrevistas, las cámaras, la gente, las atenciones, etc.. corres el riesgo de sentirte un ser especial como te descuides. Y de sentirse un ser especial a convertirse en un gilipollas solo hay un paso. No quiero perder el contacto con la gente de mi barrio, del gimnasio, la gente parala que simplemente soy Hovik. He aprendido mucho de los chavales del gimnasio y eso no quiero perderlo, por muchos barcos a los que me suba o por muchos proyectos que afronte. Uno no ha de olvidar donde empezó todo, creo.

Nosotros tenemos muy buen olfato. Por esos sabemos qué cosas no te puedes perder; si quieres saber de qué hablamos, visita la selección de los mejores contenidos de Axe en Vice.